La fe en medio del dolor

Nuestra primera reacción ante la tragedia, la pérdida o el peligro suele ser: “Qué terrible”.

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 28.10.25

Nuestra primera reacción ante la tragedia, la pérdida o el peligro suele ser: “Qué terrible”. Pero mira esta historia real de alguien que usó la emuná (fe) en circunstancias extremadamente difíciles para encontrar esperanza y fortaleza: el Rabino Kalonymus Kalman Shapira.

El Rebe insistía, por el bien de ellos mismos, en que los judíos golpeados y maltratados de su tiempo no perdieran nunca la fe.
Porque para un judío con emuná siempre habrá un propósito y un significado superior en las pruebas que debe soportar.

¿Cómo podemos mantenernos firmes y conservar la fe cuando nos toca vivir un dolor o sufrimiento terribles?
Lo primero que debemos saber es que, lo notemos o no, siempre estamos dándole algún significado a lo que nos ocurre, y por lo general, no es un significado “bueno”. Es decir, nuestra primera reacción ante la tragedia, la pérdida, la decepción o el fracaso suele ser una reacción emocional automática, no una respuesta nacida de la fe.
Nuestras emociones nos dicen: “Esto es terrible, espantoso y probablemente nunca va a terminar”.

Pero cuando usamos la fe para buscar un significado “más elevado” en lo que nos pasa, descubrimos que podemos obtener esperanza y fuerza casi de inmediato.

Veamos qué podemos aprender de un ejemplo extremo.
Hubo un rabino muy santo en Polonia durante la guerra que ayudó a sus seguidores a sobrellevar la desesperación aplastante que se vivía en el gueto de Varsovia.
Si logramos ver cómo los judíos enfrentaron persecuciones que superan todo lo que la mayoría de nosotros puede imaginar, entenderemos cómo la idea de transformar los significados negativos en positivos puede realmente ayudarnos en nuestras propias batallas diarias contra el dolor y la desesperanza.

El Rabino Kalonymus Kalman Shapira, de bendita memoria, fue el último Rebe jasídico de Europa Oriental, y murió allí en una gran santificación del Nombre de Dios.
Conocido como el Rebe de Piaseczno, fue designado “Rebe” a la temprana edad de 18 años.
Pero su verdadera santidad emergió entre 1939 y 1942, cuando sirvió como guía espiritual de miles de judíos polacos en el gueto de Varsovia.
Los judíos de Varsovia estaban tan destrozados por los asesinatos y torturas a su alrededor que apenas recordaban cómo era sentirse judíos o incluso seres humanos.
A través de sus enseñanzas de Torá (en su mayoría en Shabat), el Rebe de Piaseczno revivía sus almas, devolviendo vida y esperanza a personas que ya no podían sentir nada; que habían sido pisoteadas y perseguidas tantas veces que estaban completamente entumecidas.

Veamos cómo el Rebe de Piaseczno trajo luz en medio de la oscuridad:

“El Santo, Bendito Sea, está esforzándose en dar a luz a través del pueblo judío, y por eso el pueblo sufre los dolores del parto, pierde fuerzas y una parte de él muere, pues así se da a luz a la Luz del Mesías.
Y para nosotros, es igual que con una mujer en el momento del parto: sabemos que las contracciones más fuertes indican que el alumbramiento está avanzando, que con cada contracción el niño nace y se revela un poco más.
Así también, cuando vemos a un judío sufrir profundamente con los dolores de parto del Mesías, sabemos que una porción mayor de la Luz del Mesías está siendo revelada a través de esa persona.”

Nosotros también podemos mirar nuestras preocupaciones y decepciones de la misma manera.
En lugar de pensar que el dolor que atravesamos no tiene sentido o tiene un sentido negativo, ¿por qué no verlo como las “contracciones” dolorosas que contribuyen a traer al Mesías y a perfeccionar el mundo?
En el momento en que lo hacés, tu dolor adquiere propósito, y podés elevarlo hasta convertirlo en alegría.

El Rebe también enseñaba a sus seguidores que podían experimentar estados elevados de alegría espiritual a través del autosacrificio y la disposición a ayudarse mutuamente:

“Cuando un judío sabe —no solo intelectualmente sino también sintiéndolo con lo más profundo de su ser— que debe apoyar y ayudar a los demás, la compasión se convierte en parte de su cuerpo.
Y cuando luego reza por sus hermanos judíos, lo hace con un cuerpo lleno de misericordia.
Entonces, la salvación que estaba detenida por falta de un canal a través del cual fluir, encuentra en esa persona un conducto perfecto y se expande también hacia las necesidades materiales.”

El denominador común de todos estos caminos para inspirar y sanar el sufrimiento humano es uno solo: emuná.
Ese ha sido el mensaje de nuestros Sabios desde el principio, y el mensaje que nuestro querido maestro, el Rav Shalom Arush, ha dedicado su vida a difundir por todo el mundo.

Comparemos cómo hablaba el Rebe de Piaseczno sobre la emuná en 1941 con las enseñanzas del Rav Arush en nuestros días:

“La fe es el fundamento de todo.
Si la fe de una persona, Dios no lo quiera, se daña, la persona queda destrozada y alejada de Dios.
Las almas condenadas al Guehinom (Infierno) salen purificadas y limpias después de hacer teshuvá.
Esperamos en Dios que todos los que sufren estos tormentos ahora se eleven purificados y más cercanos a Él.
Pero el alma de aquel cuya fe está dañada es como un alma que sufre en el Guehinom mientras sigue añadiendo ofensas a sus pecados.
Con el tiempo, al examinarse, el alma se pregunta: ‘¿Qué logré con todo este sufrimiento, si estoy tan manchada como antes?’”

Tan crucial es la emuná para la supervivencia emocional y espiritual del judío, que el Rebe sugería que prácticamente cualquier falta puede ser perdonada, excepto la pérdida de la fe.
Por el bien de ellos, insistía en que los judíos maltratados y golpeados de su tiempo nunca perdieran la fe.

Esa fue una generación distinta a la nuestra, y el Rav tuvo que hablarles con una dureza mayor de la que estamos acostumbrados a oír.
Sin embargo, nosotros tampoco tenemos otra opción.
La única “libertad de elección” que realmente tenemos es creer o no creer.
Porque para un judío con emuná siempre habrá un propósito y un significado superior en las pruebas que debe atravesar.
Habrá dentro de él una parte que la oscuridad jamás podrá tocar.

Y para aquellos que permanecen cerrados a la emuná… sepan que su tiempo se está acabando.

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