Picoteando sin cabeza
Me fijo en la heladera a ver qué hay… un poquito de queso, una cucharada de manteca de maní, unas cuantas galletas saladas.
Me fijo en la heladera a ver qué hay… un poquito de queso, una cucharada de manteca de maní, unas cuantas galletas saladas.
Al leer En el Jardín de la Fe empecé a curarme. La prueba no había terminado y hasta el día de hoy continúa pero…
Poco después de conocer el libro En el Jardín de la Fe, mi marido y yo decidimos empezar a esforzarnos por cancelar todas nuestras deudas.
Antes, cuando pensaba que estaba “arriba”, haciendo las cosas que el resto del mundo me decía que eran buenas y deseables, en realidad estaba bien abajo.
Un llamado y una convocación a los miles de noájidas en el mundo entero. ¡Estamos esperándolos!