La sabiduría del Sinaí
¿Existe algún genio capaz de inventar cualquier cosa sin basarse en conocimientos e investigaciones previos?
Una de las mayores falacias de la mentalidad moderna es la actitud de que la generación contemporánea es más inteligente que las generaciones anteriores, lo cual indica una falta de comprensión y aprecio por la sabiduría que nuestro pueblo recibió del Monte Sinaí hace más de tres mil años.
Maimónides escribe que las primeras generaciones presenciaron revelaciones Divinas, como por ejemplo, nuestros antepasados en el Monte Sinaí, pero las generaciones posteriores se alejaron progresivamente –hasta que la gente acabó cometiendo graves errores, como servir a falsos ídolos y seguir falsas ideologías.
Las generaciones recientes se han alejado especialmente de nuestra fuente espiritual. Tanto es así que incluso los sabios talmúdicos comentaron que si las primeras generaciones eran ángeles, entonces nosotros somos mortales; pero, si las primeras generaciones eran mortales, entonces nosotros somos burros -y no como el burro de Rabí Pinjas Ben Yair- sino como burros normales (véase Tratado Shabat 112). Los sabios talmúdicos veían el mundo de forma muy distinta a como lo ve la generación de la alta tecnología actual. Mientras que esta última ve el progreso material, la primera ve el declive espiritual.
No lo olvidemos: el más insignificante amora, o sabio talmúdico mencionado expresamente en la Guemará, era capaz de revivir a un muerto. Sin embargo, estos monumentales individuos piadosos con prodigiosos poderes de razonamiento no se veían a sí mismos más que como burros en comparación con las generaciones anteriores. Entonces, ¿con quién podemos compararnos?
El deseo que tiene la persona de tomar sus propias decisiones con su propio intelecto y de erigirlo todo desde cero a su manera es una tontería. Incluso una persona con una mente magnífica necesitaría décadas para descubrirlo todo desde cero. ¿Para qué vamos a pavimentar nuevos caminos cuando ya hay excelentes carreteras existentes que te llevarán adonde quieres ir?
La persona que parte de cero y desecha la sabiduría de las generaciones anteriores nunca llegará a la verdad. Incluso en el mundo de la ciencia y la tecnología aplicadas, los logros actuales se basan en conocimientos, investigaciones y experiencias anteriores.
Aquel que niega o desprecia la sabiduría de las generaciones anteriores es como el proverbial chimpancé que puede ver lo que ocurre al otro lado del muro de contención del zoo porque está de pie sobre los hombros del gorila. Sin embargo, piensa que el gorila es estúpido y primitivo, porque el gorila no puede ver lo que hay al otro lado del muro.
¿Existe algún genio capaz de inventar cualquier cosa sin basarse en conocimientos e investigaciones previas? La bombilla no podría haberse inventado antes del descubrimiento de la electricidad. El teléfono móvil no podría haberse inventado antes que el teléfono convencional.
La primera Mishná del Tratado Avot describe la “cadena de transmisión de la Torá”: Moisés recibió la Torá en el Monte Sinaí y se la transmitió a Josué, Josué enseñó a los ancianos, los ancianos enseñaron a los profetas, los profetas enseñaron a los Hombres de la Gran Asamblea, con una continuación de generación en generación hasta nuestros días. Daat Torá, la sabiduría de la Torá y la perspectiva de la Torá sobre la vida, se basa en la tradición ininterrumpida de generación en generación que se remonta directamente a Moisés en el Monte Sinaí.
La tradición de la Torá se asemeja a una pirámide; uno puede estar de pie en la cúspide de la pirámide siempre y cuando haya una base amplia y sólida en la base, sin brechas ni piedras faltantes en el medio.
Del mismo modo, una persona puede ser discípulo de Moisés siempre que tenga una cadena continua de discípulos que le precedieron. Algunos se consideran discípulos de Rabi Najman, pero se engañan a sí mismos si carecen de una conexión con un maestro que los vincule con las generaciones anteriores de alumnos de Rabi Najman.
Muchos eruditos talmúdicos mencionados en la Guemará se negaron a decir una palabra que no hubieran oído de sus maestros. E, incluso cuando descubrían algún matiz en la Torá o en la ley religiosa, se basaban directamente en precedentes y preceptos que habían recibido de generaciones anteriores.
Teniendo en cuenta los conceptos anteriores, no podemos concebir vivir la vida caminando por senderos totalmente desconocidos, especialmente en el ámbito de la emuná. Quien cuestiona la veracidad o la pertinencia de la Torá debe preguntarse: “¿Acaso soy tan presuntuoso como para considerarme más inteligente que Maimónides o el Gaón de Vilna? ¿Acaso yo puedo revivir a los muertos o entender el lenguaje de los pájaros y los animales como los santos sabios de la Misná?” La respuesta: Un rotundo no. Y ellos – a pesar de sus gigantescos intelectos, no se movieron ni un milímetro a la derecha o a la izquierda de las generaciones anteriores. ¿Acaso yo comprendo siquiera una gota del conocimiento que ellos tenían? ¿Tengo la destreza espiritual que ellos tenían? ¿Cómo puedo engañarme a mí mismo pensando que soy capaz de decidir si observo o no los mandamientos de la Torá o incluso comprometer un ápice de la Torá?
Cualquiera que contemple la cadena ininterrumpida de la tradición de la Torá con ojos abiertos y objetivos que buscan la verdad, seguramente rechazará la locura de su propia arrogancia y presunción, y llegará a la conclusión de que debe seguir los pasos de los prodigiosos tzadikim de generaciones anteriores que estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas en cualquier momento para observar y preservar incluso un minúsculo precepto de la Torá. Ese es el eterno mensaje de Shavuot, cuando una vez más recibimos de nuevo la Torá y renovamos nuestro vínculo con la sabiduría del Sinaí.
6/13/2024
MUCHAS GRACIES RABINO SHALOM ARUSH,BARUJ HAaSHem.E UN MILAGRO POR MI QUE TENGO LA POSIBILIDAD DE LEJER TUS ARICOLOS.