La verdadera prueba de carácter
Los seres humanos son grandes actores. Han visto tanta televisión y tantas películas desde tan jóvenes que han internalizado el sublime arte de la actuación.
Primera Parte
Los seres humanos son grandes actores. Han visto tanta televisión y tantas películas desde tan jóvenes que han internalizado el sublime arte de la actuación. Mucha gente me pregunta si hay una verdadera prueba de carácter. ¿Cómo podemos realmente saber quién es alguien realmente? La Torá nos da una respuesta precisa a esta pregunta.
Comencemos con un dogma general: si tienes felicidad conyugal, lo tienes todo. ¿De qué sirven la riqueza, las comodidades materiales o incluso la salud si marido y mujer están en guerra? Es por eso que la paz en el hogar es probablemente la mayor bendición con la que una persona puede soñar. Ahora bien: no pienses que la “shalom bait” (paz en el hogar) es un sueño inalcanzable. La Torá nos enseña exactamente qué debemos hacer para disfrutar de un hogar tranquilo.
En el Capítulo 1, Shmuel I, la Biblia nos cuenta de Elkana, el padre de Shmuel (Samuel el Profeta). Él "ascendía de su ciudad año tras año". Literalmente, las Escrituras describen el ascenso de Elkana al altar sagrado en Shiló, donde ofrecería sacrificios a Hashem. Nuestros Sabios nos enseñan que el ascenso de Elkana era tanto físico como espiritual; no solo que él tuvo éxito en todo lo que hizo, sino que poseía un carisma especial que atraía a todo el pueblo de Israel hacia él. Después de la muerte de Joshua y los jueces, el pueblo de Israel había entrado en una decadencia espiritual. Elkana fue el encargado de acercar a la gente a Hashem. Él viajaba de pueblo en pueblo alentando a la gente a que retornara a Hashem y se uniera a su peregrinación al altar sagrado en Shiló. Normalmente decenas de miles de seguidores se le unían en el camino.
¿Cómo hizo Elkana para llegar a un nivel tan elevado? El Midrash nos dice que antes de ser elevado a nivel nacional, Elkana fue elevado a nivel local. Y antes de ser elevado a nivel local, fue elevado a nivel personal. Y la cosa no termina ahí: antes de ser elevado a nivel personal, se había elevado a nivel doméstico. Vale decir, Elkana trataba a su esposa con cariño, amor y consideración. Antes de que naciera Shmuel, muy tarde en la vida de su madre, la esposa de Elkana, Jana, estaba desconsolada. Durante años, ella no pudo tener hijos. Las Escrituras nos dicen que Elkana le dijo a su esposa Jana: "Jana, ¿por qué tienes el corazón destrozado? ¿Acaso yo no te soy mejor que diez hijos?". Ahora bien- yo pregunto: ¿Cuántos maridos están en la capacidad de hacer tal afirmación? Cada letra de nuestra sagrada Torá es la verdad eterna y absoluta. Entonces, si las Escrituras dicen que Elkana era mejor para su esposa que la satisfacción de diez hijos, seguramente podemos estar seguros de que él fue un esposo modelo.
¿Cuál era el secreto de Elkana? Trabajó en sus “midot”, sus rasgos de carácter. Ciertamente se libró de la ira y la arrogancia. Era compasivo, considerado y totalmente modesto. Trataba de emular los rasgos de Hashem en todos los sentidos. Escuchaba atentamente a los demás. Y su primera prioridad estaba en casa, complaciendo a su esposa Jana. Antes de hacer buenas acciones fuera del hogar, que son la clase de aciones que a menudo nos hacen obtener el reconocimiento público, Elkana era amable, considerado, servicial y compasivo a puerta cerrada. Él hacía buenas acciones para su esposa en un entorno privado donde nadie lo veía, y no lo hacía para que le sacaran fotos y las publicaran en las redes sociales…. Una vez que Elkana demostró su verdadera integridad en casa, Hashem le dio honor y prestigio también afuera.
Recientemente, recibí una llamada telefónica de una mujer que estaba en medio de una crisis. La mujer me dijo: "Rabino, mi esposo me tortura. ¡Es tan malo conmigo! Si no está criticándome o gritándome, me ignora por completo. No está satisfecho con nada de lo que hago". La pobre mujer prorrumpió en llanto. "¿Qué problema tengo?" me preguntó. "Ninguno", le dije. “Tu marido necesita hacer teshuva”, pensé para mí. La Torá requiere que seamos igual de cuidadosos de no lastimar a los demás como de no comer alimentos prohibidos. El Talmud nos cuenta de un hombre que, a pesar de ser buena persona, recibió un veredicto celestial de muerte por hacer que su esposa derramara una lágrima.
El nivel espiritual de una persona se mide por lo bien que trata a su esposa. Pero si trata a su esposa con crueldad, es más bajo que un animal, ya que ni siquiera un animal es cruel con su pareja. Para ser llamado “ser humano”, una persona tiene que ser humanitario con su esposa, porque ella es su propia carne y la otra mitad de su alma. Para ser considerado una persona “religiosa”, debe tratarla con respeto. Un hombre que no respeta a su esposa no puede considerarse verdaderamente religioso. Es obvio que carece de emuná, fe y gratitud a Hashem.
La verdadera prueba de un hombre radica en cómo trata a su esposa. Hay hombres que son expertos diplomáticos fuera del hogar, que siempre están sonriendo con una sonrisa de un comercial de dentífrico cuando se encuentran con sus socios o con perfectos desconocidos a quienes quieren impresionar. Pero todo eso no vale de nada si trata mal a su compañera de vida.
Continuará
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