Por favor, vete

Es sorprendente lo complicadas que pueden ser las relaciones interpersonales. O, por lo menos, así parece. Pero, en realidad, es algo bastante sencillo. El problema es que perdemos la capacidad de ser objetivos en el momento en que estamos involucrados en la situación "complicada".

Muchas veces no estamos seguros de si debemos mantener una amistad o una relación familiar con alguien. Por un lado, nos hieren. Por el otro, nos dicen que nos aman, y que quieren lo mejor para nosotros. Es todo muy confuso. No estamos seguros de quién es realmente esta persona o qué piensa cuando nos lastima.

Con frecuencia, incluso pensamos que nuestra reacción es exagerada o que somos demasiado sensibles, y que tal vez para otra persona, eso que a nosotros nos lastimó tanto no resulta tan hiriente…

¿Cuántas personas conoces que están en relaciones sentimentales enfermas? Tal vez sus “compañeros” no sean físicamente abusivos, pero sí verbalmente abusivos o controladores, o egoístas y estrictos. Tal vez son infieles…

Piensa en un amigo o amiga que haya estado o esté en una relación así. ¿No te parece obvio que no seguir adelante con esta relación? ¿No es obvio para ti que esa relación está lastimando a tu amigo/a?

Probablemente. Pero eso es porque tú no estás involucrado. Pero para la persona que está en medio de esa relación, sus emociones confusas hacen que todo se vea tan borroso, incluso hasta el punto en que no pueden diferenciar el amor del odio.

Desafortunadamente, le damos más importancia a las palabras que a los actos. Las mujeres en particular somos más vulnerables a los cumplidos y demás.

Es increíble hasta qué punto las mujeres no se dan cuenta de cuando su hombre las falta de respeto, las trata como basura, incluso las engaña, pero les dice que las ama. Acaso esa simple frasecita "Te amo, corazón" tiene el poder de borrar todas las malas acciones que ha hecho?

Creo que también hay otro factor que confunde a las personas en relaciones abusivas: saber que entrarán en una realidad llena de incógnitas, lo cual les da mucho miedo. Las mujeres muchas veces prefieren seguir en sus situaciones incómodas, en gran parte porque les resultan familiares. Especialmente si se enfrenta a la realidad de ser una madre soltera que va a tener que hacer todo por su cuenta.

Yo las entiendo perfectamente. Yo misma he tenido una dinámica muy poco sana con cierto miembro de mi familia durante años. Era  un ciclo constante de insultos / represalias / guerra fría / apaciguar al otro después de meses de no hablar. Y así durante años…

Cada vez que dejábamos de hablar, me prometía a mí misma que esta era la última vez. Pero al final, nos amigamos. Hasta que volvió a suceder otra vez. Y otra. Y otra

Me llevó siete años vivir lejos de esta persona para darme cuenta de lo innecesaria que era esa relación para mí. Lo que lo hizo complicado fue que era un miembro de la familia.

¿No se supone que la familia esté de tu lado sin importar qué? ¿No tienen que amarte y respetar tus elecciones de vida sin importar qué? ¿Porque quién más estará siempre allí para ti, si no tu familia?

Y todas esas cosas buenas.

Si tienes una familia como esta, eres bendecido. Es algo maravilloso, y creo que así debe ser.

Pero, como dije. Las personas entran en relaciones con toda una carga de equipaje. Y cuando no quieren lidiar con eso o incluso reconocerlo, desafortunadamente puede destruir sus relaciones.

Después de un corto período de luna de miel, esta persona comenzó de nuevo con sus críticas y negatividad habituales. Traté de ignorarlo. Traté de defenderme. Traté de señalar lo que estaban haciendo. Intenté todo bien.

Y luego tomé represalias.

Les dije todo lo que había estado guardando durante muchos años, y no era bonito. Finalmente, dije que había terminado con esta relación, y lo decía en serio.

No sé qué será en el futuro, y espero poder cumplir mi promesa, pero solo el tiempo lo dirá.

El punto es que estos últimos siete años de vivir lejos de esta persona me han hecho mucho bien. Me han hecho darme cuenta de que no dependo en absoluto de esta persona para nada, ni emocional ni materialmente.

Los años que pasé en Israel fueron años de tremendo crecimiento en muchos sentidos. Una de las formas más importantes en las que he crecido fue ser más independiente. Entonces, cuando regresé a Miami y de repente me encontré en el mismo patrón destructivo, me sorprendió. Hoy soy una mujer de 40 años, madre de cinco hijos. ¿Acaso debo tolerar a alguien que insulta y critica cómo hago las cosas?

No.

De repente, fui bendecida con un poco de objetividad. Vi claramente que esta relación nunca cambiaría. Nuestra dinámica nunca cambiaría. Y eso es porque ese familiar no quería reconocer que necesitaba ayuda. No quería ni quiere reconocer que tienen cosas que necesitan cambiar.

Lo que me lleva de vuelta a la regla general en las relaciones poco saludables.

Muchas mujeres me escriben, preguntándome si deberían dejar a su pareja porque las engañaron, son abusivos y todo lo demás que escribí antes.

Para mí, la respuesta es obvia.

Si dos personas están en una relación, y ambas trabajan activamente para mejorar y reconocen que necesitan cambiar (porque nadie es perfecto), entonces la relación merece otra oportunidad.

Por supuesto, siempre y cuando no sea una relación abusiva. El abuso en cualquiera de sus formas nunca debe ser tolerado, no importa cuánto el otro te diga que te ama.

Pero, si está claro que tu eres el único de los dos que está tratando de mejorar la relación mientras que tu pareja no está dispuesta a reconocer sus defectos ni trabajar para cambiarlos, la cuestión de irte o no es bastante fácil…

Una persona que trabaja en sí misma no es una base suficiente para una relación saludable. Ambas personas, ya sean amigos, cónyuges o socios comerciales, necesitan trabajar constante y activamente para mejorar.

Todos queremos ser felices. Hashem quiere que seamos felices.

Pero a veces, nosotros mismos somos los que nos interponemos en el camino de nuestra propia felicidad.

Y por más doloroso y difícil que sea, a veces el camino hacia nuestra felicidad comienza recién cuando nos vamos.