La tan ansiada paz conyugal

Un día, alguien me dio el libro Las Puertas de la Gratitud y mi vida cambió instantáneamente...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 08.11.21

Shalom Rabino:

 

Somos una familia con cuatro hijos. Mi marido tiene problemas de visión y nos corresponde recibir un departamento de Amidar (la compañía israelí que provee departamentos subsidiados a las capas de bajos recursos de la población). Nos anotamos para recibir un departamento y si bien respondemos a todos los criterios requeridos, nos dijeron que hay que esperar turno y que ya hay cientos de familias esperando antes que nosotros y que vamos a tener que esperar varios años. Mientras tanto, nos van a ayudar con el alquiler. Pero la suma era muy baja y lo único que encontramos por ese precio fue un departamento en ruinas en un barrio con muchos problemas. Estábamos muy afligidos por toda esta situación: nuestros hijos no fueron aceptados en la escuela de Torá local y a nosotros no nos recibieron bien los vecinos. Yo me sentía tremendamente sola.

 

Un día, alguien me dio el libro Las Puertas de la Gratitud y mi vida cambió instantáneamente. Me “devoré” el libro y enseguida empecé a llevarlo a la práctica. Le di las gracias a Hashem por no tener un departamento propio, y por el hecho de tener con qué fortalecerme. Pues bien: en cuestión de dos semanas (!!!) nos llamaron de Amidar para decirnos que nos iban a dar un departamento en otro barrio. Y no un departamento cualquiera sino un departamento muy amplio y remodelado en otro barrio completamente distinto, con excelentes vecinos. Los niños del edificio son todos muy educados y juegan con mis hijos. La verdad es que estoy muy contenta. Yo vi con mis propios ojos el tremendo milagro que me hizo Hashem apenas Le di las gracias….

 

Esta carta, como tantas otras historias de este libro, nos enseña que las “horas de atención al público” son totalmente innecesarias. Hay libros, hay CDs. Elijan cualquiera, empiecen a leer, empiecen a escuchar. Es imposible que uno trabaje consigo mismo utilizando estos libros y estos CDs y no alcance su rectificación personal. Está escrito: “Te esforzaste y encontraste, créelo. Encontraste y no te esforzaste, no lo creas”. Por lo tanto, cada uno tiene que aprender a llevar a cabo el trabajo espiritual. No podemos ser perezosos. Hay que clamar ante Hashem: “Amo del universo, apiádate de mí, para que pueda trabajar conmigo mismo, que clame ante Ti”. Y el trabajo espiritual es esencialmente la hitbodedut.

 

Uno puede estudiar mucho y puede entender mucho o poco, pero lo principal es que ponga en práctica lo que estudia, que lleve de la potencia al acto lo que estudia, vivir lo que estudia. Y eso se lleva a cabo solamente por medio de la plegaria y la hitbodedut. ¡Esto es un hecho! Personas que no conozco vienen a verme a contarme que leyeron los libros y trabajaron consigo mismos y se salvaron de los problemas que tenían, y ni siquiera me conocen.

 

A aquellos que tienen problemas graves de pareja, les digo: “¡Lean el libro En el Jardín de la Paz!”. Estas personas no me vieron en toda su vida y gracias al libro alcanzaron la paz conyugal. ¿Por qué? Porque estudiaron el libro y pusieron en práctica sus consejos. Todo esto de recibir a gente es absolutamente necesario… Están los libros; están los CDs, están las Joyitas. ¡Lean, escuchen, trabajen!

 

El hombre piensa que si no tiene paz conyugal con esta mujer, va a poder tenerla con otra mujer. No es verdad: si no logra llevarse bien con su esposa, no va a poder llevarse bien con ninguna otra mujer en todo el mundo, a menos que haga teshuvá. La persona que tiene un problema, si tomara la decisión de esforzarse y hacer un cambio en su vida, sin lugar a dudas solucionaría todos sus problemas. En el caso de los problemas relativamente simples, basta con una sola hora de hitbodedut. En el caso de los problemas más complejos, hacen falta seis horas.

 

Cuando atiendo al público, me siento como un farmacéutico que le receta “fórmulas” a los pacientes: “Estudia este libro. Escucha este CD…”, “¿Tienes tal o cual problema? Escucha tal charla; ve al bosque. ¡Haz una hora! ¡Haz seis horas! ¡No tienes ninguna solución! La única solución es Hashem. Hay una sola dirección a la que puedes recurrir. Recuerda que existe un Creador. ¿Te sientes hijo? ¡Entonces ve con tu Padre! ¿Te sientes siervo? ¡Entonces ve con tu Amo! ¿Te sientes empleado? ¡Entonces ve con tu Jefe! ¿Te sientes soldado? ¡Entonces ve con tu Comandante! Dale las gracias. ¿No tienes suficiente emuná? ¡Ve a pedir más!”. La única diferencia entre el Jardín del Edén y el Infierno es la conciencia espiritual, conocer a Hashem, creer en Hashem es el único trabajo espiritual de la persona, su único objetivo.