La delicia más grande, el placer de los placeres, el deleite más grande, es experimentar la Unidad de todo. No sólo sentirte parte de la Creación, sino "parte" de la Fuente de todo…
La esencia de la Festividad de Janucá es el agradecimiento. Con este fin, recitamos el agradecimiento del Halel durante las plegarias de la mañana y agregamos una oración de agradecimiento en las Shmone Esre y en el la Bendición después de las Comidas. Más aún, por la noche encendemos velas como un medio para dar a conocer los milagros e inspirarnos para tal agradecimiento.
La delicia más grande, el placer de los placeres, el deleite más grande, es experimentar la Unidad de todo. No sólo sentirte parte de la Creación, del indivisible mundo mineral, vegetal, animal y humano, sino "parte" de la Fuente de todo.
Saber que tu vida personal tiene un significado eterno dentro del Propósito de la existencia del Todo. Saber que sea lo que fuere que te suceda, cada experiencia, es de alguna manera un mensaje de Di-s para ti, para enseñarte cómo vivir tu vida. Para sentir el Amor Divino, el amor que es numéricamente igual a Uno. Agradecer al Uno Quien comparte Su Unidad, incluso – y especialmente – durante los "malos" momentos.
Dentro del plan Divino para nuestro bien definitivo, Di-s debe a veces darnos una lección dolorosa. Aun así, dentro del dolor que experimentamos se encuentra oculto el Amor Divino, pues el dolor es sólo para nuestro propio bien, para que aprendamos nuestra lección. A veces se necesita mucho tiempo para que podamos comprender el mensaje – quizás años, décadas o incluso una vida entera.
Sin embargo, en Su Amor Infinito, Di-s es infinitamente paciente y nos permite que aprendamos a nuestro propio paso. Cuando finalmente comprendas el mensaje Divino, cuando finalmente aceptes la lección que Di-s quiere que aprendas, te sentirás pleno de agradecimiento por todo el dolor que sentiste y comprenderás que siempre fue para tu propio bien (Likutey Moharán I, 4:1-4).
Janucá es un tiempo para tal agradecimiento, un anticipo del Mundo que Viene (Ibid. II, 2:1). Un anticipo del mundo que existe aquí en la tierra, pero un mundo al que debes merecer llegar. Un mundo oculto de la mirada física, un mundo que debes sentir espiritualmente. Un mundo que está abierto a aquellos que verdaderamente anhelan por él – aquellos que están dispuestos a abandonar el deseo de satisfacer los sentidos físicos. Cuanto más satisfaces tus sentidos físicos, más embotas tu sentido espiritual.
En la medida en que seas capaz de transformar el deseo por lo sensual en un anhelo por lo espiritual, el agradecimiento que experimentes estará más allá de las palabras – un anticipo del Mundo que Viene.
De modo que cuando enciendas las velas de Janucá, observa su luz material. Mira a través de las llamas que contemplas con tus ojos físicos y percibe su luz espiritual. Comprende que más allá del mundo que ves con tus ojos físicos hay un mundo que trasciende la lucha y la disputa. Es un mundo donde tú eres uno contigo mismo y con todo, donde puedes agradecer a la Fuente de toda vida.
Disfruta el momento de eterna satisfacción… La pequeña vela que revela la Luz Oculta.
– Extraído de "Januca con el Rabí Najmán de Breslov" escrito por Ioshúa Starret –
(Con la amable autorización de www.tora.org.ar)
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