La Crueldad de Las Apuestas
Se debe saber, que el hombre no es el dueño de su dinero, sino que le fue depositado en sus manos por el Creador, para que lo use según Su voluntad.
Se debe saber, que el hombre no es el dueño de su dinero, sino que le fue depositado en sus manos por el Creador, para que lo use según Su voluntad.
Las apuestas son una terrible calamidad, y el que es atraído por ellas se adicta aún más que el que se adicta a las drogas. Generalmente causan el colapso del hombre y lo llevan a un estado deplorable; el hombre creyente no debe tener nada que ver con ellas.
Las apuestas son derivadas del amor al dinero, sacan al hombre de sus cabales, lo alejan completamente de la verdad y de la fe en la Supervisión Divina.
Estas parecen ser unl camino fácil para ganar grandes sumas de dinero, pero en verdad es una senda muy difícil, que lleva al hombre y a todo su familia a una vida amarga e insoportable.
Las apuestas marean al hombre, pues la Mala Inclinación siempre se preocupa que algunos ganen sumas enormes, así quien los ve se come el corazón de envidia y se imagina que la próxima vez él será el ganador. El hombre se marea y gasta en pocas horas sumas enormes, con las cuales podría hacer muchas cosas positivas.
El apostador causa una terrible aflicción a todos sus parientes, y especialmente a su esposa e hijos, que ven desesperadamente como toda esa abundancia se pierde en lugar de llegar a ellos que verdaderamente la necesitan.
Según la ley judía (Halajá) y las leyes morales, todo dinero que se gana mediante las apuestas es un hurto, porque el hombre gana por la perdida de otros y por tal razón no trae ninguna bendición. No hay gozo en el dinero que llega por un sucio camino, solo sufrimiento.
El apostador siempre pierde
Esto se debe saber, al comienzo del año (Rosh HaShaná) le es decretado al hombre cuanto ganará y cuanto perderá en el año que comienza.
Con respecto a lo que le fue decretado al hombre que gane, incluso si hará todos los esfuerzos posibles, y aunque apostara con grandes probabilidades y cálculos sofisticados, nunca podrá ganar más de lo que le fue decretado desde el Cielo.
Pero ¡atención! – con respecto a lo que le fue decretado perder – es posible perder aún más de lo que le fue decretado e incluso es posible perder toda la fortuna y el dinero, y todavía quedarse con enormes deudas.
Entonces, una de dos – si el apostador perderá en las apuestas, es posible que pierda todos sus bienes y todavía más; y si gana, nunca podrá gozar más de lo que le fue decretado, en especial porque ese dinero no contiene ninguna bendición. Es decir que de todas maneras el solo perderá, y entonces para que le ayudaron todas las apuestas… ¿acaso podrá cambiar lo que le fue decretado desde el Cielo? Lo mejor es que espere, y reciba lo que es suyo en forma recta y con dignidad.
El apostador es cruel
Se debe saber, que el hombre no es el dueño de su dinero, sino que le fue depositado en sus manos por el Creador, para que lo use según Su voluntad. La mayoría del dinero que el Creador le da al hombre que tiene esposa y hijos es solo para sostenerlos, y si no tuviera familia, tampoco tendría todo ese dinero – y entonces ¿quién le permitió usar el dinero que le fue dado por el Creador para ellos y apostarlo? Vemos entonces, que el hombre que apuesta, hurta lo que pertenece a su familia, y que le fue dado por el Creador para que lo use inteligentemente para bienestar de ellos, y no para que los afecte con su frivolidad y su quimeras.
No existe alguien tan cruel con su esposa y hijos como este apostador, porque no importa si gana o pierde, de todas maneras el causa angustia a sus familiares; si pierde – entonces perdió el dinero de su familia y deberá dar rendición de cuentas al Creador por toda la aflicción que le causó, y mientras tanto también les llegan todo tipo de sufrimientos por esa culpa. Y también si gana en sus apuestas –nada le sale de eso porque recibe solamente lo que le fue decretado, y ese dinero no tiene ninguna bendición debido a que lo recibió por medio de un camino impropio. Su familiares sufren por sus perdidas, y se avergüenzan porque el sustento les llega por medio de las apuestas.
El apostador goza a cuenta del pesar de los otros
Las apuestas son terriblemente inmorales. En la mayoría de los casos, la ganancia de las apuestas es a cuenta de otro; ¿cómo puede ser que un hombre creyente acepte gozar a cuenta del pesar de su prójimo? Y a decir verdad, no solo su prójimo sufre, porque como se ha dicho anteriormente, el apostador pierde el dinero de su familia, y a veces pierde también el dinero de otra gente de la que tomó prestado, o a la que robó. ¿Como le sería posible a un hombre creyente gozar de este tipo de dinero ensuciado con la sangre de los demás?
Con mayor razón, los dueños de las distintas casas de apuestas son realmente asesinos del espíritu. Todas sus enormes ganancias son a cuenta de la terrible aflicción de los que fueron seducidos a apostar en sus casas de juego, y especialmente de sus familiares. Y no solo eso, sino que les "ayudan" con préstamos para que puedan seguir apostando después que su dinero se terminó, y con esto los arruinan a ellos y a sus familiares.
La conclusión es que el hombre creyente no tiene nada que ver con las apuestas.
En el caso que el hombre posea una fuerte pasión por las apuestas, debe pedirle al Creador del Universo, que le saque su apetito de dinero, pues esa es la razón por la cual es atraído por las apuestas – el enfermizo amor al dinero – desea tener mucho dinero aunque no tenga problemas de sustento. También debe rezar muchísimo para tener fe, porque la raíz de su apetito por el dinero y las apuestas es la herejía, es decir, que no cree que todo su sustento está fijado desde el Cielo, y aún peor, ¡el cree con falsa fe que podrá, a través de las apuestas, ganar grandes sumas sin la Supervisión Divina. ¿Qué crees, que piensa que el Creador le quiere dar dinero mediante sus apuestas? Es ridículo, el hombre debe saber que el Creador tiene muchos caminos para sostenerlo y no necesita su ayuda, y ciertamente no por el mal camino de las apuestas.
Continuará…
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush)
3/14/2021
La emuná en HaShem no es para tener cosas materiales. Es para tener plena confianza en Él y escucharlo y obedecerlo. Si después de esto HaShem quiere darnos o no riquezas es Voluntad de Él. La Emuná no es un amuleto.
2/09/2016
pregunta
Excelente articulo, pero surgio una duda entonces para q tener emuna, sino podemos hacer nada para aumentar nuestros bienes?
2/09/2016
Excelente articulo, pero surgio una duda entonces para q tener emuna, sino podemos hacer nada para aumentar nuestros bienes?