Entre Jacob y Bashar Assad
Todos nos encontramos con dificultades en nuestras vidas. Con situaciones que nos quitan el balance con momentos que hubiéramos preferido que no ocurrieran. Pero…
Todos nos encontramos con dificultades en nuestras vidas. Con situaciones que nos quitan el balance con momentos que no hubiéramos preferido que no ocurrieran. Pero…
Cómo el mensaje de Yaakov le hubiera ayudado a Bashar Assad
Uno de los grandes comentaristas, el Baal HaTurim, nos hace ver, como la incapacidad de nuestro Patriarca Yaakov (Jacob) de convivir con su hermano Esav (Esaú) a su regreso de Haran, influyó posteriormente en toda su descendencia, hasta llegar a nosotros. O sea, que hacen 4000 años llevamos este problema de Yaakov sobre nuestras espaldas. Como si, en nuestros genes, nuestro ADN, hubiera una deficiencia que hasta la fecha nos ha debilitado frente a Esav.
Como sabemos, el Esav de los tiempos de Yaakov, también es conocido en la Torá como Edom, y por los comentaristas, como Roma, o el mundo occidental, con todo lo que esto representa. Desde el exilio al cual hemos estado sometidos en los últimos 2000 años, pasando por la religión (el cristianismo) e ideología que ha derivado de Esav.
Así como una enfermedad, con un miedo inexplicable, vemos que Yaakov, encontrarse con su hermano, enviarle regalos, prosternarse frente a él, y preferir tomar un camino separado al de su hermano.
Pero Yaakov reconoce que tiene un problema frente a su hermano mayor. Y sabe que tiene que buscar la medicina que le permita ¨curarse¨ de este miedo irracional.
Por supuesto que nuestro Patriarca empieza su tratamiento, pero el mismo tomara hasta la llegada del Mashiach para curarse.
O sea, como lo profetiza el Profeta Ovadia, llegara el día en la cual Yaakov (y su descendencia-a partir de Yosef) podrá enfrentarse a su hermano, e inclusive ganara la batalla.
¿Cuál es entonces la grandeza de Yaakov? El haber entendido que tiene un problema y que tiene que buscar la medicina. Vio, dentro de sí mismo que él tiene un problema, y que él tiene que empezar a arreglarlo. Por esto decimos que Yaakov es Emét (Verdad). Porque busca la verdad.
Este simple mensaje que nos brinda la Torá y sus comentaristas, son una gran lección para cada uno de nosotros, a nivel personal, y a nivel general.
Todos nos encontramos con dificultades en nuestras vidas. Con situaciones que nos quitan el balance con momentos que hubiéramos preferido que no ocurrieran. Pero la vida, como dicen muchos, no es un mar de rosas. Y debemos enfrentarnos y buscar soluciones a lo que nos agobia.
Lo más común es buscar un chivo expiatorio y tirarle la culpa a él.
Mirar fuera de nosotros y encontrar un factor externo al cual responsabilizar. Pero esto no nos saca de la situación. A veces la disfraza, la encubre hasta que volvemos a encontrárnosla bajo otra forma, con otra intensidad. Así como una enfermedad, que empieza con un dolorcito, que pretendemos olvidar, y que va empeorando con el pasar de los días y la falta de atención adecuada, hasta el día que ya no hay nada que hacer (Di-s no lo permita).
De allí que deberíamos buscar las raíces de las situaciones que nos agobian para sanarlas y curarnos a nosotros mismos. Así como buscamos a los mejores especialistas que encuentren la fuente de nuestra enfermedad, de igual manera debemos buscar las razones de nuestras aflicciones. Debemos buscar nuestra Emét (Verdad).
Es este pensamiento que me viene a la mente al leer las noticias de hoy sobre la situación en Siria, y las declaraciones de su presidente, que culpa a una ¨conspiración foránea¨ la rebelión interna y los miles de muertos que ha sumado su ataque a la población siria que se opone a su mandato.
Que lastima que este señor no sea capaz, o más bien no quiera ver la verdad. El buscar un chico expiatorio en un ¨conspiración extranjera¨ solamente lo aleja de una solución a la protesta diaria y las muertes constantes que ocurren en las ciudades sirias.
Es necesario valor para buscar en si mismo las fallas que nos llevan a una situación difícil. Pero parece que Assad no tiene este valor, y se esconde detrás de todas las falsas razones, al no asumir su responsabilidad para empezar la sanación de esta sociedad enferma que está bajo su gobierno.
Pero Assad no está solo. Es una tendencia, muy a menudo, empleada por todos los dirigentes árabes, los cuales han siempre buscado al chivo expiatorio en el enemigo sionista¨. Han mantenido a las masas enfocadas en un factor externo porque mirar hacia dentro asusta. Es mejor ser ciego a ver la realidad.
Y siendo franca, no puedo olvidarme, que el mismo mundo de Esav, el occidente emplea el mismo auto engaño al culpar al judío y/o a Israel de todos los desastres económicos habidos y por haber, del terrorismo árabe, de la gran mayoría de sus males, etc.
De allí que, cuando leemos en los periódicos, o vemos las noticias en la televisión o la radio y percibimos que el mundo anda chueco, entendemos que aun estamos en un estado de negación. Negación personal, y negación mundial.
Los profetas nos dijeron que algún día sanaremos de esta enfermedad. Llegaremos a este tiempo en que, habremos mirado hacia dentro y asumido la cura de nuestras debilidades, habremos visto con ojos de “verdad” qué tenemos que arreglar.
Pero el primer paso para alcanzar esta salud, empieza por nosotros mismos. Por este verdadero deseo de enfrentarnos al trabajo que nos hará ser gente (y pueblos) de la Emét – tal como fue la aspiración de Yaakov, nuestro Patriarca.
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