Piscis en el mes de Adar — Un Llamado a la Transformación Espiritual

En un mundo donde el anhelo de autoconocimiento es cada vez más intenso, la astrología se ha convertido en una herramienta poderosa para comprender nuestras propias complejidades internas. 

En el mes de Adar se nos brinda una oportunidad única para explorar y trascender los límites de nuestra individualidad. Sumergiéndonos en una búsqueda personal más profunda, que va más allá de los límites de la personalidad. En Adar, entramos en una faceta que me atrevo a definir como una dimensión más allá de las estrellas, como aquella en la se encuentra el Pueblo de Israel.

Cada constelación en la rueda zodiacal nos ofrece una exploración única sobre aspectos de la propia personalidad y esencia humana. Todos poseemos un poco de todas estas energías expresadas en las diferentes constelaciones. 

Piscis, la última constelación en este ciclo que corresponde al mes de Adar, nos introduce en un terreno de espiritualidad y transformación. Así como la mudanza que operó en el pueblo judío en la época del exilio Persa, en el mes de Adar, nos encontramos en el punto culminante del año judío, donde nuestras acciones nos llevan a un nuevo nivel en el camino hacia la santidad.

El mes de Adar, simbolizado por la letra Kof, nos convoca a trascender la noción de justicia y rectitud asociada con la letra Tzadik que la precede para adentrarnos en el estado de kedushá. En el mes de Adar (Kof) experimentamos la kedushá – la santidad, que representa un nivel superior de realización espiritual en comparación con la justicia (Tzadik). Aquí, la lucha contra la mala inclinación ha sido superada. Hemos conseguido integrar todo lo bueno y lo malo en el gran propósito por el cual hemos sido creados, hemos logrado saborear la bondad del Creador. 

Las festividades de Purim ilustran este poder transformador, ofreciéndonos la oportunidad de elevarnos a un plano de santidad que supera toda comprensión humana.

La constelación de Piscis está relacionada con los planetas Júpiter y Neptuno. Esta energía nos desafía a disolver nuestra individualidad y dejar de lado el ego, accediendo así a un nivel más profundo de comprensión y conexión con los demás y con el universo. 

Por supuesto que somos mucho más que nuestras circunstancias. Júpiter se formó mediante la letra Guimel. Que está contenida en la palabra Gomel que significa beneficencia. A su vez Júpiter es el regente de nuestro patriarca Abraham que es el pilar de la gracia y la benevolencia. Nos viene a recordar que todo tiene sentido así como el camino de Abraham Avinu. 

El ascenso a la santidad 

La festividad de Purim expresa el poder transformador de Piscis en el mes de Adar. Durante esta festividad, se celebra el ascenso a la santidad que supera toda comprensión humana. 

En la tradición judía, el signo de Piscis simboliza tanto a la nación de Israel como a la Torá. Indica que seguir los preceptos de la Torá lleva al judío a encontrar su verdadero ser. Así como el pez, que simboliza la constelación de Piscis, solo está en casa cuando está en el agua, el judío solo está en casa cuando conduce su vida según los caminos de la Torá. 

El signo de Piscis marca el período sublime del calendario hebreo en el que el hombre a través de su alma llega a trascender su corporalidad y quiere escapar del plano material. 

Esta energía de disolución se relaciona con el elemento agua asociado a Piscis.  Agua denota la flexibilidad de carácter, que promueve cambios profundos, como aquel que ocurrió al pueblo judío en Purim. 

El término Shushanat Yaakov (la rosa de Yaakov) se utiliza para describir el alma judía, indicando ese potencial de cambio que en hebreo llamamos Shinui. Recordemos que durante los días de Mordechai y Esther en el exilio Persa, los judíos cambiaron los caminos malos por los caminos de la Torá.

El atributo del cambio presente en este período nos invita a reflexionar sobre la relación entre Adar y Elul, ambos meses de transición. En este contexto, el mes de Adar ofrece una oportunidad única para el crecimiento espiritual personal, culminando en una transformación fundamental en preparación para la próxima etapa del ciclo anual. Podemos decir que en el Elul se hace el examen y en Adar celebramos la graduación. 

Hay dos prácticas nos ayudan durante el sorprender mes de Adar en este camino de transformación: 

1.Reírnos de nosotros mismos 

2.El acto de la Tefilá

Reírnos de nosotros mismos

La alegría verdadera, parte integral de este mes, no radica únicamente en celebrar nuestros logros, sino en aprender a integrar y aceptar tanto lo positivo como lo negativo. Reírnos de nosotros mismos nos desafía a abrazar nuestra totalidad, integrando los aspectos más complejos de nuestro ser para alcanzar una verdadera liberación y conexión con lo espiritual. De esto se trata justamente superar la lucha entre la buena y la mala inclinación. En saber que somos parte de un todo y somos todo a la vez. 

Reírnos de nosotros mismos significa aceptar lo malo y reírnos también, porque no sabemos cual es la verdadera razón por la que tenemos que experimentar esa cualidad o situación en la vida. Nos reímos porque sabemos en lo más profundo de nuestro ser que Hashem está oculto detrás de eso, aunque no podamos verlo. 

Así como estuvo oculto durante toda la Meguilá de Esther y nunca fue mencionado su santo Nombre, con todos los acontecimientos de la Fiesta de Purim, operó una mudanza indescriptible en el alma del pueblo judio. Igualmente, cada evento de nuestra vida tiene el potencial de mover nuestra alma hacia el lugar de la santidad de la cual proviene. 

Por esta razón está escrito: cuando entra el mes de Adar es necesario aumentar la alegría. Según el Sefer Yetzirah el órgano del mes de Adar es el Vaso, que a su vez está asociado a la risa. La risa solo es permitida a una persona que está ligada a la fuente suprema (Talmud Berajot 30b). Los Tefilin simbolizan la corona suprema, la raíz del alma, la fuente de la risa. Solo cuando una persona está ligada a esta fuente se ríe con seguridad. Este es el nivel de Purim. Nos reímos de saber lo poco que podemos ver y entender. 

La práctica de la Tefilá 

Por otro lado, la Tefilá nos ofrece una práctica profunda y significativa, que nos sumerge en un estado de humildad, aceptación de nosotros mismos y la totalidad de las circunstancias. Nos permite conectar con el poder de Boré Olam.

En el mes de Adar también se nos insta a recordar la obligación de exterminar a Amalec. Odiar a Amalec y a sus descendientes, y recordar verbalmente la traición de ellos, es un precepto positivo de la Torá. 

El pueblo de Israel no superó el temor a causa de su vulnerabilidad, y no consiguió sustituir el miedo por la majestad y grandeza de Hashem. Amalec atacó esos puntos débiles. Después de la batalla contra Amalec, cuando los judíos llegaron al Monte Sinaí, antes de recibir la Torá, un pedazo de la integridad de sus corazones desapareció. Sin embargo, es en Purim, por primera vez cuando los judíos vencieron a Hamán, descendiente de Amalec, y alcanzaron paz, y lo hicieron a través de la Tefilá sincera y pura. 

Según nuestro Tzadik el Gran Rabino Arush hay varios factores que desalientan a una persona a creer en la oración personal y su poder. Estos elementos desalentadores y dudas se originan de una fuente de impureza espiritual conocida como la ‘cáscara de Amalec’. Al igual que con una fruta, uno debe cortar a través de la cáscara para poder participar y disfrutar del fruto. 

En el caso que nos ocupa, se debe romper la cáscara del agnosticismo, las dudas en la emuna y la efectividad de la oración, para poder rezar a Hashem de todo corazón. Esta es la guerra espiritual de Amalec. Es justamente en el mes de Adar el mes propicio para conectarnos con el más amplio nivel de emuná a través de la Tefilá, pues es ahora, en la época de la redención final que la eliminación total del recuerdo de amalec se dará justo antes del mes de Nissan es decir en Adar. 

Este mes singular nos invita a recordar que estamos conectados con un destino colectivo, llamándonos a trascender nuestra propia identidad y alcanzar un lugar espiritualmente profundo. A reirnos y a rezar, a saber que es poco lo que vemos y entendemos y que solo en los caminos de la Torá lograremos sentirnos plenamente llenos para transitar por la existencia que Hashem nos regaló. 

En esa área de tu carta natal que tengas más fuerte la constelación de Piscis,  recuerda que eres parte de algo mucho más grande que tu mismo, activa tu trabajo en el  crecimiento personal y aprovecha la oportunidad para explorar esas limitaciones, anhelos y metas más profundas que tengas en la búsqueda de realización y comprensión espiritual.

Soy Chaya Bisker, Coach Profesional formada en la “Torah Psychology School of Coaching & Counseling” mi enfoque se centra en la conexión alma, mente y cuerpo, complementado con una profunda comprensión de la astrología y prácticas de Mentora Familiar Sistémica. Especializada en responsabilidad social y desarrollo humano, abogada de profesión. Mi objetivo es guiar a las personas en el descubrimiento y expresión de su verdadera esencia y contribuir así con mi pueblo amado. Vivo en Jerusalén con mi esposo e hijos.