El penthouse – Bejukotai

El joven le promete a la joven un espectacular penthouse si acepta casarse con él. Ella acepta, y pronto descubre que él le está dando mucho más...

3 Tiempo de lectura

Rabino Lazer Brody

Posteado en 27.05.24

El joven le promete a la joven un espectacular penthouse si acepta casarse con él. Ella acepta, y pronto descubre que él le está dando mucho más…

Un joven le propuso matrimonio a una joven. Le dice: “Si te comprometes conmigo aceptando este anillo de oro, no sólo te daré lo que mereces según la ley de la Torá, sino que te compraré un penthouse con vistas al Mediterráneo…”. La mujer aceptó y se comprometieron y al poco tiempo se casaron.

Tras la ceremonia y el banquete, el novio llevó a la novia al penthouse que le había prometido. Para deleite de ella, era mucho más lujoso de lo que él había descrito. Las amplias puertas acristaladas del salón daban a un balcón con impresionantes vistas al mar y a la costa. La brisa marina era acariciadora y embriagadora. La cocina estaba equipada con todas las comodidades imaginables. Dos mucamos la saludaron al entrar. “¿Quiénes son esas dos personas?”, le preguntó a su flamante marido.

“Son tus sirvientes, para que les pidas lo que quieras”, respondió él.

La novia se pasea de habitación en habitación, anonadada. Una habitación está dedicada a su afición a la pintura, con todo lo que necesita un artista. Otra habitación es un gimnasio privado, equipado con los últimos y mejores aparatos de fitness. Los muebles del salón y el dormitorio son exactamente de su gusto y sumamente cómodos. La muchacha no puede creer su buena suerte.

“Sube a la azotea”, le dice su marido y la lleva de la mano por una escalera de caracol. Y de allí salen a un exótico jardín en la azotea con una vista panorámica del Mediterráneo al oeste y de los montes de Judea al este. La joven no logra contenerse y le saltan lágrimas de gratitud. Su marido le entrega una orquídea y le enseña armarios de cedro con zapatos y ropa para cada shabat del año, un guardarropa que supera su imaginación.

“No me merezco nada de todo esto”, le dice ella a su marido, arrojándose a sus brazos.

“Desde el momento en que aceptaste ser mi prometida, lo que es mío es tuyo”, le responde el esposo.

¿Acaso esta historia te parece inverosímil? ¿Quién puede tener tanta suerte como esta joven novia?

Nosotros.

“Si seguís Mis leyes y observáis Mis mandamientos…” (Levítico 26:3).

En el pasaje anterior, Hashem repite la promesa que nos dio en la porción de la Torá de la semana pasada (ver Levítico 25:18-19), a saber, que la observancia de los mandamientos de la Torá trae paz a la sagrada Tierra de Israel, como Hashem nos asegura en la porción de la Torá de esta semana: “Y daré paz en la Tierra” (ibíd., 26:6). Esto se suma a todas las maravillosas bendiciones de hijos, longevidad y amplios ingresos.

Hashem le promete a Su pueblo elegido que, si siguen Sus caminos y observan Su Torá, santificándose en Sus mandamientos y “desposándose” con Él en lugar de con las naciones del mundo y sus vulgaridades, nos colmará de todas las bendiciones: lluvia, cosechas abundantes, paz, hijos y todos los ingresos que necesitemos. Y como si eso fuera poco, Hashem promete ir en medio de nosotros (ibid, 12). Al igual que la joven novia a la que se le prometió su propio penthouse, pero que al final recibió mucho más de lo que jamás había soñado, el pueblo judío no puede imaginar lo que le espera cuando nos convirtamos en un pueblo observante que viva su vida individual y colectivamente de acuerdo con las leyes de la Torá.

Por gracia de Hashem, la emuná se está extendiendo por todas partes como el aroma de las flores de cítricos en la brisa primaveral. La gente está volviendo a sus raíces. Esperamos que llegue pronto el día en que la Presencia Divina de Hashem habite entre nosotros y nuestro pueblo disfrute de todas las bendiciones de la tierra, ¡amén!

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario