¿Qué me enseñó mi hijo autista?

Esta historia seguramente te llegará al corazón y te cambiará la perspectiva sobre las luchas cotidianas.

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David Ben Horin

Posteado en 24.06.24

“¡¡¡Pero no quiero ducharme!!!”.

Este estribillo familiar es uno de los muchos retos a los que se enfrentan los niños con autismo. Las experiencias sensoriales, como el contacto con el agua, pueden ser perfectamente normales un día e insuperables al día siguiente. Esta semana, para mi hijo, el simple hecho de ducharse se convirtió en un campo de batalla.

A medida que los días se hacían más calurosos, aumentaba el riesgo de que se enfermara. Tuvimos que intervenir.

“Querido, tienes que ducharte. Si no te duchas, no podrás leer tus libros favoritos. Tú eliges: dúchate y disfruta de tus libros, o no te duches y no vas a poder leer los libros”.

“Querido, tienes que ducharte. Si no te duchas, tendremos que quitarte el tablet. Yo sé cuánto te gusta ver tu serie favorita, pero si no te duchas, te vas a enfermar, así que tú eliges: O tu programa favorito después de ducharte, o hoy no hay Tablet”.

Nos dolió ver que se negaba.

Una simple ducha, una profunda lección de amor

Pasaron algunos días, y mi hijo seguía desafiante. Le suplicábamos con la esperanza de que tomara la decisión correcta.

“Hijo, por favor”, le suplicamos. “Te vamos a dar todo lo que quieras, pero, por favor, dúchate. Sólo serán unos minutos, y con mucho gusto te vamos a dar todo lo que deseas”.

Ante esta súplica desesperada, él simplemente sonríe y se va.

Finalmente, accede a ducharse. Lo cubrimos de jabón y lo bañamos en amor.

Mientras mi hijo está sentado con su nuevo corte de pelo, viendo su programa favorito y disfrutando de un plato de sus galletitas preferidas, es la tercera persona más feliz de la habitación. Shula y yo lo miramos, contentos de saber que está tan sano como feliz.

La generosidad de Dios: La magnitud de los dones de Dios

¿Acaso esto es un reflejo de nuestra relación con Dios? ¿Acaso Hashem no anhela bendecirnos en este mundo y en el Próximo con todo si tan sólo cumplimos Sus mitzvot?

“Yo soy el Eterno, tu Dios, que te hizo subir de la tierra de Egipto; abre la boca y la llenaré” (Salmos 81:11)

Pero, ¿qué significa abrir la boca?

Reflexionemos sobre un ejemplo de la generosidad de Dios.

Sólo en el último año, Dios ha bendecido al mundo con 785 millones de toneladas métricas de trigo. Eso son 28.800 millones de fanegas, cada una de las cuales contiene un millón de granos, que luego se convierten en la harina de nuestro pan, tortas, pasta y gran parte de lo que consumimos a diario.

Sólo el año pasado, Hashem nos concedió 28.800 billones de granos de trigo: 824 billones de tallos que adornan los campos de todo el mundo, garantizando la abundancia.

Y esto es sin mencionar la cebada, el maíz, las frutas y las verduras que nos regala cada día.

Cuando abrimos la boca para comer y para recibir Su generosidad, las bendiciones son realmente ilimitadas.

Encontrar la alegría en la disciplina Divina

¿Acaso somos todos en cierto sentido como mi hijo?

Hashem es nuestro Padre, ¡y tiene infinitas maneras de hacernos felices! Lo único que tenemos que hacer es dar el primer paso, aunque al principio nos sintamos un poco incómodos, porque realmente es lo mejor para nosotros.

Cuando hacemos algo beneficioso, Hashem nos recompensa abundantemente. Imaginemos que nos tomamos 25 horas para recargarnos espiritual y físicamente, sumergiéndonos en la plegaria, disfrutando de la compañía de amigos y familiares, y saboreando la jalá y el cholent.

Junto con este descanso rejuvenecedor y el tiempo que pasamos con nuestros seres queridos, Hashem nos colma de más bendiciones.

Nuestros Sabios dicen que al final de la vida, nos daremos cuenta de que nuestros peores impulsos eran una nada. El deseo de trabajar un día más o de ir al cine a mediodía palidece en comparación con el compromiso vital de guardar el Shabat.

¿Y la lucha por defender la pureza de expresión? Esa es sólo otra incomodidad pasajera más.

Hashem nos pide que amemos a al prójimo, que nos abstengamos del odio, del engaño y de poner obstáculos en su camino, tratándolo como lo haríamos con nosotros mismos. ¿Acaso nos estamos dejando llevar obstinadamente por las noticias diarias hacia la negatividad y el odio?

Hashem quiere darnos todo lo que deseamos y más. Él está constantemente observando, ayudando y esperando ansiosamente para bendecirnos en cada oportunidad.

Una familia bajo Dios: Tratarnos como hijos de Hashem

La clave para amar a cada persona reside en la profunda comprensión de que todos somos hijos del mismo Padre. Hashem, en Su gracia sin límites, nos llama Sus hijos. Al tratarnos como hermanos y hermanas, afirmamos nuestro sagrado linaje como hijos de Dios.

Vivimos en los días de Mashíaj. A pesar de nuestros “problemas” percibidos, incluso aquellos que erróneamente creemos que “otros han causado”, somos todoss participantes en un proceso Divino que culminará en:

– Paz

– Eretz Israel

– El Templo Eterno

– La Salud

– Prosperidad

– Una vida dedicada a conocer a Hashem

El Rebe de Lubavitch nos enseña que un solo acto puede traer esta era ahora mismo – y esta única mitzvá puede venir de cualquiera de nosotros.

Al concentrarnos en las mitzvot que podemos realizar, acercamos a Israel y al mundo a una era de paz, prosperidad y un llamado universal a conocer a Dios.

¿Qué tan poderosa  poderoso puede llegar a ser una sola acción?

Imaginemos una estrella nacida a 500 años luz de distancia, cuya luz comienza su viaje de cinco siglos hacia la Tierra. Un día después, la estrella implosiona. Aunque su vida fue breve, la luz que emitió sigue viajando, iluminando el universo. La estrella puede haber desaparecido, pero su luz perdura, proyectando un resplandor radiante a través de las galaxias.

¡Imagina la luz formada por una sola mitzvá!

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1. PAULIN NIKOLLI

6/30/2024

TODAJ RABAJ RABI BEN HORIM POR ESTA ENSENASA.BARUJ HaSHem.

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