Querer es como hacer

¿Qué pasa cuando uno quiere hacer una buena acción pero se ve impedido de llevarla a cabo?

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 01.07.24

La persona recibe recompensa por su voluntad, o sea, por el anhelo que tiene de realizar una buena acción. Incluso si, por el motivo que sea, no actuó, igualmente recibe recompensa. Y cuando sí actúa, la recompensa es esencialmente por la intención y no por el acto, ya que eso constituye la esencia del mérito que ha obtenido.

Está escrito en Nedarim (62ª): “Haz cosas en aras de Aquel que las hizo” está indicando que Hashem, Bendito sea, las hizo. (Veáse allí el comentario del Rosh y del Ran). Esto significa que Hashem, bendito sea, es el verdadero Ejecutante, mientras que la persona solamente posee una voluntad. El poder del libre albedrío del individuo es el hecho de que elige y anhela ese acto. Por consiguiente, lo principal es que la persona cumpla la mitzvá en aras de ella misma, o sea, por amor al Cielo. Pero si la lleva a cabo sin intención, entonces ¿qué tiene? Nada. Porque el acto provino de Hashem, Quien es el Ejecutante.

Aquí Rabí Tzadok aporta más pruebas para su afirmación de que, en realidad, solamente Hashem es el que lleva a cabo el acto. Dice la Guemará: “Haz cosas en aras de Aquel que las hizo”. En realidad, debería haber dicho: “Haz cosas en aras de Aquel que nos ordenó hacerlas”. Pero la forma en que se formula esta afirmación es prueba explícita de que Hashem es el Ejecutante que realiza cada mitzvá que hace la persona. Siendo así, ¿qué parte le corresponde al individuo? Lo único con lo que contribuye el individuo es con su intención de actuar en aras de Hashem, y su deseo de hacer Su voluntad.

Por lo tanto, escribe Rabí Tzadok, debemos afirmar que el libre albedrío del ser humano radica en su voluntad y su intención con respecto al acto. Si la persona quiere hacer algo pero no logra hacerlo, entonces ya ha cumplido con su parte en forma absoluta, y la presencia o ausencia de un acto propiamente dicho es irrelevante. Por el contrario, si realizó el acto pero lo realizó sin intención, ¡entonces no logró nada!

De todos los actos de benevolencia que llevó a cabo nuestro Patriarca Abraham, la paz sea sobre él, y su hospitalidad con los huéspedes, la Torá menciona únicamente lo que hizo por los ángeles. Pero, en realidad, nada de eso constituyó un acto de benevolencia, porque los ángeles no tenían ninguna necesidad de todo ello. Solamente tuvieron que fingir que comían para honrar a Abraham. El único factor relevante aquí fue el pensamiento y la buena intención que tuvo nuestro Patriarca Abraham.

De esta manera, la Torá nos informa que esta es la parte principal de los actos de la persona en su servicio Divino, y que no debemos enfocarnos en el cumplimiento del acto.

Sabemos ue Abraham era un pilar de benevolencia que en el curso de toda su vida llevó a cabo actos de bondad y hospitalidad y cuyo hogar estaba abierto a cada viajero que pasara por allí. Rabí Tzadok señala que la Torá no menciona en forma explícita ninguno de sus muchos actos de benevolencia excepto cuando ofrece una larga y detallada descripción de su acto de bondad con los ángeles. Pero los ángeles no tenían ninguna necesidad de comer y no obtuvieron ningun placer de toda la comida que él les ofreció. Ellos solamente simularon comer. Por lo tanto, en lo que refiere a cumplimiento neto de la mitzvá, la bondad de Abraham en este caso fue un acto completamente vacío. Pero Abraham pensaba que los ángeles eran seres humanos y, por lo tanto, ignoraba que ellos no tenían necesidad de la bondad de él y quiso ayudarlos y realizar un acto de bondad para ellos. Y por eso la Torá alaba a Abraham por su buena intención, ya que en realidad el acto no existió. La Torá nos cuenta esta historia en detalle debido a que quiere transmitirnos el mensaje de que el principal factor consiste de la intención que tiene la persona, más allá de que logre o no hacer lo que se ha propuesto.

 Por lo tanto, cuando una persona estudia la descripción   que hace la Torá de las ofrendas, es como si ella misma hubiera presentado una ofrenda (Menajot 110ª) y eso se debe a la intención que tiene la persona al estudiar. Sus ansias de poder hacer esto y su resolución para      hacerlo constituyen el aspecto primordial del estudio de la Torá: (la intención de) traducir el estudio en hechos.      En ese sentido, el versículo dice: “A Ti, Hashem, es la    bondad, pues Tú recompensas a la persona en     conformidad con sus actos” (Salmos 62:13). Esto se debe          a que, en Su vasta compasión, Hashem, Bendito sea, recompensa a la persona por su accionar, como si fuera la persona la que estuviera realizando la acción.

Aquí Rabí Tzadok está reforzando este concepto. La Guemará afirma que los versículos “Esta es la Torá del sacrificio expiatorio” y “Esta es la Torá de la ofrenda de culpa” significan que “todo el que estudia la Torá referente a un sacrificio expiatorio se considera como si hubiera presentado un sacrificio expiatorio y todo el que estudia la Torá referente a una ofrenda de culpa se considera como si hubiera presentado una ofrenda de culpa” (Menajot 110ª). ¿Por qué el estudio de la persona se considera equivalente al acto en sí? Al fin y al cabo, solamente está sentado frente al texto. La respuesta es que, mientras está estudiando, anhela llevarlo a cabo y está resuelto a actuar. Y eso de por sí se considera como si lo hubiera hecho.

Otro principio fundamental que deducimos de las palabras de Rabí Tzadok es que el valor principal del estudio es la intención que pone. El concepto de “estudiar para hacer” significa que la persona estudia con la intención de cumplir. Esta clase de estudio de la Torá es el nivel más significativo y más elevado que existe (tal como se explicará en el Capítulo Siete).

En conformidad con lo dicho, podemos entender la siguiente disputa que figura en la Guemará: “Cuando Rabí Tarfón y los ancianos estaban en la mansión de Beit Nitzá en Lod, se les formuló el siguiente interrogante: ¿Qué es más importante, estudiar o cumplir? Rabí Tarfón respondió: “El cumplimiento es más importante” y Rabí Akiva respondió: “El estudio es más importante”. Al final, todos respondieron: “El estudio es más importante, ya que el estudio conduce al cumplimiento” (Kidushín 40b). Pero ¿acaso alguien va a pensar que lo principal es el estudio? ¡Por supuesto que no! ¡Lo principal es el cumplimiento! La Torá nos explica cómo debemos comportarnos. ¿De qué sirve estudiar la Torá si no se cumplen sus enseñanzas? La respuesta es que la principal forma de cumplir es la intención. Por lo tanto, al estudiar, ¡está cumpliendo más que si cumple de hecho! Esto es porque el estudio fortalece la intención, lo cual, a su vez, conduce al cumplimiento (en conformidad con la frase que dice que allí por donde uno quiere ir, por allí se lo conduce).

Y entonces podemos entender el pasaje del rezo vespertino (en la bendición Ahavat Olam): “Tú nos enseñaste Torá y mitzvot. Por lo tanto…”. Esta frase debería continuado “Por lo tanto, hablaremos de Tus leyes y nos regocijaremos en las palabras de tu Torá, porque ellas son nuestras vidas y meditaremos acerca de ellas…”. ¿Por qué? Porque la esencia de nuestra existencia es la voluntad, y la esencia del estudio de la Torá es despertar la voluntad.

Hay muchos sabios de Torá que analizan el concepto de que la voluntad de cumplir una mitzvá se considera equivalente al cumplimiento de dicha mitzvá. Y debido a que eso fortalece el concepto extraordinario citado por Rabí Tarfón de que lo principal que Hashem espera de nosotros es la voluntad, voy a citar varias fuentes de otros grandes de la Torá de distintas escuelas y de distinto origen que se han referido a este tema.

El santo Or HaJaim (Levítico 14) comenta que la afirmación de la Guemará de que todo el que estudia Torá referente a las ofrendas se considera como si hubiera realmente presentado esas ofrendas se aplica en forma generalizada a toda la Torá. Y esto es lo que escribe:

Con referencia a cada mitzvá que la persona no puede llevar a cabo, al estudiar esta mitzvá en la Torá, es como si la hubiera realizado. Ese es el significado de “Si siguiereis Mis decretos y observareis Mis preceptos” (Levítico 26:3). Esas mitzvot que no puedes cumplir “las observarás”, en el sentido de que esperas con expectativa el momento en que puedas cumplirlas. Y al hacerlo, yo considero como si las hubieras cumplido. Y así dice el versículo: “Y las realizarán” (ibíd), lo cual significa: “Yo te recompenso no sólo por el pensamiento sino también como si realmente hubieras cumplido con la mitzvá”. Y es con esta intención que la persona debe estudiar las mitzvot de la Torá y tener la intención de cumplirlas.

Del mismo modo, el Sfat Emet (Ajarei 5632) enseña:

El versículo afirma: “Que el hombre realizará y por los cuales vivirá” (Levítico 18:5). Esto se refiere al futuro (vale decir, el versículo está escrito en tiempo futuro). Esto significa que, en todos sus pensamientos, el hombre siempre debe estar dispuesto a hacer la voluntad de Dios, Bendito sea. Eso le dará vitalidad y alegría. Esto se denomina “observar las mitzvot”: sentarse y esperar y anhelar: ¿cuándo podré cumplir con la voluntad de Dios? Y como resultado, cuando esta persona tenga la capacidad de hacerlo, lo hará de la manera debida. Y así continúa el versículo: “Observarán Mis decretos y Mis leyes, que el hombre realizará y por los cuales vivirá”, ya que esta vitalidad siempre existe como resultado de que la persona observa y cumple las mitzvot.

Y el Ben Ish Jai (Vaetjanán 301) enseña:

Es sabido que el individuo no puede realmente cumplir las 613 mitzvot, excepto por medio del pensamiento: sentándose y pensando con anhelo: “¿Cuándo me llegará esta mitzvá, para que pueda cumplirla?” o “Si tan sólo tuviera una conexión con esta mitzvá y pudiera cumplirla”. Entonces se considera como si las hubiera cumplido todas. En conformidad con esto, en un solo día, la persona puede cumplir las 613 mitzvot pensando en cada mitzvá por separado. El versículo afirma: “Guardarás el precepto y los decretos y las ordenanzas que Yo te ordeno hoy, para que las realices” (Deuteronomio 7:11). El término “observar” en este caso se utiliza en el sentido de “aguardar con expectativa”, como en el versículo “Su padre guardó el asunto” – cumplir con la totalidad de los 613 preceptos. Y al hacerlo, te beneficiarás ya desde hoy. Vale decir, será como si realmente los hubieras cumplido en un solo día.

Rabí Tzadok concluye explicando brevemente el versículo: “A Ti, Hashem, es la bondad, pues Tú recompensas a la persona en conformidad con sus actos” (Salmos 62:13), planteando un tema que también lo plantea el autor del Shem MiShmuel: “¿Por qué en este versículo se llama ‘bondad’ a la recompensa? Al fin y al cabo, es simplemente justo que el Creador recompense a la persona por aquello que ha llevado a cabo. ¿De qué bondad estamos hablando acá? Rabí Tzadok y el Shem MiShmuel responden en conformidad con lo que hemos aprendido aquí: que la esencia de la acción está en manos de Hashem, Quien Él solo hizo, hace y hará todas las cosas. No obstante, Hashem recompensa a la persona en conformidad con sus actos, como si la persona misma los hubiera llevado a cabo, si bien todos esos actos en realidad son obra de Dios. Por lo tanto, el pago de la recompensa pro el acto es una gran bondad por parte de Hashem. Vemos que el concepto de “acción” no está en nuestras manos.

El Mashguíaj Rabí Yerujam HaLevi Leibovitz también expresa este mismo concepto que expuso Rabí Tzadok (Divrei Torá: Vaikrá – Maamar Sod HaRatzón p. 222): Hace poco, conté el secreto de que el enigma del libre albedrío existe precisamente en el enigma del cuerpo (vale decir, la verdadera voluntad esencial, tal como se explica allí en detalle en el ensayo anterior). En cada parte del alma de la persona, todo es absolutamente igual a como era antes del pecado, cuando no existía el libre albedrío. El secreto del libre albedrío es que es el secreto de la voluntad (vale decir, el libre albedrío radica únicamente en la voluntad de la persona, y todo depende de eso…). Aprendemos de esto un principio muy importante con respecto al servicio Divino del hombre y su objetivo. ¿Dónde empieza y dónde termina la persona? Todo llega a su final con la voluntad. La voluntad es el comienzo del ser humano y es to

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