¿Redes sociales para adultos?

¿Acaso los jóvenes son los únicos susceptibles a la Mala Inclinación?

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 16.07.24

Las redes sociales no son peligrosas sólo para los jóvenes. Los adultos no son inmunes a los peligros y también pueden verse afectados por ellas. No pienses que estás a salvo y que a tu edad estás “más allá” de la tentación.

No debemos engañarnos pensando que hemos vencido completamente a nuestro Yetzer Hara o que las tentaciones de nuestra juventud han desaparecido para siempre.

Internet y a lo que puede exponer a una persona afecta tanto a los jóvenes como a los mayores. ¡NADIE ESTÁ A SALVO!

“A partir de los cincuenta años se retirará de la legión de trabajo y no trabajará más” (Bamidbar 8:25)

La proliferación de Internet ha afectado negativamente a la moralidad y la decencia de la sociedad.

Sin embargo, la gente suele limitar esa conversación a las formas en que internet y las redes sociales están influyendo negativamente en la juventud.

La Mala Inclinación nos convence de que los adultos pueden ser inmunes a las tentaciones de internet, que pueden controlarse a sí mismos.

Siempre en guardia

Rabí Meir de Premishlan una vez compartió la siguiente historia:

Cuando era joven, mi Rebe, Rabí Mordejai de Kremnitz, me pidió que lo acompañara en un viaje a otra ciudad. El viaje nos llevó a través de montañas cubiertas de nieve. El camino cuesta abajo se hizo empinado y con curvas, y el carro empezó a coger velocidad. Me preocupaba que perdiera el control y volcara. Quería saltar, pero mi Rebe me tomó de la mano y me dijo: “No te preocupes. No va a pasar nada”.

Al final, la carreta aminoró la marcha cuando la carretera se allanó y continuamos alejándonos de las montañas. Me sentí aliviado de que no hubiera pasado nada. Sin embargo, justo cuando empezaba a pensar que todo iba bien, la carreta volcó. Al final, después de mucho esfuerzo, nos rescataron de entre los escombros.

Después, mi Rebe me dijo: “Cuando la persona teme a su Mala Inclinación, cuando ve a su Mala Inclinación como un peligro claro y presente, entonces permanecerá fuerte y podrá superar sus tentaciones sin tratar de justificar ninguno de sus comportamientos caprichosos. Sin embargo, si uno se vuelve demasiado confiado y cree que es inmune a las artimañas de la Mala Inclinación, al final caerá en sus garras. Su arrogancia será su perdición. Como dice el pasuk en Mishlei (28:14): “Dichoso el hombre que siempre tiene miedo, pero el que endurece su corazón caerá en el mal”.

Uno siempre tiene que mantenerse en guardia. No debe engañarse pensando que ha vencido por completo a su Mala Inclinación o que las tentaciones de su juventud han desaparecido para siempre.

Nunca a salvo

Rabí Jaike de Amdor fue alumno del Gran Maguid. Pasó toda su vida retirándose de las tentaciones de este mundo. Ayunaba continuamente hasta el punto de lucir demacrado. Uno de sus amigos expreso una vez su admiracion por la santidad y rectitud de Rabí Jaike que se podia ver en su mirada. Él respondió: “Esto no es prueba de rectitud. Después de todo, el Tanna enseñó en la Mishná que ‘uno no debe confiar en sí mismo’. Es decir, aunque puedas ver tus huesos, no creas que estás a salvo de tu Yetzer Hara.”

El Sefer Jasidim (Simán 619) explica que el Tanaj incluye las historias de los tzadikim y los ancianos que fueron tentados por el pecado, para enseñarnos que incluso los justos se enfrentan a su Yetzer Hara. Esto refuerza la idea de que un judío debe ser siempre diligente para protegerse de la Mala Inclinación.

Como enseñaron los Sabios (Kidushin 30b), la persona se enfrenta diariamente a su Mala Inclinación, que intenta destruirla y puede incluso permanecer dormida y tranquila, pero nunca se rinde. Sólo espera el momento oportuno para atacar de nuevo.

Rabí Yehoshua ben Levi enseñó (Bereshit Rabá 54:1): “La manera usual del mundo es que si una persona crece con otra, dos o tres años en la misma ciudad, desarrolla afecto hacia ella. Pero esta [la mala inclinación] crece con una persona desde su juventud hasta su vejez, y apenas encuentra una oportunidad dentro de setenta años, la derribará”.

La Guemará (Brajot 61a) compara la Mala Inclinación con una mosca. Una mosca molesta insistentemente a una persona. Aunque la espanten, espera a volver. Así también, la Mala Inclinación ataca continuamente a la persona. E, incluso si es “espantada”, acecha, esperando reanudar sus esfuerzos para destruirla.

Protege tus puertas

La Torá exige que creemos vallas para protegernos, como dice (Devarim 6:2): “Para que temas al Eterno, tu Dios, para que guardes todos Sus estatutos y Sus mandamientos que te ordeno ati, a tu hijo y al hijo de tu hijo, todos los días de tu vida”. Aunque la persona sea anciana y tenga hijos y nietos, ni siquiera entonces puede confiar en sí misma.  

La tentación y el pecado comienzan con pensamientos inapropiados en la mente y el corazón. Por lo tanto, uno debe comprometerse a proteger la santidad de esos pensamientos salvaguardando sus ojos y oídos. El pasuk dice (Devarim 16:18): Designarás jueces y agentes de la ley en todas tus puertas…”. Los tzadikim interpretan que se trata de un mandamiento para colocar “guardias” en todas las puertas del cuerpo, para que no entren en la mente y el corazón pensamientos e ideas herejes.

Ahora, podemos interpretar el pasuk de nuestra parsha, que dice: “A partir de los cincuenta años se retirará de la legión de trabajo, y no hará más trabajo…”. La persona mayor que ha pasado una vida cumpliendo mitzvot podría tener más facilidad con esa Avodá.

Rashi explica que ya no necesita hacer el trabajo de cargar sobre sus hombros; sin embargo, puede volver a [el trabajo de] cerrar las puertas...

Observar las mitzvot tal vez no se perciba como un trabajo, pero aun así hay que cuidar las “puertas” y protegerse de la infiltración de la Yetzer Hara. Internet y lo que puede exponer a una persona afecta a los jóvenes y ancianos por igual. Nadie está a salvo de su influencia negativa, de las tentaciones que la Mala Inclinación puede traernos a través de esta tecnología. Todos corremos peligro y todos tenemos que cuidarnos.

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