Un huésped muy bienvenido
La persona que no tiene emuná no invita a nadie porque tiene medio de que no le alcance el dinero... Qué equivocados están!!
¿Por qué nuestros sabios llaman a la matzá lajma ania, “el pan del sufrimiento – de la pobreza”? El sagrado libro del Zohar y el Arizal se refieren a la matzá como lajma de-mehemanuta, o sea, el pan de la emuná, que deberíamos comer con enorme algría en la noche de Pesaj. Entonces cuál de los dos: sufrimiento y pobreza o alegría? Para mucha gente a la que la matzá le resulta difícil de digerir, es sufrimiento, porque se están centrando en el aspecto físico de la mitzvá. Pero para aquellos que se enfocan en el aspecto espiritual, cumplir esta mitzvá es la más grande alegría del mundo. Mi amado maestro el Rabino Shalom Arush promete que todo aquel que cumpla un precepto como es debido con gran intención y mucha plegaria jamás sufrirá a causa de él. De hecho, obtendrá el más grande beneficio. Veamos cómo:
Lo primero que hacemos en la sección de Maguid en el Seder de Pesaj cuadno empezamos a contar la historia del éxodo de Egipto, es levantar la bandeja con las matzot para que todos la vean, y declaramos:
“Este es el pan del sufrimiento-de la pobreza que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto. Todo el que tiene hambre que venga a comer; todo el que tenga necesidad, que venga y lidere el Seder de Pesaj. Este año, acá; el año que viene en la tierra de Israel. Este año, somos esclavos; el año que viene seremos un pueblo libre”.
La Hagadá presenta acá una sorprendente yuxtaposición, con el pan del sufrimiento y la pobreza, recibimos a los huéspedes. Esta es nuestra primera conexión entre la pobreza y la emuná – la matzá, que es el pan del sufrimiento, invoca a huéspedes. Abrimos nuestros hogares para que toda persona pueda entrar y sentarse a nuestra mesa. La persona que no tiene emuná no puede abrir su hogar porque se va a preocupar de que tal vez no le alcance la comida para su propia familia, así que cómo va a darles de comer a los demás? Pero la persona con emuná, por menos que tenga, sabe que cada bocado proviene de Hashem. Si Hashem le envía huéspedes Él también le enviará los medios para darles de comer. Por lo tanto, la matzá fortalece nuestra emuná y nos recuerda que sin Hashem no tenemos absolutamente nada: somos todos pobres. Pero con Hashem, tenemos emuná, que es la fuente de toda la abundancia, y podemos por lo tanto abrir nuestros hogares a todos los huéspedes que necesiten un lugar donde estar en Pesaj.
Y para ilustrar este concepto, quiero compartir con ustedes una bella parábola que escuché de boca de Rav Shalom:
Había una vez una familia muy pobre y muy necesitada que no tenía dinero suficiente para comprar ni siquiera las necesidades más básicas. Todos en la familia oraban para obtener bendición y prosperidad.
Una noche, las plegarias de la familia fueron respondidas y ellos oyeron que tocaban el timbre de entrada. El padre abrió la puerta y para su sorpresa, vio que afuera estaban esperando decenas de personas.
“Y ustedes ¿quiénes son?”, preguntó el padre.
“Yo soy Alegría, y ella es Emuná y aquella es Dicha y la otra es Salud y aquel bien alto es Éxito y la petisita es Prosperidad y el arrugado es Dinero y la gordita es Fortaleza….”. Y así continuó presentándoles a todos los recién llegados.
“Nosotros somos los anhelos de todos ustedes”, les dijeron a los miembros de la familia, que se habían quedado mirando con la boca abierta. “Pero ustedes pueden elegir a uno solo de todos nosotros”.
Los miembros de la familia se quedaron pensando a quién les convenía elegir: ¿Éxito o Salud? ¿Dicha o Prosperidad? ¿Alegría o Dinero?”
Al final, el padre les dijo a los anhelos: “Hemos decidido que queremos quedarnos con Emuná”.
Emuná entró a la casa, pero siguiéndole los pasos empezaron a entrar también todos los otros anhelos.
“¡No entiendo”! ¿Qué es lo que está pasando aquí?”, se sorprendió el padre. “¡Nos dijiste que se puede elegir un solo anhelo!”.
“Es verdad. Se puede elegir un solo anhelo”, le explicó Alegría. “Pero dondequiera que va la Emuná, vamos todos tras ella”.
Esta parábola contiene una profunda lección: si tienes emuná, lo tienes todo.
Así como un precepto lleva al otro y una transgresión lleva a la otra, una expresión de gratitud lleva a la otra. El Pele Ioetz explica en forma enfática que las expresiones de gratitud llevan a salvaciones, lo cual le da a la gente más y más razones para expresar su gratitud. Es por eso que cuando damos las gracias, vemos milagros.
A la luz de esta parábola, también podemos entener que no hay contradicción entre sufrimiento y emuná. Uno no puede alcanzar la emuná sin sufrimiento. La gente que tiene una vida fácil no siente la estimulación ni la necesidad de dirigirse a Hashem. Pero con verdadera emuná, podemos darle las gracias a Hashem por el sufrimiento y por la pobreza. Si no hubiéramos sido esclavos en Egipto, no estaríamos disfrutando de la noche del Seder ni habríamos tenido el mérito de recibir la Torá. Por lo tanto, la más grande expresión de emuná es darle las gracias a Hashem por nuestro sufrimiento, porque es todo para bien. Feliz Pesaj!
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