La libreta de gratitud

“Rabino, nadie tiene los problemas que tengo yo. Usted va a coincidir conmigo en que lo único que puedo hacer es deprimirme..."

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 16.03.21

Más que una fiesta de milagros y de salvación, Purim es una fiesta de gratitud. Es por eso que recitamos la plegaria Al HaNisim en los tres rezos diarios ─Shajarit, Minjá y Arvit─ y después de cada comida.

 

Un fenómeno que nunca deja de sorprenderme cada vez que hablo de la gratitud en una conferencia es que la gente sigue esperando a hablarme para pedirme todo tipo de salvaciones. ¿Acaso no escucharon lo que acabo de decir? ¿No escucharon que todo proviene de Hashem y que todo es para bien? Después de una charla así, yo esperaría que todos se subieran volando al auto y se fueran enseguida a un parque o un bosque a empezar a darle las gracias a Hashem por sus problemas y empezar el proceso de corregir sus faltas y ver llegar las salvaciones. Pero no. No ocurre nada de eso. Siguen pidiendo que alguien les haga milagros.

 

No sólo que siguen quejándose y lloriqueando sino que incluso justifican su “derecho” a estar deprimidos. “Rabino, nadie tiene los problemas que tengo yo. Usted va a coincidir conmigo en que lo único que puedo hacer es deprimirme. Yo le cuento historias tan dolorosas de mi vida, y usted ¿me dice que Le tengo que dar las gracias a Hashem?”. La solución que él tiene para sus problemas es alejarse de Hashem…

 

La persona que está triste ciertamente se separa de Hashem. Nuestros Sabios enseñan que la Presencia Divina solamente mora allí donde hay alegría (Tratado Pesajim 117ª). Es por eso que Rabí Najman de Breslev dijo: “Incluso si, Di-s no lo permita, yo cometiera el peor pecado, seguiría estando alegre; y entonces me arrepentiría”. ¿Qué quiso decir con esto? Que cuando la persona está triste, Hashem no está con ella. Por eso, la teshuvá, el arrepentimiento sincero, debe ser hecho con alegría para que las plegarias de esa persona y su arrepentimiento puedan ser aceptados.

 

La persona que está triste no puede hacer teshuvá, porque la persona que está triste no puede hablar con Hashem, confesar sus faltas ni evaluarse a sí mismo en forma objetiva. Es por eso que la alegría es una tremenda mitzvá y la tristeza es una transgresión. La tristeza expulsa a la Presencia Divina.

 

No hay justificación para estar triste. Imagínense que el hijo de alguien está muy enfermo. Entonces el vecino le pregunta al padre: “¿Qué estás haciendo para ayudar a tu hijo?”.

 

“Estoy muy triste”, responde el padre.

 

Absurdo….

 

Debemos servir a Hashem con alegría, apreciando cada oportunidad de hacer una mitzvá. Y deberíamos tener todos una libreta de grtitud en la que vamos anotando todos los agradecimientos, sin ignorar nada y apreciando cada pequeño acto de amor que nos llega desde Arriba.

 

La recompensa por la mitzvá más pequeña es muchísimo más valiosa que todos los tesoros de este mundo material juntos. Y cuando la mala inclinación trate de tirarte abajo, dile de inmediato: “Señorita Mala Inclinación: con todo el respeto que se le debe, fíjese por favor en mi libreta de gratitud: cada día, cien agradecimientos. Ni siquiera llego a anotar todas las mitzvot que Hashem me permite hacer a cada minuto…”. Ahora la que está deprimida es la Mala Inclinación, no tú…

 

Si todavía no tienes tu libreta, empieza ahora y vas a ver enormes milagros y salvaciones.

 

La gratitud conecta a la persona con el Creador, con la santidad, con la pureza y con todo lo que es bueno. Empecemos a dar las gracias!

 

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