Fortalecer la determinación

¿A la persona se la juzga por su voluntad o por su accionar?

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 19.08.24

El principio según el cual Hashem juzga a la persona en conformidad con su voluntad se basa en el axioma que mencionamos anteriormente: que la persona siempre tiene libre albedrío y que la esencia del libre albedrío radica en su voluntad. Por lo tanto, la persona es juzgada por su voluntad. A continuación, procederé a ilustrar estos axiomas por medio del siguiente relato para que el lector pueda entenderlos con mayor facilidad y con esto daré por culminado el presente capítulo.

Debido a una situación de urgencia, los líderes rabínicos de la generación se reunieron y emitieron una convocación general al público a una plegaria comunitaria masiva. Todos los rabinos de la comunidad, como así también los dirigentes y los directores de las yeshivás les dijeron a sus discípulos y congregantes que participaran, ya que, según explicaron, cada persona tiene el deber de obedecer las palabras de los Sabios, de los líderes de la generación, y debe tomar parte en los rezos públicos, y nadie podía darse el lujo de no asistir.

Por supuesto, todos respondieron a esta proclamación y en todos los barrios se organizaron viajes especiales y se colgaron carteles anunciando el importante evento. Todos los que acataban las palabras de los Sabios se anotaron para los viajes en autobús sin pensarlo dos veces. La gente dejó a un lado sus estudios, sus actividades, sus negocios, su trabajo, y fueron en masa a participar de los rezos comunitarios. Muchos también viajaron con sus familiares.

Pero no todos fueron. Por ejemplo, cuando Rubén estaba preparándose para viajar, su padre le dijo: “Tú no vas a ninguna parte. No sales de casa”. Por mucho que Rubén trató de convencerlo, no sirvió de nada. Su padre había decidido que no y punto. “Si vas a ese evento, no eres más mi hijo”. En el caso de Shimon, apenas su esposa se enteró de que estaba planeando participar del evento, se puso a gritarle como loca. Y cuando por fin se calmó, él trató de explicarle en tono amable y conciliador que tenía la obligación de acatar el mandato de los Sabios, pero ella le respondió amenazándolo con que, si llegaba a ir, no quería tener nada más que ver con él e iba a pedirle el divorcio. Levi, por su parte, se quedó encerrado en su habitación y no pudo ir. Yehuda no tenía dinero para el pasaje. A Efraín se le descompuso el auto justo un día antes y sus vecinos no tenían lugar en el coche para llevarlo. Menashe acababa de volver del trabajo y estaba tan agotado que se quedó dormido y se perdió el viaje.

Cuando todas estas personas que no pudieron asistir al evento lleguen al Cielo, y les pregunten: “¿Por qué no hiciste caso del mandato de los Sabios de la generación y no participaste de la plegaria comunitaria?”, cada uno va a describir las circunstancias que se lo imposibilitaron. Entonces la Corte Divina se dirigirá a cada uno y le dirá: “Tú estás justificado, porque no tenías forma de asistir. Vemos lo que te ocurrió en estos ‘videos’ celestiales, tal como diste testimonio. Pero incluso siendo así, ¿por qué no quisiste…?”. 

La Corte Divina le mostrará a cada una de estas personas que hubo otras personas con obstáculos mucho más grandes que sí habían asistido al evento. Esas otras personas habían querido asistir y continuaron queriendo, hasta que por fin lograron hacer realidad su deseo de viajar. La Corte le dirá a Rubén: “Cuando viste que tu padre estaba resuelto a detenerte, renunciaste a tu intención. Fíjate lo que sucedió con Gadi. El padre de él lo encerró en su habitación para que no viajara, y obviamente estaba imposibilitado de viajar. Pero Gadi se sentó en la cama en su habitación y siguió soñando con viajar y entonces, de repente, su padre abrió la puerta y le dijo: ‘¿Sabes qué? He cambiado de opinión. Yo mismo te voy a llevar al evento en mi coche’”. Y es que cuando una persona quiere algo mucho, las barreras mismas acaban transformándose en ayuda. Y la persona que le había presentado el mayor obstáculo ahora lo apoya y lo respalda en su decisión. La Corte le dirá a Shimon: “En el momento en que tu esposa te gritó, te diste por vencido y renunciaste a la idea de viajar. Pero cuando la esposa de tu amigo Naftali quiso detenerlo por la fuerza para que no viajara, y lo amenazó con divorciarse de él, él a pesar de todo siguió queriendo con todo su corazón poder viajar y participar del evento, hasta que, al final, ella misma le preparó el bolso y le dio el dinero para el viaje”. 

La Corte les dirá a estas personas: “Es verdad que tenías buenas intenciones, pero tu fuerza de voluntad era débil. Y en el momento en que enfrentaste el menor obstáculo, renunciaste a tu deseo. Y ahí terminó todo. No fuiste al evento. Pero otra persona que tenía muchas más dificultades que ti no abandonó su deseo de ir y por eso, a pesar de todo, su fuerza de voluntad creció aún más y finalmente logró hacer realidad su anhelo de viajar. Porque a pesar de enfrentar todas esas dificultades, fortaleció su resolución aún más y no buscó excusas. No dijo: ‘Uf, ya estoy cansado de todo este tema…. Esto no es para mí…. E incluso si esa persona finalmente no hubiera logrado llegar al evento por cualquier otro motivo, la Corte Divina lo hubiera considerado como si sí hubiera asistido, debido a su firme resolución de hacerlo. Y si tú no hubieras llegado al evento pero hubieras cumplido con tu obligación, que es mantenerte firme en tu voluntad, entonces el Cielo no tendría quejas contra ti, porque de hecho cumpliste con tu deber, que era ‘querer’”.

Tal como se afirmó más arriba, cuando la persona se aferra bien fuerte a su voluntad, no sólo que el Cielo no tiene quejas en su contra, sino que la juzga según su voluntad. Por eso, incluso mientras está en este mundo, se la considera una persona meritoria, y el Cielo no tiene juicios en su contra. Por lo tanto, tendrá éxito y recibirá ayuda de Hashem. Pero si, por el contrario, si la persona no tiene un anhelo poderoso, entonces en el Cielo se lo juzga en forma negativa y le reclama: “¿Por qué no quisiste?”. Y estando aún en este mundo, la persona siente esto y siente toda clase de problemas en la vida. Todo esto se ve intensificado cuando la persona es juzgada en el Mundo Venidero. Si ella abandonó su intención y no logró cumplir lo que se había propuesto, entonces se lo considera responsable de haber abandonado su intención, y por ello será juzgado, mientras que la persona que mantuvo su intención, incluso si tuvo que enfrentar un obstáculo tan grande que al final no pudo hacer realidad su anhelo, de todas maneras, será exonerado, ya que sí cumplió con su responsabilidad.

¿De qué manera esta parábola se aplica a la vida de cada persona? Hashem quiere que todos retornemos a Él completamente. Él quiere que todos nos libremos de cada pasión física, de cada mal rasgo de carácter, de cada adicción. Incluso si lograr este cometido nos parece algo irrealista, debemos recordar que Hashem quiere que queramos. Somos capaces de querer. Todos somos capaces de querer. Cuando una persona quiere y no abandona su voluntad ni un poquito, ya está cumpliendo con su obligación. El resto está en las manos de Hashem: si va o no va a darle lo que Le está pidiendo, y cuándo dárselo. Pero desde el punto de vista del Cielo, esta persona ya es absolutamente penitente y justa, porque se está aferrando a su fuerza de voluntad. Y si no la abandona, sin lugar a duda llegará a obtener lo que desea, porque allí por donde la persona desea transitar, por allí se la conduce. E incluso si se va de este mundo antes de haber llevado a cabo su rectificación, el Cielo considera que se ha purificado por completo.

Por lo tanto, los buenos rasgos de carácter de la persona son un reflejo de su voluntad. Así es como el Cielo la considera. El Cielo la juzga en conformidad con su fuerza de voluntad. Y eso le afecta incluso en este mundo, en la forma en que vive su vida cotidiana. La persona que constantemente fortalece sus buenas intenciones no tiene juicios Divinos en su contra, porque el Cielo la juzga en conformidad con sus intenciones. Además, no hay necesidad de que el Cielo le envíe sufrimientos para despertarla y, por lo tanto, vive una vida dulce. Vemos, entonces, que las buenas intenciones que uno tiene son una manifestación de su aspecto meritorio. E incluso si tropieza, Dios no lo permita, dado que rechaza estos impedimentos y quiere vivir de acuerdo con la voluntad de Hashem, al final sale victorioso en el juicio.

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1. PAULIN NIKOLLI

8/23/2024

BARUJ HaSHem POR ESTA ENSENASA

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