Mejor que lo creas!
Hay gente que tiene problemas de abandono o inseguridad, entre otros desafíos emocionales...
Cada persona tiene algún problema con el tema de la confianza. Hay gente que tiene problemas de abandono o inseguridad, entre otros desafíos emocionales. Nadie se crio en un hogar perfecto o en un ambiente perfecto. Siendo niños, nos quebraron nuestras más básicas convicciones, de una manera u otra. Tal vez ese regalo o ese evento que tanto esperaste acabaron defraudándote, la gente no resultó ser como esperabas, o la escuela resultó ser un total aburrimiento. Tal vez un amigo te traicionó, tus padres te castigaron injustamente, los maestros eran impacientes y el ratoncito Pérez resultó ser un fiasco. Aprendimos que la gente no siempre es honesta y que las cosas no siempre son como las muestran. Aprendimos a ser precavidos y perdimos nuestra inocencia. Alguna gente perdió su confianza en Dios.
Cuando era pequeña yo iba a la “escuela de domingo” (clases de religión), al igual que muchos otros niños judíos. Allí me enseñaron la historia de Noé y el arca. Recuerdo que esa historia me gustó mucho y además era muy divertido colorear las imágenes de las parejas de animales. No sé por qué mis padres después dejaron de llevarme a la escuela de domingo; tal vez el viaje desde Scaggsville hasta Washington DC era demasiado cansador para mi papá. Pero jamás olvidé la historia del arca de Noé. Yo estaba segura de que realmente había sucedido. ¿Por qué iba a dudar de lo que me enseñaba la maestra? Yo no tenía duda de que existía un Dios, si bien no Lo conocía muy bien…
Para cuando era adolescente, recuerdo que conocía varias historias de la Biblia eran un invento, y en especial la de la división del Mar. Yo sabía que las diez plagas en realidad nunca habían sucedido, ya que era una leyenda. Durante muchos años hice todo lo que decía en el Seder de Pesaj, leyendo la Hagadá con no poco desconcierto ante nuestra tradición judía. Pensaba que era bastante trillada y todos los demás comensales, que mientras tanto seguían masticando la matzá, parecían opinar lo mismo.
Cuando finalmente llegué a Israel (hablando de irse de Egipto…), descubrí para mi gran deleite que el arca de Noé era un hecho científico. Entonces recuperé mi creencia de la niñez en Dios y pude disfrutar de la riqueza del judaísmo. Otra vez volví a sentirme joven y a sentir una cierta pureza interior. ¡Estaba redescubriendo mi propia alma! ¡Era una persona creyente!
Y sin embargo, dentro de mí todavía quedaba una escéptica que se burlaba de todo lo considerado “santo”. De que yo era “buena”. De que yo fuera tan ingenua. De que yo fuera, por sobre todas las cosas, un alma.
Desde entonces he recorrido un largo trayecto pero nunca voy a estar realmente fuera de peligro.
Dentro de cada uno de nosotros hay una voz fría y cáustica que nos pregunta: “¿De veras? ¿De veras piensas que Dios escucha tus plegarias, que eres capaz de cambiar y que te pueden suceder milagros? Jajaja!!!! No te olvides de poner tu dientecito debajo de la almohada… jajaja!!”.
Tal como dijo alguna vez un famoso cirujano: “He abierto a cientos de personas y jamás he visto una sola alma”.
Bueno, lo único que puedo decirles es: “Obvio…”.
Los judíos religiosos se ponen la mano derecha sobre los ojos cuando recitan el Shemá debido a que sabemos que no podemos ver a Dios pero creemos en Él a pesar de todo. Tampoco podemos ver las almas ni los ángeles ni los demonios ni el Trono de Gloria. Hay muchas cosas que no podemos ver y no podemos entender, pero no obstante, creemos en ellas.
Todo el que busque su alma la encontrará. Podemos tener 100% de confianza en Dios, en la Torá y en el Mundo venidero (y no nos van a defraudar).
Nuestro Director es el Gran y Poderoso Dios y nuestras almas son los instrumentos de Su plan maestro. Tal como dice en el billete de dólar: In God we trust – en Dios confiamos. Garantía de devolución del dinero. Debajo de tu almohada.
Escribe tu opinión!
Gracias por tu respuesta
El comentario será publicado tras su aprobación