La lista de mi vecina
Sabía que me había dado manija para sentirme la víctima, que es algo que no soporto...
Anoche una de mis vecinas me dijo que le estaban poniendo un nuevo sistema de aire acondicionado. Y estaba nerviosa porque toda la casa iba a quedar hecha un desastre. Los instaladores le habían dicho que iba a haber polvo por todas partes.
“¿Quieres que te preste algunos manteles de nylon”, le ofrecí con mi mejor tono de buena vecina.
“A decir verdad, creo que me debes dos”, dijo ella. Yo, bastante avergonzada, fui directamente al armario de la cocina, saqué dos manteles y se los di con unas disculpas.
La acompañé a su departamento y su marido abrió la puerta. “Yehudit acaba de darme estos dos manteles”, dijo ella.
Y el marido respondió: “Yo creo que nos debe tres”.
“Gracias por avisarme”, les dije bastante incómoda. “Por favor, nunca duden en decirnos si les debemos algo”.
“Hay una lista en la puerta de la cocina”, dijo él. “Usted misma puede leerla”. Consternada, fui a la cocina y vi la lista:
6 huevos
Una taza de vinagre blanco
3 manteles
1 sobre
3 velas
1 margarina
1 molde de horno
Yo me quedé ahí parado mirando la lista. No podía creerlo. ¿Cómo es posible que lleven una lista de lo que les debo? ¡Qué avaros! ¿Por qué serán tan rigurosos? Ellos también me piden cosas prestadas (no tantas como yo) y a mí no me importa un comino si me las devuelven o no. Yo viví en un asentamiento 18 años y todo el tiempo mis vecinas y yo nos pedíamos cosas prestadas (allá no había almacén), y si hubiéramos sido así habríamos tenido que conseguir un contador profesional.
¿Y por qué no me dijeron que ellos anotan cada cosa que les pido? ¡Esta clase de comportamiento es horrendo!
Me fui a casa y en cuestión de minutos junté casi todo lo que les debía de ese año. No encontré ningún sobre pero díganme ustedes: ¿quién tiene sobres dando vueltas por la casa (excepto mis vecinos, que suelen tener todo lo que se te ocurra)? Me morí de vergüenza al acordarme de todas las chinches que me habían prestado para Sucot…
La cuestión es que después de que les devolví todos los objetos de la famosa lista, me senté y me puse a pensar. Sabía que me había dado manija para sentirme la víctima, que es algo que no soporto. Recuerdo siempre decirles a mis hijos cuando se ponen a lloriquear: “No eres ningún pobrecito!”. Al ser la víctima, uno tiene la excusa perfecta para comer compulsivamente, para comprarte todo el shopping, para fumarte dos paquetes, para gritarle a tu pareja, para aislarte de tus hijos…
O sea que uno puede disfrutar mucho siendo víctima. ¿Por qué habríamos de renunciar a tanto placer?
La repuesta es que vivir la vida como víctima te convierte en una persona amarga. Te formas una mentalidad de “yo vs. ellos” que finalmente te acaba aislando, incluso de tus seres queridos. Cuando uno entiende que todo proviene de Dios, que lo ama más que nada en el mundo y que le envía mensajes a través de otras personas, uno hace de cada interacción algo positivo. Uno puede elegir entre tener un “buen ojo”, que significa que ve lo bueno de cada persona y da por sentado que los demás no quieren hacerle daño intencionalmente.
Entonces yo también preparé una lista:
- Mis vecinos son súper organizados y me devuelven enseguida cada vez que les presto algo. Yo puedo aprender de ellos a ser más organizada y a devolver las cosas más rápido.
- A decir verdad, es mi responsabilidad acordarme de las cosas que pido prestadas. Debería llevar una lista y anotar cada cosa que pido prestada.
- Hashem también lleva una lista y debo asegurarme de pagar mis deudas
- Qué paciencia tuvieron mis vecinos , que nunca me dijeron nada hasta ahora de todo lo que les debo.
- En este mismo momento me comprometo a ser más atenta en el futuro.
Una vez que preparé esta lista, me sentí mucho mejor. Otra vez me sentí a gusto con mis vecinos y me sentí aliviada de haberles devuelto todos los objetos de la lista. Bueno, casi todos. Nadie dice que tengo que ser perfecta. ¿Alguien me podría prestar un sobre, por favor?
Nota del editor: La halajá determina que podemos o bien dar algo de regalo o bien llevar una lista y devolver exactamente la misma cantidad, para que no haya problema de dar o recibir con interés al dar demasiado. Además la halajá establece que hay que tener dos testigos y una nota promisoria y el que no devuelve lo que tomó prestado se considera “guezel” – robo, así que tenemos que tener mucho cuidado de devolver lo que tomamos prestado, ya sea dinero o un objeto.
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