Una pequeña inversión con grandes dividendos
Te pido que abras el corazón para recibir el gran secreto que te voy a revelar.
Estimado lector:
Te pido que abras el corazón para recibir el gran secreto que te voy a revelar. Hay un ejercicio muy sencillo que tiene el poder de poner en tus manos el más grande poder que existe en el mundo: el poder de la voluntad. Esto no es algo que yo haya inventado, sino que es algo que han hecho todos los tzadikim que alcanzaron increíbles niveles espirituales con el poder de la voluntad. Cada persona tiene el deber de dedicar por lo menos media hora por día al trabajo de la voluntad.
Todos tienen buenas intenciones, pero no todos logran hacer realidad sus anhelos. Cuando el anhelo queda en el corazón, significa que es muy débil, y la persona solamente puede alcanzar cosas pequeñas con él. El corazón es algo vivo y dinámico que no se queda quieto, sino que late las veinticuatro horas del día y las intenciones de la persona cambian con enorme rapidez. Por eso, sus anhelos no tienen tiempo de sentar base y de construirse y entonces son débiles y se olvidan fácilmente. Con respecto a esto, nuestros Sabios dijeron: “Las cosas sin decir que se quedan en el corazón no son cosas significativas” (Kidushín 49b). Es cierto que los anhelos que uno tiene en el corazón tienen importancia, ya que ningún buen anhelo se pierde (Zohar: Terumá), pero como no se manifiestan en la realidad, no producen ningún cambio significativo. Por el contrario, la voluntad a la cual le dedicamos tiempo y un marco de acción es algo real, viable y estable.
No es una “torre flotando en el aire” (Sanhedrín 106b) sino algo plantado bien profundo en la tierra. “Incluso si todos los vientos del mundo vinieran y soplaran, no lograrían moverlo de su sitio” (Avot 3:17). He recopilado mucho material sobre el tema de la voluntad: textos maravillosos tomados de los rishonim y los ajaronim (sabios antiguos y posteriores), enseñanzas que iluminan los ojos y restauran el alma; pasajes que inspiran y dan aliento; suficiente cantidad de textos como para llenar varios tomos. Pero en este libro voy a citar apenas unos cuantos. Si mi única intención fuera reunir fuentes e ideas acerca del tema de la voluntad, no me habría dedicado a escribir este libro. Hay muchos autores de muy alto nivel perfectamente capaces de antologizar este material, de editarlo y de presentarlo de manera adecuada. Pero dentro de mí mismo yo sé perfectamente que, sin una herramienta práctica, todos esos textos no van a surtir el efecto deseado. Y la fuerza de voluntad es algo tan grandioso y tan increíble que sería una lástima dejarlo en el ámbito de la mera prosa.
Esto es algo que tenemos que traducir en la práctica y entonces su poder va automáticamente va a revelarse en todo su esplendor, belleza y majestuosidad. Sin esta herramienta práctica, no sirve de nada estudiar las fuentes. Es por eso que he presentado al lector mi contribución a la Torá, que es esa porción en especial que Hashem, Quien enseña Torá a Su pueblo Israel, me ha conferido en el curso de todos estos años: la obra práctica de traducir estos conceptos tan elevados y bajarlos al nivel cotidiano como herramientas de acción que sean accesibles a todos, desde aquel que ha sucumbido a las cuarenta y nueve puertas de impureza hasta el más refinado erudito que busca una forma práctica de transformarse a sí mismo y elevarse espiritualmente cada vez más.
El lector debe tomar conciencia de que incluso si estudiara mil libros acerca de la importancia de la voluntad, si no está dispuesto a dedicar un tiempo específico para esto en su día a día, todo ese conocimiento va a quedar solamente en el ámbito teórico y no le va a producir absolutamente ningún cambio. Por eso, si realmente quieres alcanzar la verdadera fuerza de voluntad que te va cambiar como persona, debes dejar de lado todas tus actividades, todos los estímulos externos, absolutamente todo, durante media hora por día, para dedicar ese tiempo al trabajo de la voluntad. Durante esa media hora, piensa acerca de la vida, acerca de la clase de persona que quieres llegar a ser. Piensa cuánto quieres progresar y empieza a quererlo: quiérelo, ansíalo y reza por poder progresar y avanzar en esas áreas de tu vida que realmente te importan, según tu situación y tus circunstancias. Lo principal es que, de todos los asuntos importantes en tu vida, elijas uno específico que sea de especial urgencia y que decidas con firmeza que vas a dedicar media hora por día a expresar y fortalecer tu fuerza de voluntad. ¡Sin lugar a duda vas a percibir una diferencia! Verás grandes y pequeños cambios. Alcanzarás logros que habías pensado que eran imposibles. Y al ver dichos logros, vas a cobrar fuerzas para seguir trabajando a fin de adquirir más y más logros, porque ¡no hay nada que te dé más aliento que ver resultados!
Este trabajo de la voluntad trae resultados. Tiene consecuencias reales. Y cuando vemos los resultados de nuestro esfuerzo, eso nos da una enorme confianza y fortalece nuestra emuná, nuestra fe en Hashem, y nuestra fe en nosotros mismos y en nuestro poder de arrepentimiento, y en el poder de la plegaria y en el poder del trabajo de la voluntad. Y como resultado, eso nos da un enorme ímpetu para continuar con este trabajo espiritual hasta que finalmente alcancemos todas las virtudes que anhelamos poseer.
Y vas a ver que es fácil de hacer. Hashem no les dio la Torá a los ángeles del Cielo. Y Él no nos trajo a este mundo desvalidos. Más bien, Él les entregó la Torá a seres humanos, con todas las limitaciones que estos tienen.
Hashem está a aquí a nuestro lado. Él le dio a cada persona la capacidad de alcanzar todo lo que se proponga. Pero este poder, que también existe en cada ser humano, está profundamente oculto y no podemos verlo con los ojos físicos. No podemos reconocerlo ni tampoco podemos reconocer las formas simples de aplicarlo. Es por eso que debemos descubrir este gran secreto: el secreto de la vida.
10/31/2024
MUY GRACIAS GRUPO BRESLEV POR LA ENSENANSA,GRACIAS HaSHEM.