El amor ante todo

Hubo muchos preparativos y emoción para esta boda. Todo parecía perfecto, y aun así, en muy poco tiempo la pareja tuvo que deshacer su lazo recién formado.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.11.24

En aquella conversación, él escuchó quizás una de las cosas más tristes que un padre puede oír de boca de sus hijos. Hubo muchos preparativos y emoción para esta boda. Todo parecía perfecto, y aun así, en muy poco tiempo la pareja tuvo que deshacer su lazo recién formado.

Los padres de la novia se lo tomaron muy mal. El padre se sentó a tener una conversación abierta con su hija y la escuchó, y ella le dijo así: “Papá, incluso antes del proceso de búsqueda de pareja, me hice una lista larga de todo lo que yo buscaba en mi pareja. ¡En esta unión lo tenía todo! ¡Absolutamente todo! ¡Él es muy buena persona! Pero olvidé escribir una cosa, y esa cosa está faltando. Olvidé escribir que quería ser feliz. Todo era perfecto, pero yo no era feliz. No había amor entre nosotros…

Si no hay amor – no hay nada.

El amor ante todo

La Torá y los mandamientos son una lista de requisitos. Estos son los requisitos que nos exige el Creador del mundo. Pero no es suficiente con solo cumplir todos los requisitos, porque incluso si se cumplen todos los requisitos – este no es el objetivo principal, puede que falte lo esencial. Hay un requisito central y primordial que si no está presente, entonces no hay nada: ¡el amor!

Por eso el mandamiento principal que repetimos mañana y noche en el Shemá es: “¡Y amarás!” Amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas hasta el punto de una entrega absoluta.

¿Y cómo se puede amar a Dios? Solo cuando sabes que Dios te ama. Y te explico cómo funciona:

Si tienes un policía que vigila todas tus acciones y te castiga por cada infracción de la ley – puedes ser meticuloso en cumplir las leyes, pero nunca vas a amar al policía; si Dios es un legislador que te impone leyes – puedes obedecer al legislador, pero la pregunta es – ¿vas a amarlo también?

En cambio, los padres cariñosos establecen muchos límites y restricciones para sus hijos, y en cada hogar sano hay reglas y leyes que cumplir- pero por encima de todo reina un amor inmenso, y los hijos siempre aman a sus padres porque saben y sienten que los padres hacen todo por amor.

Cuando nace un niño, primero se lo ama y no hay ninguna exigencia hacia él, porque el amor precede a todas las exigencias. Y también en nuestra relación con Dios – el amor de Dios hacia nosotros y nuestro amor hacia Dios es la esencia de la relación.

Cuando aceptas el yugo del reino celestial debes recordar inmediatamente que esta no es la aspiración, sino que la aspiración es el amor, y por decimos “y amarás”. Por eso nuestros sabios- como preparación para el Shemá- nos escribieron una bendición que es puro amor,  y que nos recuerda cuánto nos ama Dios!

Semilla de Abraham mi amado

Y esta fue la gran luz que nuestro Patriarca Abraham hizo brillar en el mundo.

Incluso antes de Abraham había habido justos y creyentes en el mundo. Pero Abraham tuvo el mérito de elevar la fe a su perfección: creer con fe completa que Dios siempre lo ama – y por lo tanto, él no solo creía en Dios, y no solo obedecía a Dios, y no solo era íntegro y recto y temeroso de Dios y se apartaba del mal; ¡sino que literalmente amaba a Dios!

Y por eso Dios lo eligió para hacer surgir de él al pueblo de Israel, porque el pueblo de Israel no es simplemente un pueblo de creyentes; sino que es un pueblo de hijos de Dios, un pueblo de personas que aman a Dios. Somos un pueblo al que Dios ama – y cuando realmente seamos conscientes de este inmenso amor, podremos reciprocar ese amor– y este es nuestro propósito: amar a Dios con todo el corazón!

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