La prueba más dura – Lej lejá
En cada generación hay “Abrahams” que superan pruebas de fe que, según el Midrash, son comparables a la propia Akeida...
Parshat Lej Leja
La espiral descendente del comienzo de la historia del mundo cambia de rumbo en la Parasha de esta semana. Las primeras veinte generaciones de la humanidad, comenzando con Adán, enfurecieron a Hashem– hasta el momento en que Abraham entró en escena. Este gigante espiritual, fundador y cimiento del pueblo judío, desempeña un papel primordial en la corrección de los errores y carencias de todas las generaciones anteriores. Su importancia se hace patente en el hecho de que la Torá resume los primeros dos mil años de historia en sólo dos Parashiot (lecturas semanales), mientras que las dos Paarshiot siguientes están dedicadas exclusivamente a los logros y la grandeza de Abraham. Sin embargo, a medida que vamos aprendiendo la historia de esta figura imponente, es esencial tener en cuenta que su desarrollo personal y sus logros fueron el producto de años y años de intensa labor. Fueron necesarias diez grandes pruebas que se fueron llevando cabo a lo largo de décadas para que su potencial espiritual finalmente se hiciera realidad.
Ahora vamos a tratar de profundizar en el enunciado y la naturaleza de estas pruebas e intentar descubrir algunas ideas fascinantes e importantes. En la primera de sus pruebas, Abraham recibió la orden de abandonar su tierra natal. Hashem lo obligó a proceder con las palabras “Lej Lejá” – literalmente “vete por ti mismo”. ¿Qué significa esta frase aparentemente superflua? ¿Por qué no basta con decir “Lej”, “vete”?
La explicación sencilla de la obligación de “vete por ti mismo” es que a Abraham se le ordenó desvincularse de las constricciones y límites de su lugar de nacimiento y crianza. El reto era verdaderamente formidable: dejar a los amigos y a la familia y trasladarse a una tierra extranjera y potencialmente hostil.
Curiosamente, al final de la Parasha de la semana siguiente, tras años de crecimiento y desarrollo personal, Abraham tuvo que superar una última prueba. Este último obstáculo en el camino para convertirse en el padre del pueblo judío es conocido como la Akeida, la atadura de Isaac. Como es bien sabido, a Abraham se le ordenó sacrificar a su hijo Isaac. Lo que es relevante para nuestra parashá es que esta orden final también fue introducida por las palabras “Lej Lejá”. ¿Por qué tanto la primera como la última orden están redactadas de esta manera?
Rav Shimshon Rafael Hirsch, el líder de los judíos alemanes del siglo XIX, sugiere lo siguiente. Abraham tendría dos situaciones en las que necesitaría separarse de los demás y viajar solo. Primero, para convertirse en el padre de un nuevo pueblo necesitaría distanciarse de su entorno pasado y fundar una nueva comunidad dedicada a la creencia en Hashem. Tendría que superar las dificultades y realidades de dejar un presente familiar por un futuro desconocido. Segundo, decenas de años más tarde, tendría que emprender un viaje más en el que sería puesto a prueba por sí mismo, un “Lej Leja” final. Aunque Abraham le informó a Isaac del sacrificio previsto de camino a la Akeida, aun así, Abraham tendría que superar de nuevo este inmenso desafío básicamente por sí mismo. En resumen, tanto la primera prueba como la última requerirían que siguiera el mandato de “vete por ti mismo”.
El Midrash observa esta repetición del uso de “Lej Lejá” y plantea una pregunta asombrosa. Nuestros Sabios comentan que si ambas pruebas comienzan con las mismas palabras, “Lej Lejá”, debería haber alguna correlación, alguna conexión entre ambas. Basándose en esta suposición, se preguntan cuál fue la prueba más grande, ¿la primera o la última prueba? ¿Fue mayor el primer “Lej Leja” de viajar desde su tierra natal para ir a la tierra de Israel o tal vez el final, al sacrificar a su hijo? El Midrash responde que, de hecho, la prueba final fue más grande.
El Rebe de Slonim, el “Netivot Shalom”, se pregunta cómo entender la base de la pregunta que plantea el Midrash. ¿Cómo es posible, se pregunta, comparar las dificultades del viaje y la separación, por más grandes que sean, con el sacrificio de un hijo? ¿Acaso es posible que cualquier dificultad que Abraham experimentara durante sus viajes fuera tan inmensa como su prueba final de ofrecer a su propio hijo como sacrificio?
Entonces el Rebe nos ofrece una lección esencial sobre cómo ver los desafíos de la vida. Él dice que hay dos tipos de dificultades únicas que una persona puede enfrentar. Una son las pruebas y tribulaciones cotidianas de una situación que no tienen solución inmediata. Esto puede incluir las muy dolorosas realidades de la enfermedad, la soltería, la falta de hijos, etc. El cielo no lo quiera. Uno se va a dormir con el problema y se despierta con el problema. Estas situaciones se pueden utilizar como trampolines para crecer en la fe y la creencia en Hashem y en el conocimiento de que la prueba es en última instancia para nuestro bien. Por otro lado, hay otro tipo de pruebas que pueden implicar situaciones de vida o muerte literales. Entre ellas están las desgarradoras historias del Holocausto y las víctimas del terrorismo, en las que nobles individuos y comunidades sacrificaron o perdieron sus vidas y las de sus seres queridos. Se necesitó una fuerza aparentemente sobrehumana para superar muchos de esos retos. A menudo no se trata de calvarios largos o prolongados, pero la enormidad de la tribulación pesa más que la brevedad de la dificultad.
¿Cuál de las dos cosas es más terrible? En última instancia, el Midrash nos enseña que los desafíos del sacrificio, de la vida y de la muerte, son más formidables aunque sean más breves. Aun así, señala el Netivot Shalom, según el Midrash cabe preguntarse cuál es mayor, porque a veces la angustia de las pruebas cotidianas a largo plazo puede ser comparable a la intensidad de las situaciones de sacrificio a corto plazo.
Me gustaría sugerir que la primera explicación ofrecida más arriba de la exigencia de Abraham de “vete por ti mismo” aporta una visión de la naturaleza de los desafíos cotidianos. Como se ha explicado, la frase “Lej Lejá” significa que Abraham se enfrentó a su primera y última prueba como individuo, sin el apoyo de ninguna comunidad para aliviar el desafío. Aquellos individuos que, Dios no lo quiera, sufren el dolor de pruebas y tribulaciones a largo plazo, a menudo pueden sentir que ellos también están transitando el camino solos.
Estas percepciones nos enseñan que en cada generación hay Abrahams que, aunque no entregan literalmente su vida o la de sus seres queridos, sí pasan por pruebas que, según el Midrash, son comparables a la propia Akeida. Además, a menudo recorren un camino solitario. Si este tipo de pruebas sólo se le daban a un Abraham por miedo a que un individuo menos fuerte se doblegara ante el desafío, qué impresionantes son esos individuos especiales que son los Abrahams de esta generación a los que Hashem pone a prueba con situaciones de dificultad única.
Quiero terminar con un pensamiento y una plegaria. Intento escribir pensamientos basados en la Parasha que sean relevantes para nuestras vidas. Con estas palabras van mis plegarias por todos los que están atravesando desgracias personales. Estamos rezando por la salvación de Hashem para cada individuo que, Dios no lo quiera, pueda estar sufriendo de alguna manera. Dios quiera que todos podamos ver Su redención colectiva e individual pronto y rápidamente en nuestros días. Amén.
Escribe tu opinión!
Gracias por tu respuesta
El comentario será publicado tras su aprobación