Una cucharada de su propia comida – Vaietze
La “alumna” Lea reprendió a Jacob al ser acusada de engaño. Afirmó que aprendió la lección de “agarrar” la santidad del propio Jacob...
Hay ciertas partes del Jumash (Cinco Libros de Moisés) que resultan más difíciles de entender que otras. En esta Parashá nos enteramos de los matrimonios de Jacob con Rajel y Lea y el posterior nacimiento de casi todos los hijos de Jacob. Sin ahondar en los aspectos halájicos (legales) de cómo pudo ocurrir una cosa así, la pregunta prácticamente salta de las páginas del Jumash- ¿por qué Jacob se casó con dos hermanas? Sin duda, todo tiene un significado oculto y forma parte del plan Divino, especialmente el nacimiento y crecimiento de la nación judía. Aun así, ¿existe una explicación o una manera de entender la xsr
La semana pasada mencionamos la historia de cómo Jacob tomó las bendiciones para la riqueza física que Isaac había destinado inicialmente a Esaú. Explicamos que Rebeca decidió, y la Divina Providencia estuvo de acuerdo, que los beneficios de las bendiciones habrían sido mal dirigidos y mal utilizados por Esaú. Jacob tendría ahora la doble responsabilidad de traer la bondad de Dios al mundo, no sólo en el plano espiritual, sino también en el físico.
Intentemos obtener una perspectiva diferente de la misma historia. El Midrash nos cuenta algo fascinante sobre Rajel y Lea, las dos esposas de Jacob. Inicialmente, Jacob debía casarse con Rajel y Lea estaba destinada a casarse con Esaú. Sin embargo, como vimos, Esaú se volvió tan corrupto e incapaz de usar este mundo adecuadamente, que Jacob tuvo que ocupar su lugar. ¿En qué situación quedaba Lea? ¿Acaso seguía destinada a casarse con Esaú?
Parece que, de hecho, eso es lo que podría haber sucedido si no fuera por sus extraordinarias plegarias, que cambiaron su destino y, posteriormente, el destino del pueblo judío. El versículo dice que los ojos de Lea eran tiernos y Rashi explica que sus ojos estaban afectados por la abundancia de lágrimas que derramó para evitar casarse con Esaú. Sus gritos traspasaron los cielos y tuvo el mérito de casarse con Jacob en su lugar. Al parecer, puesto que Jacob “ocupó” el puesto de Esaú, también tuvo el mérito de casarse con Lea en lugar de Esaú. Lea tenía todas las cualidades necesarias para casarse con la persona que haría el trabajo que Esaú debía hacer. Al principio, ella y todos los demás pensaron que el encargado de hacer el trabajo de Esaú era Esaú, pero finalmente el trabajo fue asumido por Jacob. Jacob se casó con dos hermanas que tenían las habilidades para apoyar a los dos esposos que construirían naciones dedicadas a la santidad y elevación espiritual y física. Ambas se casaron con Jacob porque, en cierto modo, Jacob llegó a ser como dos personas, él mismo y Esaú juntos.
Sin embargo, parece haber otra lección importante en el hecho de que Jacob se casara con Lea. La Torá relata que Jacob quería casarse con Rajel, pero era muy consciente de que su suegro Labán iba a tratar de cambiar a Lea por Rajel (cosa que hizo). Para asegurarse de que se casaría con Rajel, Jacob habló con la mujer que creía que era Rajel durante su primera noche de matrimonio. Sin embargo, Lea, que quería asegurar su matrimonio con Jacob, fingía continuamente que era Rajel. A la mañana, Jacob se dio cuenta de que había sido engañado no sólo por Labán, sino también por Lea. El Midrash nos habla de un crudo diálogo entre Jacob y Lea.
Esa misma mañana, él le dijo: “Mujer engañosa, hija de una persona engañosa (Labán). Toda la noche te llamé Rajel y respondiste como si fueras ella”. Lea respondió “¿Acaso hay maestro sin alumnos? ¿No es esto lo que ocurrió cuando tu padre te daba las bendiciones y tú respondías como si fueras Esaú?”.
Este crudo diálogo suena como una dura acusación y defensa, pero creo que hay mucho más implícito en el mensaje de este Midrash.
Cuando Isaac estaba pensando en darle las bendiciones a Esaú, Rivka y Jacob comprendieron que tal escenario sería catastrófico. Si Esaú hubiera recibido las bendiciones, se habría producido un daño incalculable. Jacob se dio cuenta de que no tenía más remedio que hacerse pasar por su hermano, no porque quisiera, sino porque comprendía el posible trágico resultado de no hacerlo. A partir de aquí, el “maestro” Jacob enseñó que hay ocasiones en las que ser engañoso puede ser necesario para “agarrar” la santidad y la bendición que podrían estar mal dirigidas y llevarlas a donde pertenecen. Aunque este tipo de “engaño” puede resultar peligroso (y necesita parámetros halájicos, lo cual no es objeto de este artículo), hay situaciones que obligan a “secuestrar” la santidad de un lugar que de otro modo no lo merecería o incluso peligroso para asegurarse de que se utilice correctamente.
La “alumna” Lea reprendió a Jacob cuando él la acusó de engaño. Comprendió que si la santidad podía ser arrebatada ante las narices de un Esaú por una posible catástrofe, entonces ella tenía todo el derecho de asegurar también su matrimonio con Jacob. Si no lo hubiera hecho, podría acabar casada con Esaú, lo cual habría sido una tragedia. Si el engaño era necesario para llevar la santidad a la dirección correcta, seguramente una persona cuyo ser entero estaba dedicado a la santidad tenía derecho a ser engañosa.
Así que al final, Jacob se casó con dos esposas que representaban dos caminos para servir a Hashem. Uno fue el matrimonio con Rajel, que era la compañera prevista de Jacob, que no tuvo que hacer nada engañoso para convertirse en la esposa de Jacob. La segunda fue Lea, que aprendió de Jacob y les enseñó a las generaciones futuras la necesidad de utilizar a veces medios no convencionales para llegar a un lugar de santidad. Jacob se casó con ambas hermanas y nos enseñó que ambos enfoques son esenciales (por supuesto, cuando se utilizan de la manera correcta).
Que tengamos el mérito de aprender y aplicar correctamente los dos enfoques representados por Rajel y Lea y de “aprovechar” todas las oportunidades posibles de santidad en nuestro servicio a Hashem.
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