Un solo objetivo

“Yo no sabía que incluso en esta generación se podía alcanzar el nivel del Baba Sali”.

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 09.12.24

En lo que se refiere al trabajo de la voluntad, hay una premisa básica que siempre debemos tener en cuenta, que es que incluso aquella persona que dedica una cantidad significativa de tiempo todos los días a un trabajo espiritual personal debe ser consciente de que la esencia de ese trabajo debe ser elegir un solo tema e invertir por lo menos media hora rezando por ello todos los días.

Yo aprendí este principio fundamental de mi propia experiencia. Puedo dar testimonio de que durante muchos años todos los días dedicaba mucho más que una hora a trabajar sobre mí mismo, a dedicarme a realizar un recuento personal de mis actos y a rezar, pero a pesar de todo eso no vi cambios en mí mismo. Sí vi mejoras, pero no un cambio a fondo, como, por ejemplo, anular un mal rasgo de carácter o una pasión física. Recién cuando, con la ayuda de Hashem, empecé a hacer media hora por día de trabajo personal para un solo objetivo empecé a ver cambios fundamentales en mí mismo. Recién entonces empecé a alcanzar logros reales y cambiar por dentro.

Y con mis alumnos vi exactamente lo mismo. Si bien ellos dedicaban una cantidad significativa de tiempo cada día a las plegarias personales, no obstante, casi no habían percibido progreso. Pero cuando empezaron a enfocarse a un solo tema y a rezar por ese tema todos los días, vieron cambios drásticos de una semana a otra y de un mes a otro a un ritmo que los dejó perplejos. Hasta ese momento, habían estado seguros de que era imposible lograr cambios tan pronunciados y recibir tanta ayuda del Cielo de una forma tan fácil.

Cuanto más observé este fenómeno, más entendí que la generación del desierto también había dedicado tiempo a un trabajo personal y a las plegarias personales. Inmediatamente después de la entrega de la Torá, se les ordenó a los israelitas que se dedicaran a la plegaria. En un primer momento, esta fue una plegaria personal, en la que cada persona hablaba con Hashem usando sus propias palabras y su propio lenguaje cotidiano. Tal como enseña Maimónides, en un principio, el rezo no tenía una forma establecida ni un tiempo establecido, sino que todos hablaban con Hashem en cualquier momento del día, alabando, pidiendo y agradeciendo. Seguramente le dedicaban al rezo una cantidad significativa de tiempo cada día. “Hay quien reza una vez al día y quien reza varias veces al día”. Si en nuestra época, en la que el nivel espiritual del ser humano ha bajado tanto, la gente dedica por lo menos una hora y media al día para rezar, sin lugar a duda, en la generación del desierto la gente le dedicaba mucho tiempo más. Sin embargo, no les sirvió y es porque no se concentraron en un solo tema cada vez, un día tras otro, hasta que lograran producir un cambio significativo en ese tema específico.

Un estudioso de Torá me contó que, en el transcurso de los años, había dedicado mucho tiempo a introspección y plegarias personales. Y cuando empezó a escuchar mis charlas, empezó a dedicar por lo menos media por día al tema de la voluntad y la plegaria, enfocándose en el tema de la santidad y cuidar los ojos. El hombre rezó, suplicó y expresó su voluntad. Al cabo de apenas unos cuantos meses, percibió un cambio enorme y alcanzó un nivel de pureza tan alto que me dijo: “Yo no sabía que incluso en esta generación se podía alcanzar el nivel del Baba Sali”. Sí, incluso en esta generación cada persona puede alcanzar el nivel que se proponga, por más elevado que sea. Incluso en esta generación, la persona puede llegar a ser absolutamente pura. ¡De nosotros depende!

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