El corazón de una leona – Vaieshev
Estaban a punto de quemar a Tamar pero ella no intentó defenderse... ¿Por qué?
“Se le dijo a Tamar: He aquí que tu suegro sube a Timná a esquilar sus ovejas. Ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo, se envolvió y se sentó a la entrada de Enaim, que está junto al camino de Timná; porque vio que Shelah había crecido, y ella no le había sido dada por esposa” (Bereshit 38:13-14).
Según Abarbanel, las muchas coincidencias que condujeron a la unión entre Yehuda y Tamar aludían al hecho de que Hashem estaba actuando entre bastidores. Malbim explica que, además de discernir que Shelah había crecido, Tamar también se dio cuenta de que la esposa de Yehuda había muerto y que, por lo tanto, él era libre de cumplir la mitzvá de yibum (matrimonio por levirato). Además, para ella estaba claro que Yehuda ya había sido consolado, puesto que subió a esquilar a sus ovejas, un acontecimiento que suele ir acompañado de una alegre fiesta. Tamar se sentó a la Entrada del Ojo (Petach Enaim) para encontrarse con Yehuda y convencerlo de que se casara con ella. Sforno señala que sus intenciones eran “le shem shamaim”. Ella entendió proféticamente que el Mashiaj tenía que nacer de la unión entre ella y Yehuda, porque él era más perfecto que Shelah.
“Se volvió hacia ella, al lado del camino, y dijo: Déjame, te ruego, llegarme a ti -porque no sabía que era ella su nuera “(ibid. 16). La Torá no dice el habitual “Fue hacia ella”, sino “Se volvió hacia ella”. Baalei Tosfot explica que Yehuda quiso pasar de largo, pero entonces Tamar levantó la vista y rezó: “Ribon HaOlamim, (Amo del Universo) ¿acaso no tengo el mérito de traer al mundo un hijo sabio de este tzadik?”. Inmediatamente Dios envió al ángel Miguel para que lo hiciera retroceder. Así, las oraciones de Tamar tuvieron el poder de crear un ángel que influyó en la voluntad de Yehuda. “Se volvió hacia ella por el camino” (Bereshit 38:16) – “en contra de su voluntad” (Midrash Raba 85:8).
“Y sucedió que como a los tres meses fue dado aviso a Judá diciendo: Tu nuera Tamar ha estado fornicando, y he aquí también que está preñada de sus fornicaciones. Y dijo Judá: Sacadla y que la quemen” (Bereshit 38:24).
Tamar podría haber eliminado cualquier sospecha sobre sí misma declarando directamente que estaba embarazada de Yehuda. Aunque se la llevaban para quemarla, no intentó defenderse, porque tenía el corazón de una leona. Prefirió poner en peligro su vida antes que avergonzar a Yehuda (Sforno, Bereshit 38:25). De Tamar, nuestros Sabios aprenden que uno debe dejarse quemar antes que avergonzar a alguien en público (Rashi, ad loc). Sin embargo, ella podría haberse salvado del peligro y, al mismo tiempo, evitar avergonzar a Yehuda en público, simplemente explicándole todo el asunto a Yehuda en privado.
Según el Rabino Eliahu Kitov, Tamar comprendió que todavía había que purificar ciertos asuntos antes de que sus hijos pudieran ver la luz del mundo. Tanto ella como Yehuda tenían que demostrar que merecían ser padres de reyes. Ella tenía que estar dispuesta a sacrificar su vida, antes que causarle vergüenza a su prójimo; y Yehuda tenía que renunciar a su honor, en aras de la verdad. Tamar se dio cuenta de que si no hacía estos dos tikunim (rectificaciones) ya no tendría ningún propósito en el mundo y la muerte sería inevitable. Sin embargo, si ella lograba demostrar fortaleza y voluntad para perderlo todo, y Yehuda estaba dispuesto a pasar por una inmensa vergüenza admitiendo públicamente que se había equivocado, su humillación se transformaría entonces en honor eterno. Por esta razón, Tamar asumió la difícil prueba de reservarse para sí toda la verdad. Comprendió que la diferencia entre la destrucción completa y la dicha total pende de un milímetro. Cuando Tamar se enteró de que Yehuda había subido a Timná, la Torá dice: “Le fue dicho a Tamar”. El mismo lenguaje, “Le fue dicho a Yehuda “ le informó que Tamar estaba embarazada. Esto alude al hecho de que el mismo “Maguid” (reportero celestial) fue enviado para poner a prueba a ambos. A cada uno de ellos se le dio la oportunidad de demostrar que eran dignos de convertirse en padres del Mashiaj.
Yehuda pasó su prueba cuando anunció públicamente la rectitud de Tamar. Su exclamación: “¡Tzadka mimeni! “ suele traducirse como ”ella es más justa que yo “ (Bereshit 38:26). Sin embargo, también puede entenderse: “Ella es justa. De mí – (mimeni) [está embarazada]”. Una tercera posibilidad es que la palabra “ de mí” sea proclamada por una voz celestial. “De mí y por mi mediación han sucedido estas cosas”. Puesto que demostró ser una mujer recatada mientras estuvo en casa de su suegro, he ordenado que de ella desciendan reyes. Ya he ordenado que se levanten reyes en Israel de la tribu de Yehuda. Por lo tanto, he hecho que estas dos personas que han de ser los antepasados de los reyes se unan (Rashi, basado en Bereshit Rabá 85:12).
El Rabino Eliahu Kitov explica que cuando Hashem estaba plantando el primer retoño del reino de Israel, se aseguró de que fuera plantado sin las intenciones de nadie más que las Suyas. El rey creado de esta manera no tendría pretensiones debido a su origen humilde. A veces los actos que parecen inmorales son completamente puros y por el bien del Cielo. En realidad, la mayoría de las circunstancias que trajeron al Mashiaj parecen, a primera vista, cualquier cosa menos santas; desde el incidente de las hijas de Lot y Tamar vestida de ramera, hasta Rut la moabita acostada a los pies de Boaz. Cuanto más sagrado es algo, más obstáculos impide que se lleve a cabo. La única manera de eludir las fuerzas negativas es disfrazándose, como Tamar, tal y como enseña el Jafetz Jaim en su comentario sobre Parashat Vaieishev: “La lección de la historia es que el Satán impide los asuntos más altos y elevados. Por lo tanto, no hay otro consejo más que tomar el camino torcido. En el camino recto, el Satán habría hecho acusaciones y no se habría logrado nada. Lo mismo ocurre con Oved, el abuelo de David, que descendió de Ruth la Moabita”. Si bien, no es nuestro trabajo “tomar el camino torcido“ en forma deliberada, sí debemos aprender a no juzgar a los demás ya que Dios hace brotar al Mashiaj de maneras inesperadas y ocultas.
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