Difundir el amor
Un joven alejado de la Torá y de las mitzvot estaba tarareando esta canción. Uno de mis discípulos lo oyó y le dijo: “Él te ama, sí, y tú?
La semana pasada hablamos de Yosef Hatzaddik y de cómo aguantó largos años en la cárcel, sabiendo clara y definitivamente que Hashem le amaba y que todo iba a estar bien.
En la parasha de esta semana vemos que en realidad no sólo que todo estuvo bien, sino incluso lo mejor posible – “Dios lo quiso para bien, para provocar lo que ahora se está haciendo: la salvación de muchas vidas.” Fue por medio de todo lo que Yosef pasó que logró tal grandeza, alcanzando la más alta de las alturas, convirtiéndose en el líder del mundo entero y salvándolo de la hambruna, allanando así el camino para la Gueulá (salvación) del Pueblo Judío de Egipto.
Pero regocijarse en la salvación de Hashem después de que Yosef ya había llegado al poder y había visto lo bueno que es Hashem – eso es fácil; lo difícil es sentir el amor de Hashem y Su bondad eterna y constante cuando uno todavía está en la oscuridad.
Yosef era feliz y bailaba y cantaba, y hacía cabriolas incluso cuando estaba profundamente a oscuras, sin luz al final del túnel. Y no dejó de creer -ni siquiera un segundo- que Hashem lo amaba y que todo iba a estar bien. Y por lo tanto, Yosef Hatzadik no sólo mantuvo su esperanza y no cayó en la desesperación y la depresión, sino que también pasó por todas estas pruebas con alegría, e incluso hizo que otros se alegraran.
De hecho, si hubiera flaqueado y perdido la esperanza, seguramente no habría conseguido todo lo que consiguió, y probablemente habría permanecido en la cárcel el resto de su vida, desapareciendo de la historia.
Y esto es muy apropiado para Janucá, porque la mitzvá principal de Janucá es “pirsumei nisa” – dar a conocer el milagro. ¿Qué tiene de importante el hecho de dar a conocer el milagro? ¿Qué tiene de novedoso que Hashem pueda hacer milagros? Después de todo, esto es claro y fácil de entender. Ha habido muchos milagros a lo largo de los años. Incluso un milagro de aceite duradero y perdurable apareció en la Biblia cientos de años antes del milagro de Januca, en la famosa historia del profeta Elisha y la mujer de Ovadia, en la que una jarra que contenía sólo unas gotas de aceite consiguió llenar grandes jarras y muchos barriles y convertir a la pobre viuda en una mujer muy rica. ¿Qué más hay de nuevo?
Pero pirsumei nisa no significa dar a conocer a mucha gente que Hashem puede cambiar la naturaleza; su propósito es dar a conocer a mucha gente cuánto ama Hashem a Su nación, Israel – ¡tanto– que les muestra Su amor y les hace tales Milagros – para revelar y dar a conocer que Hashem los ama incluso en el exilio y en la gran oscuridad de los malvados gobernantes griegos.
Los poskim señalan que – por varias razones halájicas – el milagro del aceite no era realmente necesario. La novedad del milagro es que Hashem mostró Su gran amor por el pueblo judío. El milagro nos dijo: “Debes saber que estoy contigo, que te cuido y te amo. Hice grandes milagros para ti en esta inmensa guerra de unos pocos contra muchos. Estoy con ustedes en el campo de batalla, y estoy con ustedes en todas las situaciones, ¡y nunca los abandonaré!”.
Teshuvá por amor – con amor
¿Cómo merecieron los jasmoneos recibir una revelación de amor tan inmensa que ha seguido brillando durante generaciones? La respuesta se basa en la idea de “Tal como el agua refleja un rostro en otro rostro, así el corazón de uno se refleja en el otro”. Los jasmoneos estaban dispuestos a morir por santificar el Nombre de Hashem. Tal devoción es la cumbre del amor – cuando una persona está dispuesta a sacrificarse a sí misma, como hizo Avraham Avinu cuando fue arrojado al fuego y luego estuvo dispuesto a entregar a Itzjak. Y así, Hashem también estaba dispuesto a mostrarles Su gran amor.
Y viceversa: Cuando uno descubre cuánto lo ama Hashem y siente este amor, está dispuesto a hacer mucho más por Hashem y por el honor de Hashem. Así que no hay nada que despierte más el corazón a la teshuvá y a la cercanía a Hashem que esta canción: “¡Hashem yitbaraj siempre me ama y todo va a estar bien!”.
Un joven alejado de la Torá y de las mitzvot estaba tarareando esta canción. Uno de mis discípulos lo oyó y le dijo: “Él te ama, sí, y tú? Tú también tienes que amarlo y observar Sus mitzvot.” El joven no se lo pensó ni un momento antes de responder: “Tienes toda la razón”. Al parecer, se lo tomó en serio.
No me cabe duda de que será esta canción la que hará que el pueblo judío haga pronto teshuvá, teshuvá por amor, y seguiremos viendo grandes milagros – ¡y cada vez más!
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