Cómo lograr tus objetivos
¿Alguna vez te miraste en el espejo y dijiste que hoy iba a ser el día en el que finalmente ibas a hacer varios cambios en tu vida?
¿Alguna vez te miraste en el espejo y dijiste que hoy iba a ser el día en el que finalmente ibas a hacer varios cambios en tu vida? Probablemente te dijiste a ti mismo que a partir de ese momento ibas a dejar de posponer cosas, mirar partidos de fútbol todo el santo día, comer y beber sin medida, pasarte horas en las redes sociales, etc.
En ese momento seguramente estabas lleno de una sensación de poder, de determinación, de energía, que pensabas que te iban a seguir acompañando. Pero dos semanas más tarde, te ves a ti mismo sentado en el sofá con una bolsa enorme de papas fritas y mirando Instagram, mientras simultáneamente miras tu programa favorito en la TV.
Estudios realizados sobre el tema demuestran que la mayoría de la gente abandona sus resoluciones de Año Nuevo a mediados de enero. La pasión y la motivación que sintieron al principio rápidamente se disipa y los antiguos hábitos vuelven a salir a flote. Los objetivos que te habías puesto parecen ser más inalcanzables con cada día que pasa.
¿Por qué?
Dado que la naturaleza de nuestra realidad es un reflejo de la formación del mundo, examinemos en primera instancia la secuencia en la que se creó el mundo. Dios creó el universo en incrementos, distribuyendo Su energía y Su luz en la manifestación de día, noche, agua, tierra, y los distintos elementos de la naturaleza. Dios condensó Su luz para que estuviera contenida en cada una de estas vasijas individuales.
Cada persona llega a este mundo como un co-creador. Cada uno de nosotros nació con una parte de la luz infinita de Dios dentro de nosotros y nuestro potencial es por lo tanto ilimitado. Así como la luz de la Creación fue constreñida para ser contenida dentro de las vasijas apropiadas, así también debemos manejar la luz que nos llega en el desarrollo de nuestros objetivos. No basta con tener inspiración, sino que debemos anticipar los obstáculos que inevitablemente van a presentarse y crear un plan realista para superarlos.
A veces, a pesar de nuestros mejores esfuerzos por preparar cada escenario, podemos experimentar una caída antes de un gran avance. Es importante recordar que los fracasos son meramente una prueba de humildad que nos hacen crear una nueva estrategia y reafirmar nuestra convicción en que todo el éxito llega con tiempo, con esfuerzo, con plegaria, y con intervención Divina. Los fracasos nos dan la oportunidad de dar un paso atrás, cuestionar nuestro enfoque y empezar de nuevo.
Alcanzar nuestros objetivos y hacer el esfuerzo de cambiar depende más que nada del grado en el que creamos en nosotros mismos. Separar nuestros objetivos en tareas más pequeñas y más fáciles de alcanzar va a condensar la luz de nuestra inspiración inicial para que pueda contenerse en las vasijas que tenemos para contenerla. Conquistar objetivos menores nos va a permitir juntar confianza en nuestra capacidad de transformarnos a nosotros mismos. Esta confianza nos recordará que no importa cuántas veces hayamos fracasado, debemos evocar la fuente eterna de energía dentro de cada uno de nosotros y aferrarnos a nuestra posibilidad de manifestar nuestro potencial en cada emprendimiento que hacemos.
Escribe tu opinión!
Gracias por tu respuesta
El comentario será publicado tras su aprobación