Querer es poder

La sagrada Guemará en el Tratado Makot (10b) nos enseña que “por el camino que la persona quiere ir, por allí la conducen”. Cuando una persona quiere algo, desde el Cielo la llevan hacia ello. Incluso si la persona misma no tiene la capacidad de proceder, con tan sólo querer, desde el Cielo la ayudan. Por lo tanto, la fuerza de voluntad es la fuerza que determina toda la existencia del individuo. La fuerza de voluntad es el motor de todo. Esto es algo evidente y no hace falta demostrarlo. Aquello que queremos hacer, lo hacemos, sin restricciones. Y la Guemará dice que esta es una ley que está en conformidad con la forma en que Hashem dirige el mundo: que la persona es llevada por el camino por el cual desea ir.

La afirmación de la Guemará de que “por el camino que la persona quiere ir, por allí la conducen” nos plantea un interrogante. El Maharshá, uno de los más grandes comentaristas de la Guemará, que vivió hace aproximadamente cuatro siglos, pregunta: ¿Quién lo lleva? Hashem. Tal como afirma el versículo: “Por Hashem, los pasos del hombre fuerte son firmes” (Salmos 37:23). Pero entonces la Guemará debería haber dicho: “Él los conduce”, en singular. ¿Por qué dice “la conducen” en tercera persona del plural? El Maharshá explica que cada intención que uno tiene crea un ángel. Por lo tanto, cada persona, según todas las intenciones que tenga, crea muchos ángeles. Son estos ángeles los que la guían y la llevan, ya sea por el buen camino o, Dios no lo permita, por el mal camino, si es que esa persona busca el mal. Por eso la Guemará usa el plural.

Basándonos en esta maravillosa explicación del Maharshá, ahora podemos entender de dónde surgen todos estos increíbles poderes de la fuerza de voluntad en el ser humano. Las intenciones que uno tiene crean ángeles, que le confieren la capacidad de actuar. Y cuanto más fortalece uno sus intenciones, más ángeles crea. Aquel que tiene intenciones fuertes, contará con todo un ejército de ángeles celestiales que lo van a ayudar a hacer realidad todas esas buenas intenciones.

Este “ejército de ángeles” no es cosa sencilla.

El Libro de Reyes (Reyes II 6) cuenta que el profeta Elisha (Elías) sabía por inspiración Divina todos los planes del rey de Aram y se los divulgó al Rey de Israel. Ese fue el servicio de inteligencia más extraordinario de toda la historia. Una sola persona que sabía todo, sin necesidad de puesto de observación ni de escuchas telefónicas, sin satélites y sin espías. El Rey de Aram decidió poner fin a esta situación. Dice la Biblia:

[El Rey de Aram] envió caballos y carruajes allí [donde estaba Elisha] y un gran ejército. Llegaron de noche y rodearon la ciudad.

El siervo del hombre de Dios se despertó temprano y salió y he aquí que un ejército con caballos y carruajes rodeaba la ciudad. El asistente [de Elisha] le dijo: “Oh, mi amo, ¿qué haremos?”

Él dijo: “No tengas miedo, porque los que están con nosotros son más numerosos que los que están con ellos”.

Elishá rezó y dijo: “Hashem, por favor, ábrele los ojos para que vea”. Hashem le abrió los ojos al muchacho y este vio. He aquí que la montaña estaba llena de caballos y carruajes de fuego rodeando a Elisha.

El asistente al principio no había visto este gran ejército de Elisha, debido a que no se trataba de un ejército físico sino de un ejército espiritual, de ángeles que acompañaban y protegían al profeta Elisha. Recién cuando Elisha rezó, Hashem le dio al asistente la visión espiritual para que pudiera ver los ángeles. El final de la historia es que el profeta “débil” Elisha por sí solo tomó cautivo a todo ese enorme ejército, llevándolo a la ciudad de Shomrón. Allí les proporcionaron alimentos y los dejaron ir. No había necesidad de matarlos, porque habían entendido que no podían capturar a este hombre de Dios.

Según el Maharshá, todo el que fortalece su fuerza de voluntad crea muchos ángeles que lo rodean y lo protegen, y con ese poder puede actuar y lograr todo lo que se propone sin temor.