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Basta de frustraciones
Todos los que prosperan y tienen éxito son los que se esfuerzan y trabajan duro. No hay nada que sea por coincidencia o al azar.
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¿Por qué habrías de seguir viviendo una vida de frustración durante años por el solo hecho de que no logras cambiar tus hábitos y dominar tus deseos físicos? En realidad, esto es demasiado para ti. Hasta el día de hoy, hiciste el intento sin recurrir a la plegaria. Trataste de cambiar tu naturaleza sin rezar por ello. Y no funcionó. Pero si empiezas a proceder en conformidad con las leyes de la vida y con el trabajo de la voluntad y la plegaria, vas a alcanzar logros increíbles.
En cuanto a terminar con una adicción, que también es producto de alguna clase de frustración interna, de baja autoestima y de falta de voluntad para hacer frente a la realidad, si la persona trata de hacerlo a la fuerza, en un 99% de los casos no lo logrará. E incluso si lo logra, no habrá resuelto el problema de raíz, que sin lugar a dudas resurgirá de alguna otra forma. Pero por medio del trabajo de la voluntad, la persona reza para alcanzar una alta autoestima y Le pide a Hashem que le dé el poder y la voluntad para afrontar todos los desafíos de la vida. Y entonces sus adicciones pierden fuerza y uno puede vivir una vida con más sentido, con más felicidad y con emuná en Hashem y en sí mismo.
Debemos ser conscientes de que en este mundo existen principios muy claros. No hay “errores” ni positivos ni negativos. Todos los que prosperan y tienen éxito son los que se esfuerzan y trabajan duro. No hay nada que sea por coincidencia o al azar. Cuando la persona trabaja siguiendo los principios expuestos, siempre alcanza grandes logros. Y tampoco hay errores en la dirección contraria. Todos los que tropiezan no tropiezan por error, sino únicamente porque no se esfuerzan. ¿Y sabes por qué? Porque el trabajo de la voluntad está oculto. El descenso no ocurre en forma repentina, en forma súbita, “así nomás”. La persona cae porque tenía malas intenciones que no ha tratado de eliminar. Y entonces un día se dan cuenta y se preguntan a sí mismos: “¿Cómo me pudo suceder algo así? Si yo me crie en una familia tan buena y recibí tan buena educación. ¿Cómo fue que llegué a un nivel tan bajo? ¿Por qué Hashem me hizo esto? ‘¿Qué es esto que nos ha hecho Hashem?’ (Números 11:15)”. La Guemará afirma que todas estas preguntas son una absoluta tontería, y cita el versículo “Después de que la necesidad de la persona le pervierte el camino, su corazón se enoja con Hashem” (Proverbios 19:3). Esto es algo que hizo la propia persona. La persona es llevada por el camino que quiere ir. Los que caen son aquellos que no trabajaron y no se esforzaron y, por lo tanto, no cambiaron. Todos tenemos malos impulsos. Pero aquellos que se dedican al trabajo de la voluntad enfrentan sus problemas y los resuelven. Y los que tropiezan, tropiezan debido a que no enfrentaron sus malos impulsos. Y, como resultado, un día, el monstruo de Frankestein se levanta en contra de su hacedor y se abre la caja de Pandora.
No hay ninguna diferencia entre tú y todos los grandes justos (tzadikim). Ellos también tenían una mala inclinación que no lograban dominar, pero Hashem los ayudó a superarla. ¿Y por qué Hashem los ayudó a pasar las pruebas? La respuesta es: porque tenían una fuerte voluntad. Y entonces surge la pregunta: pero todos tenemos voluntad. Sí, es verdad. Pero ellos llevaron a cabo lo que se llama “el trabajo de la voluntad”. Ellos rezaron y rezaron y rezaron todavía más. ¿A quién llamamos “una persona que realmente ‘quiere’”? A aquella que dedica tiempo todos los días a llevar a cabo el trabajo de la voluntad y Le reza a Hashem para que la salve de las garras de la Mala Inclinación, y la ayude a alcanzar la pureza y la conduzca por el camino de los tzadikim. Cuando la persona hace eso, está construyendo vasijas. Y entonces logra superar sus imperfecciones espirituales y tiene garantizado que sus plegarias serán respondidas.
Hashem quiere darles a todos todo lo mejor de este mundo y llevar a todos por el buen camino, el camino de los tzadikim, y evitar que las personas tropiecen. Pero existen principios espirituales: uno tiene que preparar vasijas y hacer muchas plegarias y dedicar un tiempo cada día al trabajo de la voluntad. Y entonces uno va a recibir. No basta con decir simplemente “yo quiero”. No es suficiente con eso solamente. Pregúntate a ti mismo: ¿qué estás dispuesto a hacer para hacer realidad este anhelo? ¿Acaso este anhelo te impulsa a hacer un trabajo espiritual? Cada carencia que la persona tiene es por falta de plegarias. Si no te dedicas a la plegaria, entonces ¿cómo pretendes cambiar? ¿Qué garantía tienes? ¿En qué depositas tu confianza- en tu poder? ¿En tu carácter? Sé consciente de que si no te paras a rogarle a Hashem que te proteja para que no te caigas, eso significa que piensas que tu vida está bajo tu control, y que estás confiando en ti mismo y en tus propios medios. Y si es así, entonces estás en desacuerdo con la Guemará, la cual da testimonio de que el ser humano carece de la capacidad de conquistar su Mala Inclinación. Dice la Mishná: “No creas en ti mismo hasta el día de tu muerte” (Avot 2:4). Si realmente quieres evitar caer, sabrás que no posees ningún poder propio y que necesitas la ayuda del Creador a cada momento. Reserva un tiempo a dedicarte al trabajo de la voluntad. Elige un lugar donde rezar y entonces Hashem te conducirá, te salvará, te purificará, porque Hashem “guarda los pies de Sus piadosos” (Samuel I 2:9). Tú también serás una persona piadosa. ¿Quién es el piadoso a que se refiere el versículo? Se trata del Rey David, quien era pura plegaria: “Y yo soy plegaria” (Salmos 69:14). Por eso, él pidió: “Protege mi alma porque soy piadoso” (Salmos 86:2). Sé una de esas personas que rezan mucho y Le piden a Hashem que les proteja el alma.
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