Hashem escucha – 2

Si quieres hablar con Hashem pero no sabes cómo sacarte de encima a la Mala Inclinación, simplemente recita este pasaje de la Torá una y otra vez:

Yo escucharé, porque Yo tengo compasión. Yo escucharé, porque Yo tengo compasión. Yo escucharé, porque Yo tengo compasión.

Y aunque la Mala Inclinación me esté ahorcando con las dos manos, Di-s no lo permita, y yo apenas pueda respirar, clamaré ante Hashem: “Padre Compasivo, ten piedad de mí!”. Por favor, Papá, yo sé que no me merezco nada, pero Tú creaste el universo y el mundo en el que vivimos para mostrarnos Tu compasión. Yo no puedo seguir así. Me siento impotente para resolver este problema que tengo. Ya lo intenté todo y todas las puertas están cerradas. Por favor, Dios mío, el gran Najmánides nos enseña que Tú escuchas el clamor de los transgresores. Por favor, no tengo a nadie a quien dirigirme excepto Tú. Por favor, Dios mío, escucha mis plegarias. Responde a mi súplica. Te suplico que me des un regalo gratuito… ¡no me cierres las puertas de la salvación!

Cuando la persona se fortalece espiritualmente, sabiendo que Hashem es compasivo, ahí es cuando se hace merecedora de todas las salvaciones existentes en el mundo. Lo principal es recordar y rezarle a Hashem con la voz de ruego de un pobre, no con la actitud altanera de que Hashem nos “debe” algo… La súplica pura, simple y sincera de compasión abre las puertas de la salvación.

No hay nada que pueda servir de sustituto de la compasión de Hashem. Somos como niños ricos con un Padre millonario que nos creó para mostrarnos Su compasión. ¿Quién es tan tonto como para pensar que un Padre tan bondadoso no va a escuchar nuestras plegarias? En realidad, nuestras plegarias no son respondidas a veces debido a que nosotros mismos no creemos en Él lo suficiente, porque si realmente creyéramos en Él, clamaríamos desde lo más profundo de nuestro ser!

Continuará….