Pesaj en el Monte de los Olivos

Pero a las 4 de la madrugada sonó el teléfono y todo cambió drásticamente...

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Dra. Rivka Levron

Posteado en 14.03.21

 

Qué bonito Seder de Pesaj tuvimos! Todos disfrutamos de habernos reunido, de las canciones, de la Hagadá, de la matzá, del vino. A la noche, nos fuimos a dormir flieces: la casa estaba limpia, y nos esperaban los días de Jol haMoed, llenos de clases de Torá y de viajes familiares que habíamos planeado.

 

Pero a las 4 de la madrugada sonó el teléfono y todo cambió drásticamente.

 

Después de muchos años enferma, nuestra querida abuela Raquel había fallecido en Pesaj.

 

Mientras nos disponíamos a arreglar los preparativos para el funeral, recordamos la noche del Seder: imaginándonos que poníamos todas nuestras pertenencias apurados en bolsos para salir de Egipto. Sólo que ahora esto estaba sucediendo en la realidad.

 

Llegamos a Jerusalén y empezamos a seguir al vehículo que llevaba a nuestra querida abuela rumbo al cementerio. Un vehículo de seguridad nos seguía para evitar problemas con los árabes.

 

Parada cerca de las tumbas de familiares ya fallecidos, la vista de Jerusalén desde el silencioso y soleado pico del Monte de los Olivos me dejó boquiabierta. Del otro lado del valle, el Monte del Templo irradiaba un destello de luz.

 

Mi abuela se había ido de ste mundo el primer día del Omer, que es el día asociado con el rasgo de jesed (benevolencia). Yo sentí mucho confort dentro de mí misma de saber que después de tantas pruebas difíciles que ella tuvo que enfrentar en la vida, ahora su alma se había reunido con las de sus antepasados, libre de las restricciones de un cuerpo que ya hacía mucho que no funcionaba. Esa era su propia redención personal de Egipto.

 

Cuando Hashem decidió que su prolongado sufrimiento en este mundo había llegado a su fin, ella fue enterrada en el más grande cementerio judío del mundo: en paz, con honor, rodeada por su familia y sus muchos seres queridos.

 

En esta época en la que vivimos, un entierro así es algo que tal vez muchos darán por sentado. Peor durante muchos períodos de la historia judía, esto no era para nada obvio. Esto fue por lo tanto un grande acto de jesed, de benevolencia.

 

Qué privilegio para ella descansar en una ladera del sitio del Monte del Templo, el lugar donde ocurrirá el comienzo de la resurrección de los muertos en la época del Mashíaj! Y qué privilegio para mí poder visitar las tumbas contiguas, de sus familiares, que ya hace muchos años que fallecieron, y a quienes no llegué a conocer.

 

Durante la semana de la shivá, mirando varios libros de rezos, me encontré con la plegaria Nishmat Kol Jai, que significa “el alma de todo ser vivo”, que es una serie de alabanzas a Hashem. Decidí continuar recitando esta plegaria durante 40 días para la elevación del alma de mi querida abuela.

 

Qué increíble es saber que Hashem guía el camino de cada persona que vive y que nuestra conexión con los que ya se fueron sigue vigente. Esa fue otra cosa reconfortante, otra muestra de jesed.

 

Y saber que lo que vemos en este mundo es apenas una fracción diminuta del jesed que Hashem nos prodiga continuamente, yo tengo fe en que toda la benevolencia será algo que recién comprenderemos en su totalidad cuando llegue el momento debido.

 

Que estas palabras sirvan para la elevación del alma de Raquel bat Ester.

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