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Robar con amor
Mira a tus hijos: Su futuro está en tus manos!
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“Hoy”, decidió el director, “voy a tratar de hablar con el abuelo y descubrir la historia de la familia.”
Cada día, Ronen, el director, se paraba en la entrada de la escuela y saludaba a los niños y a sus acompañantes con una sonrisa y un “¡Buenos días!”. Bromeaba con ellos, se aseguraba de que entraran a la escuela con buen ánimo y… prestaba atención a los detalles. A menudo, darle la atención adecuada a un niño al inicio del día podía salvar todo un día para la clase entera.
Entre otras cosas, Ronen notó que una de las niñas nunca venía con sus padres; en cambio, un hombre mayor la traía a la escuela – probablemente su abuelo. Ronen se hizo una nota mental para averiguar la situación y ese día decidió invitar al abuelo a una charla amistosa en su oficina.
El abuelo aceptó venir y le contó al director la triste historia de la niña. Resultó que la niña no tenía padres y que estaba siendo criada por sus abuelos.
“¿Y usted de qué vive?”, preguntó el director, sin imaginarse la asombrosa respuesta que recibiría.
Algo en la personalidad de Ronen hizo que el abuelo confiara en él, y este le respondió, simplemente, que para ganar suficiente dinero para su nieta y su familia tenía que robar.
Robar con jésed (amor y bondad)
“¿¡Robar!?” El director se quedó atónito y le preguntó al abuelo cómo era que “robaba”. Entonces, el abuelo le reveló su “método” y le contó algunas historias sobre su “trabajo”. Entre otras cosas, le contó que una vez entró a una casa y quedó impactado por la terrible situación que encontró: el refrigerador estaba completamente vacío y la pobreza se sentía en cada rincón de la casa. Conmovido por la escena, el abuelo dejó allí una suma de dinero y se fue sin llevarse nada…
El director quedó tan impresionado con la historia que exclamó: “¡Qué tzadik eres!”. El abuelo ladrón se sintió conmovido por esas palabras y le contó al director que los niños de esa familia estudiaban en su escuela, pidiéndole que les tuviera consideración en lo que refería a los pagos y gastos de excursiones y actividades. El director le prometió que así lo haría.
Al terminar la reunión, cada uno se fue por su lado, sumido cada uno en sus propios pensamientos…
Dos semanas después, fue el abuelo quien pidió hablar con el director. Ronen lo recibió con gusto.
“No sabe lo que me ha pasado desde nuestra última conversación”, dijo el abuelo. “¡No puedo robar!”
Viendo la expresión de sorpresa en el rostro del director, explicó:
“Desde que me dijiste que soy un tzadik, cada vez que quiero salir a robar, simplemente no puedo. Veo tus palabras delante de mis ojos y pienso: ‘¿Cómo voy a robar?’ Y al final, cambio de idea y me quedo en casa.”
Ronen se conmovió profundamente. Después de esa conversación, movió algunos contactos en la municipalidad y, esa misma semana, consiguió un trabajo digno y con un sueldo suficiente para el abuelo, permitiéndole así “jubilarse” de su anterior “ocupación”.
Educación a cualquier edad
Pero lo que el director realmente ganó con todo esto no tenía precio. Recibió – y nosotros también estamos recibiendo aquí – una increíble lección de educación aplicable a todas las edades: ¡Las palabras positivas hacen maravillas! Confiar realmente en nuestros hijos y decirles lo buenos y justos que son – esa es la corona de la educación.
Y no es solo una lección de educación, sino también de shalom bait (paz en el hogar) y de relaciones interpersonales. Confía verdaderamente en tu esposa y dile cuánto dependes de ella; ve lo bueno en tu esposo y dile cuánto lo aprecias – y eso tendrá un efecto mil veces más poderoso que la crítica y los reproches.
Cree en ti mismo, confía en el bien que hay en ti – esa es la clave real del éxito. Y esa es la razón por la que la canción “Hashem me ama” tiene tanto éxito: porque todos necesitamos escuchar que Hashem nos ama y nos valora – es tan esencial como respirar.
Rabí Najman dice que alguien que simplemente les sonríe a las personas a su alrededor les está dando vida; a veces, literalmente incluso puede salvarle la vida a alguien.
Esto es todo lo que un niño necesita
Mira a tus hijos: Su futuro está en tus manos, y sobre todo en tu corazón y en tu boca. ¿No quieres que tengan éxito y todo lo bueno en el mundo? ¡Por supuesto que sí! Pero a veces, deseas tanto que tengan una buena vida, que sin darte cuenta los perjudicas con comentarios negativos, críticas y destruyéndoles la confianza en sí mismos…
Piensas que los estás “educando” y que quieres que mejoren, pero es muy posible que con tus palabras estés logrando el efecto contrario y cerrándoles las puertas del éxito.
Mira la increíble historia del director Ronen. Recuerda lo que dice Rabí Najman: que al ver solo lo bueno y no lo malo, al buscar y encontrar virtudes en cada persona, al elogiar y elevar a los demás, haces que hagan teshuvá (arrepentimiento).
Recuerda bien que el niño te ve como la máxima autoridad. Y él anhela que lo mires a los ojos con amor. Que veas lo bueno que es, cuánta luz tiene dentro de sí; él quiere que confíes en él, que le digas que lo amas incondicionalmente, sin importar la situación, que le digas cuánto vale y lo bueno que es.
En lo más profundo de su alma, no necesita nada más.
Si confías en él y lo animas sinceramente, ¡ya le has dado todo!
Los sermones y discursos no se acercan siquiera al poder de una palabra de aliento y una felicitación. Este es el verdadero remedio milagroso. Y si lo haces constantemente durante años, estarás formando hijos fuertes, sanos emocionalmente, con la capacidad de elegir el bien y hacer mucho bien en el mundo. De hecho, les será mucho más fácil elegir el bien.
Un mensaje final para los padres
Todo comienza con la confianza en ustedes mismos. No olviden que ustedes son tzadikim, que Hashem los ama, está orgulloso de ustedes y los valora. Eso es lo que deben transmitirles a sus hijos, dándoles así la capacidad de cumplir la Torá y las mitzvot y tener éxito en la vida.
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