¡No te pierdas el tren!

Todo viajero sabe perfectamente que es mil veces antes de antelación que treinta segundos tarde.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 14.03.21

 

Todo viajero experimentado sabe perfectamente que es mil veces mejor llegar a la estación del tren con una hora de antelación que treinta segundos tarde.

Espiritualmente, es posible que el último tren esté a punto de partir de la estación, y no conviene perderlo…

 

 …

 

El 6 de Siván, hace más de 3.300 años, Hashem se reveló en el Monte Sinaí ante todo el pueblo judío. Nuestros antepasados invocaron una indescriptible medida de compasión Divina al declarar “Naasé Venishmá – Haremos y escucharemos”: ellos aceptaron el precepto de observar todo lo que les ordenara Hashem incluso antes de saber qué les iba a ordenar. Tan grande era su confianza en Hashem.    

 

Después de mucha preparación, nuestros antepasados se aprestaron a recibir la Torá. Moisés subió al Monte Sinaí a recibir las tablas de los Diez Mandamientos.

 

A partir de ese momento, jamás ha habido un espectáculo de luz y sonido igual a lo que ocurrió aquella noche en el Monte Sinaí. El cielo se abrió. Todas las cortinas que ocultaban los Mundos Superiores se abrieron. Tronaron los shofares; los truenos y los relámpagos dibujaron de luz el firmamento. De pronto, la voz de Hashem reverberó desde 72 direcciones diferentes: cada persona pudo sentir los órganos internos temblando con una mezcla de temor y reverencia. Dos millones de judíos oyeron a Hashem declarar el Primer Mandamiento, el mandamiento de la emuná: “Yo soy el Eterno tu Dios”.

 

El Midrash nos cuenta que, a esa altura, sus almas no pudieron permanecer dentro de sus cuerpos y Hashem tuvo que enviar batallones de ángeles paramédicos para forzar a cada alma a retornar a su respectivo cuerpo.

 

Entonces Hashem anunció el segundo mandamiento, el que prohíbe la idolatría: “No tendrás otros dioses…”.

 

Los judíos no pudieron soportar escuchar la voz directa de Hashem y le rogaron: “Por favor, ¡no podemos soportar más!”. Entonces Moisés subió al Monte Sinaí y recibió el resto de los mandamientos.

 

Hashem quedó encantado con la reacción del pueblo y le dijo a Moisés (Deuteronomio 5:26): “Halvai, ojalá, que ellos tengan irá (temor), en su corazón, y nunca pequen, por su propio bien y por el bien de sus hijos hasta el final de los tiempos!”.

 

La Guemará en el primer capítulo del tratado Avodá Zará debate a cuál “bien” o beneficio se refiere Hashem en el pasaje citado. Según una opinión, es que ellos nunca murieran. Pero la Guemará niega esa opinión. Nuestros Sabios llegan a la unánime conclusión de que Hashem nos va a dar un total respiro de nuestros enemigos. Cuando la nación entera estudie Torá y observe los preceptos de Hashem como en la época del Rey Hezequías, Hashem se encargará personalmente de nuestros enemigos, para que podamos realizar nuestro servicio Divino sin molestias.

 

Entonces por qué no tenemos verdadero temor de Hashem?

 

Por una de dos razones:

 

Uno, porque hay personas que prefieren una vida de fantasías y placeres corporales.

 

Dos, porque aquellos que sí están interesados, no se lo piden a Hashem. Dentro de ellos mismos, sienten que si Hashem les da temor Divino, entonces no van a recibir recompensa.

 

La Guemará nos cuenta que Moisés reprendió al pueblo judío el día en que murió por no haber aprovechado la oportunidad en el Monte Sinaí para pedirle a Hashem un corazón lleno de temor Divino. Moisés los llama “ingratos” por no valorar el ofrecimiento implícito que les hizo Hashem. En lugar de eso, ellos van y hacen el Becerro de Oro…

 

¿Acaso no hemos tenido suficiente con el Becerro de Oro? ¿Todavía no estamos hartos de una vida de constantes guerras, ataques de misiles, terrorismo y enfrentamientos?

 

El problema es la arrogancia. No queremos rogarle a Hashem que nos dé temor Divino porque no queremos quedarnos sin el reconocimiento…

 

El Jazón Ish explica esta Guemará: “Si Hashem cumple con el pedido de una persona como consecuencia de las continuas súplicas de esa persona y de todas sus plegarias, entonces el logro se acredita a la persona, pues lo obtuvo por medio de su propio esfuerzo”. Esto nos demuestra que la plegaria es considerada un esfuerzo, un hishtadlut, como cualquier otro esfuerzo físico.

 

Una vez que llegue el Mashíaj, el valor de la teshuvá y el temor Divino bajará muchísimo en el mercado de valores espirituales. Ahora es el momento de pedir por ambos, ahora, que la verdad no está revelada.

 

Aprovechemos esta festividad de Shavuot cuando el cielo nuevamente vuelve a abrirse, para pedirle a Hashem que nos dé verdadera emuná y un corazón lleno de temor Divino. Que sea muy pronto, en nuestros días. Amén!

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1. ZORAIDA BOLAND

6/02/2022

QUÉ MARAVILLOSO ES NUESTRO ETERNO PADRE CELESTIAL, QUE A PESAR DE NUESTRA CONDICIÓN,NOS QUIERE AYUDAR.
YO PODRÍA PEDIRLE A HASHEM VERDADERA EMUNÁ Y UN CORAZÓN LLENO DE TEMOR DIVINO? SHALOM ❤️

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