El remedio para la soledad

Todos los días llega a mi clínica por lo menos una paciente que sufre de este problema: la soledad.

A veces, la soledad es muy difícil.

Existe la soledad objetiva, que es cuando la familia está lejos y uno no tiene amigos. Todos están ocupados, no hay con quién hablar.

Y también existe la soledad subjetiva.

Pero en realidad es lo mismo: la soledad es soledad y es un gran problema.

A veces nos da la impresión de que en un mundo con tantas formas de comunicación no puede existir un problema así. Tenemos el whatsapp, el correo electrónico, el Facebook, etc…

Pero precisamente por este motivo, la soledad es tan terrible.

No es lo mismo un amigo con el que hablas cara a cara que un amigo que te pregunta cómo va todo por las redes sociales.

Con frecuencia, además de la soledad, uno tiene grandes dificultades que duelen como shocks eléctricos. Hay shocks que matan y hay shocks que curan. Y si recibiste un golpe que te dolió, date cuenta de que probablemente estabas profundamente dormido y cuando alguien te despierta, recuerda que no hay nada más bello (y a veces, también nada más doloroso) que despertarse y vivir el aquí y ahora.

No importa si eres rico o pobre, hombre o mujer, joven o viejo, gordo o flaco, alto o bajo. Este fenómeno existe en todos nosotros.

Se puede ver en cada aspecto de la vida. A veces, uno recibe un shock eléctrico en un aspecto de su vida mientras todos los demás aspectos están tranquilos, o aparentemente tranquilos. A veces, se produce en varios aspectos en forma simultánea.

Y entonces buscamos el silencio, la tranquilidad. Es verdad, no siempre en los lugares adecuados. Buscamos la tranquilidad en aquel aspecto en el cual tenemos éxito o allí donde estamos libres de responsabilidades.

Todos estamos ocupados y el precio que pagamos es muy caro emocionalmente. El precio de la individualidad. El precio de la soledad. En lugar de estar envueltos en amor, y en el apoyo de seres queridos, estamos solos.

No por nada nuestros sabios enseñan: “Adquiere un amigo”. Y por eso Rabí Najman de Breslev dice que uno de los tres aspectos de la vitalidad del ser humano es el “aspecto del amigo”.

El ritmo de vida moderno, la cultura individualista y el desarrollo tecnológico trajeron el problema de la soledad. Otro problema que contribuye a esta sensación de soledad es que muchas veces las parejas viven lejos de sus padres. No hay tiempo para hablar de lo que uno siente. La frialdad y la formalidad se apoderaron del corazón dolorido.

Está escrito: “Dos son mejor que uno”: para el amor, para el oído atento, para la ayuda mutua. Este es el remedio para la soledad.

El Admor de Piaschena, entre muchos otros, propone pertenecer a un grupo, que tiene el poder de fortalecer al individuo. Y si el grupo al que perteneces te hace sacar a flote lo mejor de ti, entonces ese es el grupo indicado para ti.

¿Dónde podemos encontrar un grupo social al cual pertenecer? Hoy en día hay muchos grupos sociales maravillosos y cada uno puede encontrar el que mejor se adapte a sus necesidades.

Yo recomiendo formar grupos basados en los valores que te importan. Puede ser un grupo dedicado al arte, o al estudio del judaísmo, grupos de personas mayores de 50, grupos de gente a la que le gusta pasear, grupos de música o baile, etc. Inviertan tiempo en el grupo. Esa es una inversión muy redituable. Y aunque al principio les parezca algo no natural, al poco tiempo van a ver que va a ser mucho más natural.

En la época en la que vivimos la conexión entre las personas es algo de enorme valor. Salgan y busquen o formen ustedes mismos grupos que los hagan sentir bien.