El cedro y el junco

Ser a la vez firmes y flexibles es todo un arte. Flexibles para soportar la oposición externa así como las crisis internas y esperar días mejores, haciendo lo que uno pueda en el interín. Y firmes, para no ceder ante la desesperación y la intimidación del mundo exterior. Seamos como el junco en vez del cedro, dice el Talmud. El junco, que está firmemente plantado, se dobla bajo la tormenta pero no se quiebra. ¿Quién es obstinado? Alguien que se aferra a sus ideas sin que nadie ni nada pueda hacerle cambiar de opinión. Ni la lógica ni el sentimiento le causan una impresión a esta persona obstinada…. Ella solamente le presta atención a su objetivo… y muchas veces lo alcanza.

Los rasgos de carácter son básicamente energías neutras: los resultados finales dependen de cómo se emplean y en qué medida. Imagínate los desastres que pueden ocurrir como consecuencia de ser perseverantes en la dirección equivocada. Imagínate también la fuerza increíble que se genera cuando la obstinación se emplea de la manera correcta!

Si estás en el camino de la emuná, estás en el camino correcto. Ve por este camino con obstinación. No les prestes atención a los que dicen “¿Cómo puedes pretender rezar con fervor cuando hace cinco minutos cometiste un pecado?”.

Esto parece ser muy lógico pero el hombre obstinado no prestará atención sino que rezará con todo su corazón de acuerdo con la forma en que se siente ahora y si le vienen a la cabeza pensamientos escépticos, los hará a un lado con la misma energía con que el hombre obstinado hace a un lado las objeciones de las demás personas. A la larga, quién gana? La persona obstinada.

En muchos casos, es preferible ser considerado o tratado como un obstinado y no debilitarse. Con un poco de percepción, uno puede discernir los “debates” que se te presentan y ver si no se trata de simples provocaciones. En el primer caso, acepta el diálogo. En el segundo, ni siquiera te dejes llevar y mantén tu punto de vista con obstinación.