El impostor – Sheminí

“Porque tiene la pezuña partida pero no mastica el bolo alimenticio” (Levítico 11:7)

El ángel administrador de Esaú, conocido como el “Samej-Mem”, exigió una audiencia en el trono Divino. El Samej-Mem tenía una amarga queja con respecto a uno de sus clientes, el cerdo, que también estaba bajo su patrocinio. “Amo del universo, la discriminación celestial es una absoluta vergüenza. Mi cliente no es el único animal no kosher de la Torá. Sin embargo, él es el blanco de todas las burlas…”.

Mijael, el ángel defensor celestial de Israel, intervino: “Samej-Mem, fue tu hombre Antíoco quien profanó el Templo Sagrado con sacrificios de sangre de cerdo. ¿Cómo es posible que te atrevas siquiera a abrir la boca?”

“Mijael”, replicó el Samej-Mem, “¿quieres que recordemos los pecados de Israel que condujeron a eso?”.

 “Eso es irrelevante”, exclamó Mijael. “Además, los Macabeos expiaron todos esos pecados…” La Corte Celestial estaba alborotada, con ángeles acusadores del Lado Oscuro y ángeles defensores del Lado Sagrado gritándose los unos a los otros, con ráfagas de fuego lanzadas de un lado a otro de la sala.

De repente, el mazo sagrado del Todopoderoso dio un golpe hacia abajo, abriendo un agujero en siete horizontes y sonando como la explosión de una bomba de hidrógeno. La Sala Celestial quedó en absoluto silencio…

El Todopoderoso convocó al Ángel Archivador Principal, que se presentó en el tribunal con un grueso expediente. Con los ángeles del lado oscuro y del lado santo escuchando atentamente, el Ángel Archivador Principal comenzó a leer los nombres y a describir los anales de una larga lista de falsos profetas y líderes rabínicos que llevaron al pueblo judío por el mal camino y lo alejaron de Hashem en lugar de acercarlo a Hashem. Como resultado de estos falsos líderes, los verdaderos tzadikim de la generación – desde la época de Jeremías el Profeta hasta la época de Rabi Najman – fueron encarcelados y perseguidos de la peor manera.

Cuando el Ángel Archivador Principal terminó su testimonio, se le dio permiso al Samej-Mem para hablar. “Amo del Mundo, respetuosamente sostengo que el testimonio del Ángel Archivador Jefe es irrelevante en este caso, y no es de ninguna manera una justificación para el oprobio y la discriminación que mis clientes los cerdos deben soportar a diario. Exijo un cambio inmediato de su estatus y al menos los mismos privilegios de dignidad que reciben los caballos y los camellos”.

Mijael recibió el privilegio de rebatir. La sala estaba tan tensa como un rayo en el momento antes de que se le diera permiso para golpear…

c En Tu sagrada Torá, vemos dos estipulaciones para que un animal sea kosher: que tiene que tener las pezuñas partidas y tiene que rumiar. Muchas especies, como los perros y los osos, no tienen ninguna de estas dos características: no tienen pezuñas, sino patas, y no rumian como las vacas y las ovejas. Muchas otras especies, como los caballos y los camellos, tienen una de las dos características kosher: mastican el bolo alimenticio pero no tienen pezuñas partidas…”

“Aha”, gritó el Samej-Mem fuera de lugar, interrumpiendo a Mijael. “Estás defendiendo mi caso, Mijael. Mi cliente tiene una característica kosher, al igual que los caballos y los camellos: ¡Por lo tanto, se merece al menos los mismos privilegios!”

 “Estás absolutamente equivocado”, replicó Mijael. “Mientras que rumiar es una característica interna, que depende del tipo de estómago que tenga el animal, la pezuña partida es una característica externa. Los caballos y los camellos tienen la característica interna kosher, pero carecen de la característica externa kosher. Vuestros clientes, los cerdos, son la única especie que no es kosher internamente, pero que posee la característica externa de la pezuña hendida y hace alarde de ella. Los falsos profetas y los falsos líderes rabínicos hacen exactamente lo mismo: internamente, son no kosher – mentirosos egoístas que no aman a Hashem ni le temen. Han alejado a la gente de la teshuva. Le han mentido a la gente, diciéndole que no necesitan cumplir con las mitzvot de la Torá, alegando que son obsoletas o irrelevantes, Dios no lo permita. Si no fuera por su tarea de poner a prueba la fe del pueblo judío, no tendrían derecho a existir”.

Como era de esperar, Mijael ganó el caso y hasta el día de hoy, los cerdos siguen siendo un anatema para el Pueblo Judío. Esos falsos líderes rabínicos, que se ponen los adornos y juegan el juego como si fueran verdaderamente santos, ciertamente han de encontrar el último destino amargo de la condena celestial, adecuado para un cerdo.

De nosotros depende buscar y difundir la luz del verdadero tzadik. Cuando lo hagamos, la gente no seguirá a los falsos líderes y su deslumbrante pero falsa luz.

Que todos seamos personas “kosher” y que merezcamos líderes verdaderos. ¡Amén!