Najman y Shimon comenzaron a rezar a HaShem con todo su corazón. Habían reservado cada día, una hora para ir al jardín y dirigirse al Creador. Ellos pedían a HaShem que les ayude a ser buenos muchachos, que proteja al Pueblo Judío, y que ayude a cada uno a vivir una vida recta y justa. Ellos hablaban a HaShem como una persona habla a un cariñoso y sabio amigo.
Un día, Najman y Shimon oyeron el llanto de un niño pequeño. Encontraron al niño y le preguntaron, "Qué pasó?"
El pequeño muchacho sollozó, "Mi madre está muy débil y enferma en la cama. Los doctores vinieron a nuestra casa y la revisaron; dicen que ella nunca se repondrá."
"¡Di–s no lo permita!" dijo el pequeño Najman enérgicamente. "HaShem es el Médico de toda carne y nuestro Padre compasivo, debemos rezar para la recuperación de tu madre. Rápidamente, vamos los tres rezar a HaShem para que cure a tu madre".
"¿Pero cómo puedo rezar?" preguntó el pequeño muchacho. ¡"Tengo tanto miedo!"
"No te preocupes", dijo el pequeño Najman. "Shimon y yo estamos aquí contigo. HaShem es amable y cariñoso, vamos todos a rezarle …"
"HaShem, nuestro Padre misericordioso", rezó Najman, repetiendo Shimon, "el Curador de todo enfermo, por favor cura a la madre de este niño bueno. Haz por favor que tenga una recuperación rápida para que pueda bajar de la cama pronto. Haz que ella tenga fuerza, salud, y felicidad. Por favor cúrala, HaShem. ¡Por favor escucha nuestras plegarias!" Y así rezaron durante un largo tiempo.
Najman dijo al pequeño niño, "¡Vete ahora a tu casa y ayuda a tu madre, ten paciencia y verás cómo HaShem la volverá sana y fuerte!"
" HaShem es amable y cariñoso, vamos todos a rezarle …"
Continuará…
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