La Fe y los Rasgos del Carácter
Para ilustrar el crítico papel que la fe desempeña en nuestra vida diaria y en nuestro bienestar general, enfocaremos en la relación entre la fe y los rasgos...
El hombre que posee fe, nunca cae en un estado de tristeza o desesperación, ya que sabe que nada es malo en el mundo…
Todos los rasgos del carácter dependen de la fe, como explicamos brevemente en los capítulos previos. En este capítulo, exploraremos la relación entre la fe y los rasgos, para ilustrar el crítico papel que la fe desempeña en nuestra vida diaria y en nuestro bienestar general.
Primera Parte: La Tristeza
La tristeza es un mal rasgo que resulta directamente de la carencia de fe.
Un principio importante de la fe es que el Creador pone Su Divina Supervisión Individual sobre cada criatura y le otorga las mejores condiciones para que pueda acercarse a Él y conocerlo. El Creador adapta precisamente cada conjunto de condiciones a cada hombre; por lo general, un problema o deficiencia son el catalizador diseñado para estimular el desarrollo espiritual de una persona. Algunas personas sufren de dolencias físicas mientras otros tienen problemas financieros. Algunas personas sufren penalidades por sus niños mientras otros encuentran dificultades en el matrimonio. Estas tribulaciones motivan a la persona a buscar al Creador; sin estas condiciones precisas, el hombre nunca podría alcanzar su finalidad.
Pero el hombre que posee fe, nunca cae en un estado de tristeza o desesperación, ya que sabe que nada es malo en el mundo, y que todas sus privaciones y dificultades son todas para su bien. Por otro lado, el hombre carente de fe y que no cree que todo está bajo la Supervisión Divina para bien, tiene muchos motivos para estar triste y deprimido, ya que en este mundo las cosas nunca se desarrollan exactamente como queremos. Por lo tanto, cada vez que algo no anda según su voluntad, cae en la tristeza y la melancolía.
Cuando tiene una privación o una dificultad, el hombre creyente las utiliza como un medio para acercarse al Creador. Hasta se alegra por su privación, porque sabe que sin ella, no podría acercarse y conocer al Creador. Este hombre está verdaderamente “Contento con lo suyo”, es decir, feliz con su vida, incluso con sus privaciones y en situaciones difíciles.
Pero el hombre que no posee fe se culpa a sí mismo y a su prójimo por sus carencias, ¡hasta sospecha que el Creador trata de atormentarle gratuitamente o vengarse de él! Por lo tanto, cae en la desesperación y la tristeza.
Sabiendo y fortaleciéndonos en la creencia que todas nuestras privaciones fueron dadas sólo para despertar el conocimiento de nuestra misión en este mundo, no caeremos en la tristeza y no perderemos la fe, sino que rezaremos al Creador y nos acercaremos a Él.
Todo hombre que realiza un correcto trabajo espiritual sobre sí mismo, ve cómo justamente gracias a sus defectos se estimula a la plegaria, ve cómo por medio de ella se forman maravillosos instrumentos para su aproximación al Creador, y empieza a ver bien claro cómo todo lo que le sucede es para bien. Por medio de su trabajo y plegaria, el hombre logra cambiar y triunfar y puede sentir en su propia carne la Supervisión Divina, como está escrito (Job 19:26): “De mi propia carne veré a Di-s”.
Continuará…
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")
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