Hay que entender muy bien: el casamiento no es sólo un documento legal, ni un ritual folclórico, es el acto de la unificación espiritual de un alma dividida.
Cada pareja es creada desde el principio de la Creación como una unidad singular y homogénea conocida como el alma. Cuando esta desciende a este mundo físico, se divide en dos – una parte masculina y otra parte femenina, que es lo que conocemos como hombre y mujer. Es decir que el hombre y su auténtica pareja, no son dos almas independientes, ¡sino las dos mitades de la misma!
El acto del casamiento según la Torá es realmente el proceso espiritual de la unificación de las dos mitades del alma, y la única forma de lograrla.
Sólo después que el hombre vuelve a ser completo, es decir que ha contraído matrimonio, puede realmente empezar una vida espiritual, donde puede buscar al Creador y acercarse a Él como se debe, que es está su finalidad.
Y ahora podremos entender muy bien lo que dijo Rabi Najman…
Rabi Najman de Breslev nos reveló que la principal ocupación del Yetzer HaRá, la Mala Inclinación, es planear cómo destruir la paz de los matrimonios, invirtiendo enormes esfuerzos en esta tarea.
El Yetzer HaRá sabe que quien tiene una mala vida matrimonial, cae en sus manos. ¡Las personas carentes de paz hogareña pierden las ganas de vivir! Andan angustiadas, deprimidas, no tienen fuerza para moverse, no pueden pensar claramente, y hasta pueden llegar a abandonar la fe, y nunca lograr su finalidad en la vida.
Lo contrario es también verdad: a un hombre, al que nada le va bien – tiene dificultades en el trabajo, con sus socios o compañeros – pero tiene una buena relación con su esposa y goza de la armonía en su hogar – nada lo puede quebrar o desanimar. Tal como dice el Rey Salomón, el más sabio de todos los hombres, en Proverbios 17:1: “Mejor es un bocado seco y en paz, que una casa llena de festines en discordia”.
La Torá nos revela que la paz es tan importante a los ojos del Creador que Él está dispuesto a borrar Su Propio Nombre Sagrado en favor de lograr la paz entre los miembros de la pareja. Y en realidad, hay un Midrásh que dice que HaShem ha entregado la Torá entera para traer paz entre el hombre y su esposa.
¡La paz es el camino de la Torá!, como está escrito en Proverbios 3:17, "Kol Netivotéha Shalóm" – "Todas sus sendas son sendas de paz". Y no sólo eso, sono que Shalóm – paz en hebreo – es realmente uno de los Nombres del Creador Mismo. Y tal como HaShem es Perfección, también Shalom – la paz – es el estado óptimo del alma; un alma apacible es el receptáculo más apropiado para la luz de la Torá, que, como dijimos, también es paz.
El que logra caminar en la senda de la Torá como es debido, es decir, quien verdaderamente logra obtener el verdadero conocimiento y punto de vista de la Torá, nunca se conducirá con ira, con disputas, con crueldad, nunca despreciará a su esposa o la ofenderá… Muchos piensan que estudian la Torá…, pero en verdad no tienen nada que ver con ella si se comportan así… El que realmente vive según la Torá se conduce con paciencia, tranquilidad, compasión – con paz.
¡Estar casado es la verdadera prueba! Vivir en paz con la esposa, ésta es una verdadera misión. Justamente en casa, donde tienes obligaciones y responsabilidad, donde no puedes ponerte todo tipo de máscaras, allí se encuentra la verdadera prueba.
Entonces, ¿cómo se logra la Paz en el Hogar? Hoy en día hay un sinfín de métodos, consejos, estrategias pero… Ninguno tiene verdadero éxito… Entonces, ¿cuál es el secreto?
El secreto para obtener la paz en el hogar en una sola palabra es – Emuná, la auténtica, pura y firme fe en el Creador del Universo. Veremos entonces cómo esto encuentra expresión en la vida conyugal…
Quien ha leído el libro “En el Jardín de la Fe” conoce obviamente las Tres Reglas de la Fe, pero las vamos a mencionar para beneficio de quien no las conoce, y veremos cómo debemos aplicarlas en nuestra vida matrimonial:
El primer principio de la Emuná es que todo proviene del Creador, en otras palabras – “Así quiere HaShem”, Todo está bajo la Supervisión Divina, por lo tanto, cuando nuestra esposa nos grita, nos contradice, nos maltrata – debemos recordar: “¡Ein Od Milvadó!” – “¡No hay más nada fuera de Él!”. Ella es sólo un agente en las manos del Todopoderoso.
El segundo principio de la Emuná es que “Todo es para bien”. HaShem, el Creador, nos ama, somos sus hijos, Él sólo desea lo mejor para nosotros. ¿Qué significa esto? Significa que aunque no lo entendemos, aunque no sabemos por qué nuestra esposa se comporta de tal o cual forma con nosotros, es para nuestro bien eterno, pues como hemos dicho en el primer principio, es ésta la obra de HaShem y Él siempre quiere nuestro bien.
El Tercer principio es que en cada cosa que nos pasa hay un objetivo específico, se esconde un mensaje divino, y por lo tanto debemos meditar “¿Qué es lo que quiere el Creador de mí?”. “¿Por qué me pasa tal y cual cosa?”. “El Creador me ama y quiere dirigirme hacia la rectificación de mi alma, entonces ciertamente me está insinuando qué es lo que tengo que corregir para elevarme – para cumplir mi misión individual en este mundo…”.
Sobre la paz del hogar depende toda la vida del hombre, su felicidad, su éxito, sus hijos, su sustento, su rectificación espiritual, ¡todo!
Respetando a nuestras esposas, hacemos que nuestro hogar sea, no sólo una “sucursal” del paraíso, sino que el paraíso mismo sea, literalmente, ¡una sucursal de nuestro hogar! Además, añadimos Shalóm – paz – al universo, y con el aumento de la paz en el mundo, hacemos de esta Tierra un lugar verdaderamente digno de la Presencia Divina.
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