¡No Estás Solo!

Cuando se empieza a trabajar para desarrollar la Emuná -la auténtica fe en el Creador del Universo- y hablar con Él, no es raro sentir como…

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Rivka Levi

Posteado en 05.04.21

Cuando se empieza a trabajar para desarrollar la Emuná –la auténtica fe en el Creador del Universo- y hablar con Él, no es raro sentir como…
 

¡No estás solo!
 

Cuando se empieza a trabajar para desarrollar la Emuná –la auténtica fe en el Creador del Universo- y hablar con Él, no es raro sentir como que si fueras la única persona que aparta tiempo de sus múltiples ocupaciones para -realmente- hablar con Di-s. Parece como si fueras el único en el mundo que se preocupa por desarrollar una conexión con HaShem. 

Pareciera que los demás apenas cumplen con su parte y que no invierten el tiempo, esfuerzo e, incluso, frustración, necesarios. Pareciera que los demás no necesitan ocupar horas cada semana para hablar con HaShem, el Creador del Universo, – lucen tan felices y satisfechos, ¿cierto? Se los ve como si no les importara nada y, entonces, tu Yetzer HaRá (Mala Inclinación) te indaga: “¿Por qué tendrías que ser diferente? Si todos los demás se las arreglan sin hablar diariamente con HaShem, ¿por qué te esfuerzas por hacerlo? Es difícil. Es frustrante. A menudo no tienes nada de qué hablar y te sientas allí como un idiota, desesperado porque brote al menos una palabra. ¿Qué consigues? ¿A quién engañas? ¿Crees que sentado allí en silencio, aburrido, frustrado y desesperado vas a construir una relación con Di-s?”.

Al principio del aprendizaje de la Hitbodeút, “la Plegaria Personal en Aislamiento” de 60 minutos al día, este argumento pega fuerte. Hacer un compromiso por ejercitar la Emuná por una hora al día no es una cosa fácil.

Cuando empecé, tuve muchos días en que no alcancé más que unos pocos minutos y necesitaba hacer algo más (como lavar o cocinar) mientras hablaba con el Creador para propiciar mi mente.

En las únicas ocasiones en que las palabras brotaban de forma natural eran cuando me sentía tan miserable y deprimida, confrontada con algún otro problema inmanejable, que no sabía qué hacer conmigo misma.

Entonces me escapaba a la Tumba de Raquel, nuestra Matriarca, o al Kotel (el Muro Occidental) para hablar realmente con HaShem. Si no lo hacía, me sentaba en casa y rompía uno a uno los lápices  – me sentía anonadada, frustrada, confusa.

Pero gradualmente, a medida que pasaba el tiempo, las palabras brotaban cada vez más fácil. Me ayudó leer el libro “En los Campos del Bosque” por el Rabino Shalom Arush, una guía práctica para el arte de la Hitbodedútque explica que incluso el esfuerzo más pequeño por hablar con HaShem era muy valioso – aún si ni una sola palabra brotaba.

Así que había un arma contra el Yetzer HaRá. HaShem me daba las palabras y HaShem me daba el silencio en mi Hitbodedút. Mi trabajo no era “hablar”. Mi trabajo consistía en mantener mi cita diaria con el Creador.

También me ayudó aprender que lo simple era bueno; repetir una y otra vez en hitbodenut era grandioso. No necesitaba intentar y formular cosas en diferentes formas, o intentar diferentes argumentos. Decir: “HaShem, por favor dame fe y confianza en Ti, ayúdame a ser feliz con lo mío”. Cincuenta veces era exactamente lo que se requería.

Liberada de estas presiones, la Hitbodedút empezó a volverse cada vez más fácil.

Reconocí otra arma efectiva en contra de la Mala Inclinación cuando, en Su bondad, HaShem me mostró que las plegarias funcionaban. Funcionó para conseguir que mis hijos se prepararan, sin una palabra mía, para la escuela. Funcionó para que encontráramos una casa. Funcionó para ayudarme a empezar a sentirme feliz. Funcionó para cubrir nuestras deudas. Funcionó – punto.

Entonces tuve un gran tropiezo, porque, aparentemente, no funcionó para algo. Hice dos sesiones de Hitobodedút de seis horas cada una (!) pidiéndole a HaShem que nos bendijera con más hijos. Nada. Durante noventa días dediqué media hora para pedirle a HaShem que nos bendijera con más hijos, y… Nada.

Al final de todas esas plegarias, empecé a dudar sobre la eficacia de la Hitbodedút. Yo ya tenía dos hijos de manera que no estaba luchando por un milagro “absoluto” – a pesar de que cada hijo lo es.

Por un tiempo, perdí confianza en mi Plegaria Personal. Todavía cumplía con mi hora diaria pero dejé de creer que mis oraciones realmente provocaran una diferencia tangible; quizás sólo funcionaba para cosas “espirituales”. Por lo tanto, sólo me enfocaba en agradecer a HaShem por todas las grandes bendiciones que Él ya me había dado, y en pedirle que me ayudara a ser feliz con mi parte, sea cual fuere Su decisión al respecto.
 

Entonces leí el capítulo sobre infertilidad en el libro “La Sabiduría Femenina” del Rabino Arush. Allí, el Rab Arush deja en claro que el nacimiento de un niño es una cosa tan trascendental, con tantas implicaciones y facetas, que merece su propio espacio. La plegaria ayudaría – siempre ayuda – pero diez minutos diarios bastarían. Entonces la pareja necesitaba ser feliz y seguir adelante con sus vidas en el conocimiento de que HaShem les concedería un hijo, pero únicamente si eso era parte de Su plan cósmico. Si no lo era, ninguna oración en el mundo cambiaría las cosas.
 

Eso me ayudó mucho. He visto que tantas veces que la oración funciona, por tan variadas cosas y, sin embargo, mi Yetzer HaRá  se mantenía sacándome en cara el tema de los “bebes”. “Si la plegaria realmente funciona, ¿por qué no has tenido más hijos?”. No sabía cómo responder. Pero ahora tenía la respuesta y estaba de vuelta al camino derecho, a Di-s gracias, a la hermosa Hitbodedút. ¡La plegaria funcionaba!
 

Hace poco, llegó a mis manos el un libro que trae  una colección de experiencias, pensamientos y sentimientos de personas trabajando en la Hitbodedút. El libro me impactó.
 

He aquí un centenar de historias. ¡Un centenar de personas practicando la Hitbodedút! ¡Todos luchando con las mismas cosas que yo luchaba para acercarme al Creador! Un centenar de personas dispuestas a compartir con HaShem su dolor, su confusión, su gozo, su esperanza. Cien personas que también rogaban a HaShem por el bienestar del Pueblo de Israel, por la Redención completa y porque se revelara la Luz del Creador en el mundo.
 

Cuando terminé el libro, me di cuenta de que si había un centenar de historias en un solo libro, tenía que haber miles de personas en el mundo que también están haciendo Hitbodedút regularmente. Las luces se encendieron, y sentí ganas de cantar y bailar de alegría: ¡No estaba sola!
 

Y tú tampoco lo estás.

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1. Y I V E

1/19/2014

MI GRAN ANHELO ES CONOCER LA VERDAD DE HaSEM LA REALIDAD ESTOY CONVENCIDA Y ASOMBRADA DE LAS MARAVILLOSA GRANDEZA DE LO QUE HE LEIDO AQUI EN BRESLEV. COMO HAGO PARA DEJAR TODA MI INGNORANCIA Y SEGUIR EL CAMINO DE LUZ EN MI HaSEM Y USTEDES,ESPERO QUE POR FAVOR ME GUIEN Y ME DIGAN COMO EMPEZAR TODO DESDE EL PRINCIPIO…GRACIAS DE VERDAD…DESDE VENEZUELA

2. Y I V E

1/19/2014

LA REALIDAD ESTOY CONVENCIDA Y ASOMBRADA DE LAS MARAVILLOSA GRANDEZA DE LO QUE HE LEIDO AQUI EN BRESLEV. COMO HAGO PARA DEJAR TODA MI INGNORANCIA Y SEGUIR EL CAMINO DE LUZ EN MI HaSEM Y USTEDES,ESPERO QUE POR FAVOR ME GUIEN Y ME DIGAN COMO EMPEZAR TODO DESDE EL PRINCIPIO…GRACIAS DE VERDAD…DESDE VENEZUELA

3. Isabel

4/25/2013

Maravilloso artículo Fue una bendición leer este artículo, gracias. 🙂

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