¿Triunfo o fracaso? ¡Tú eliges!
En la guerra no hay una victoria perfecta, porque incluso los que ganaron también perdieron mucho. El término victoria no es absoluto, como tampoco lo es el fracaso.
En la guerra no hay una victoria perfecta, porque incluso los que ganaron también perdieron mucho. Piensa en dos divisiones enfrentadas cuando uno de los países levanta una bandera blanca en señal de derrota, ¿acaso esta realmente perdió y la otra ganó? ¿Qué pasa con todos los muertos? ¿Qué pasa con todas las familias que han perdido a sus seres queridos? Una pérdida de vidas humanas nunca puede considerarse una victoria, incluso si el que está delante ondea una bandera blanca. Por el contrario, puede ser que se haya dado cuenta de que nada bueno ha salido de ello y haya decidido rendirse. No en todos los casos rendirse significa “fracaso”.
Es cierto que no luchamos realmente como en una guerra real, pero herir a una persona, difamar su buen nombre, insultar y atormentar a alguien es exactamente una guerra personal y no es muy diferente de una guerra en el campo de batalla. Porque matar el alma no es menos que matar a una persona físicamente. Ambas cosas se consideran derramamiento de sangre.
Muchas veces nos metemos en discusiones innecesarias, en intrigas, en amenazas, sacamos pistolas y clavamos cuchillos y luego, mirando hacia atrás, descubrimos lo estúpidos que fuimos y sobre todo nos decepcionamos de nosotros mismos, no sólo por el bajo nivel al que hemos bajado sino también, y sobre todo, porque nos damos cuenta de que tal vez hubiera sido mejor desistir.
No en vano nuestros Sabios de bendita memoria dijeron que “el fin de un acto es el primer pensamiento”. Nuestros impulsos internos e instintos animales nos llevan a menudo por el mal camino y nos desvían, pero si nos detenemos un momento, observamos, pensamos y nos relajamos, nuestras reacciones serán, sin duda, más controladas y, por lo itanto, probablemente mucho más comedidas y calculadas.
Cuando nos encontramos en una situación en la que hay ira, nos permitimos desahogarnos y disparamos palabras como flechas llenas de veneno, y en ese momento sentimos un cierto alivio “Fu…. liberamos un poco de lo que nos pesaba en el corazón…”, pero muy pronto entendemos el truco, porque después de calmarnos, de repente nos damos cuenta de lo tontos que fuimos y del error fatal que cometimos, y nos damos cuenta de que una palabra ya dicha no puede anularse. Una palabra hiere, cicatriza, lastima, oscurece y muchas veces también separa. Separa mundos. familias amistades.
La rendición es una palabra importante que nos hace mucho bien. Apunta a la paz, a la reconciliación, a la compasión, a la misericordia, al amor al prójimo como a uno mismo.
El que renuncia nunca pierde y estas cosas se saben. Aunque a veces parezca que la renuncia fue estúpida o innecesaria y a veces hasta excesiva, para el Creador del mundo, el grado de renuncia es un grado noble, propio y honorable. El Santo, Bendito sea, que todo lo ve, seguramente sabe lo difícil que fue para ti renunciar, y sin embargo elegiste el camino bueno y correcto y Él te recompensará tal como te mereces.
11/14/2022
Siempre son una bendición sus enseñanzas para mi. Hashem los colme de bendiciones.