Las quejas “pasivas”

¿Cuál es el gran peligro de quejarse continuamente? Pues bien: el daño se produce no sólo por el hecho de que uno se queja sino incluso por el mero hecho de escuchar quejas de otras personas e identificarse con esas quejas, como admitiendo que tienen razón en quejarse. Y tal como veremos a continuación, se trata de un problema muy grave.

Tal como ya he explicado, cada queja que uno expresa es, en realidad, una queja contra el Creador, es echarle la culpa a Hashem, lo cual es un tremendo descaro, o sea, exactamente lo contrario de alabar a Hashem. Y lo peor de todo es que uno está cayendo en la herejía, porque la emuná dice que Hashem es Bueno y cuando uno se queja, está diciendo que Hashsem no es Bueno (Dios no lo permita). Rabí Najman enseña que escuchar palabras de herejía dichas por otra persona resulta muy dañino para el alma. E incluso decir palabras de herejía, incluso si uno no realmente las dice en serio, también es sumamente perjudicial. E incluso escuchar palabras “inocentes” de una persona malvada ocasiona mucho daño. Pero si tenemos en cuenta lo que dijimos antes, es comprensible.

Cuando uno escucha quejas, es como si se estuviera quejando uno mismo en forma “pasiva”. Y así como el fumar “pasivo” daña a la persona tanto o más que el fumar activo, en este caso también escuchar quejas puede resultar incluso más dañino que expresarlas.

Y mucho más si uno acepta lo que el otro está diciendo.

Muchas veces la gente se lamenta y se queja de su situación. Yo los escucho como un acto de bondad hacia ellos, porque tienen necesidad de desahogarse. Pero la verdad es que no soporto escuchar quejas. ¿Cómo es posible hablar tantas cosas malas de Hashem? Dentro de mí mismo, me niego a aceptar tales habladurías y me digo a mí mismo – “Dios no lo permita. No es verdad lo que están diciendo. Hashem es Bueno y hace solamente el bien”.

Obviamente no reprendo a las personas que hablan así, porque sé que se sienten muy doloridas, y nuestros Sabios enseñan que “no hay que consolar al doliente mientras el muerto está delante de él”. Y además la mayoría de estas personas están muy lejos de tener emuná.

Y de la misma manera que es un precepto reprender a las personas que uno sabe que le van a hacer caso, así también está prohibido reprender a las personas que uno sabe que no le van a hacer caso. Pero si la otra persona está mínimamente dispuesta a escuchar la reprimenda, entonces es nuestro deber enseñarle el camino correcto, el camino de la emuná, o sea, que deje de quejarse.