Un Mundo de Incertidumbre

¿Por qué la gente es supersticiosa? ¿Por qué tratan de utilizar la magia y la hechicería para descubrir qué camino deben tomar..?

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Rabi Natan de Breslev

Posteado en 05.04.21

¿Por qué la gente es supersticiosa? ¿Por qué tratan de utilizar la magia y la hechicería para descubrir qué camino deben tomar..?

Un Mundo de Incertidumbre

¿Por qué la gente es supersticiosa? ¿Por qué tratan de utilizar la magia y la hechicería para descubrir qué camino deben tomar? Esto es porque ellos mismos no tienen idea de lo que se debe hacer. Se encuentran frente a una situación que les demanda una elección – hacer esto o aquello. Y debido a su inseguridad recurren a la superstición: "¡Se me cruzó un ciervo en mi camino!"; "¡Se me cayó de la boca un pedazo de pan!"; "¡Acaso sea una mala señal, mejor no seguir con este negocio!"; "¿Será este día propicio para comenzar?" (Sanedrín 65b; Rashi sobre Levítico 20:8). Esta clase de pensamiento es locura absoluta y nadie podrá encontrar verdadera guía en ello.

La angustia de la elección y de la duda es algo ineludible en este mundo, pleno como está de todo tipo de luces y sombras y de aparentes contradicciones que el Creador ha creado en él. Pero existe un ámbito que trasciende a la Creación. Aquí todo es unidad y todo es bueno. En este ámbito, la guía y el consejo no tienen importancia. Estos sólo se necesitan cuando existen dos senderos y no sabemos cuál elegir, cómo comportarnos, qué hacer. Es sólo en el ámbito de lo creado que la guía y el consejo son necesarios, pues aquí nunca sabemos con certeza adónde lleva cada cosa. Si lo supiésemos, nunca albergaríamos ninguna duda sobre lo que debemos hacer. Por ejemplo, un comerciante no sabe si debe invertir en una clase de mercadería o en otra. El único objetivo de su negocio es alcanzar una cierta finalidad: lograr una ganancia para mejorar su sustento. Todas las dudas que tiene sobre la mercadería que debe comprar se deben a que no sabe cuál le va a dar la mayor ganancia. La mercadería no le interesa en sí misma. No tiene necesidad del lino, de la cera o de lo que fuere. Todas sus dudas e inseguridades se refieren solamente a cómo lograr la mayor ganancia. Este es su objetivo. Nuestra ignorancia con respecto al futuro es lo que produce todas las dudas e inseguridades de este mundo. Nadie sabe qué consejo debe seguir en aras de su alma.

Pero si consideras el propósito último de todas las cosas, si eres honesto y tu única meta es alcanzar el objetivo final, entonces encontrarás un consejo perfecto. De hecho, tu sendero se volverá cada vez más claro, pues el objetivo último es uno. Es una unidad totalmente buena. Aquí no hay necesidad de dudas ni de guías. El objetivo es la alegría del Mundo que Viene: aceptar al Creador y conocerLo. Es verdad que existen muchas formas de devoción que llevan hacia Di-s. Muchas veces el Rey David Le pidió al Creador: "Guíame para andar en verdad por Tu sendero", "Guíame con Tu consejo", "Guíame en verdad y enséñame". Pero lo más importante es que tus intenciones sean puras, pues "Di-s desea el corazón". Si en todo lo que haces tus intenciones están dirigidas verdaderamente hacia el Creador, entonces no importa lo que hagas o qué camino sigas, siempre te llevará hacia el objetivo final. La única condición es que nunca te apartes de las palabras de la Torá. "Tenle presente en todos tus caminos y Él dirigirá tus senderos" (Proverbios 3:6). "Tenle presente en todos tus caminos" – sea lo que fuere que debas hacer, que tu intención esté dirigida hacia Di-s, Quien es el objetivo final. Entonces " Él dirigirá tus senderos" – Creador te guiará por las sendas de rectitud y te enviará el consejo, y entonces sabrás cómo conducirte.

La única manera de encontrar una guía verdadera es volverse hacia el objetivo último, conocer y percibir al Creador. Di-s es, si así pudiera decirse, la fuente y el origen de todos los consejos y guías del mundo. En el ámbito del objetivo final de unidad y bondad existe un solo consejo. Todos los verdaderos consejos y guías derivan su verdad de este ámbito. En el universo creado en el cual vivimos, la única manera de encontrar el sendero correcto consiste en unificar el mundo, con toda su diversidad y falta de certeza, y unirlo con el ámbito que trasciende a la creación. Unir a Di-s con cada detalle y situación de este mundo. Que tu único propósito sea alcanzar el objetivo final. Que todas tus acciones sean en aras del Cielo. En la esfera del objetivo final encontrarás el consejo que necesitas para guiarte en este mundo.

Pero aquél que no une este mundo con el Mundo que Viene y no considera el objetivo final, nunca sabrá qué debe hacer. Habiendo separado este mundo del único propósito que le da sentido, siempre tendrá la mente dividida y nunca sabrá cómo actuar. Este es un mundo de separación y pluralidad. Nada es realmente claro en este mundo. Aquél que ignora el objetivo final nunca tendrá un sentido de dirección. No habrá nada que lo guíe pues su meta no es el objetivo final en aras del Cielo. No importa qué camino tome, nunca será bueno para él. Toma por ejemplo al comerciante que no sabe qué mercadería es la más provechosa. Si su propósito no es en aras del Cielo, si no es para utilizar su ganancia para tzedaká, o para tener tiempo para estudiar Torá, o para dedicarse a alguna otra mitzvá… si su propósito es puramente material, entonces, aunque sí obtenga una ganancia aun así no será bueno para él. Sus días estarán plagados de preocupación, de tensión y de ansiedad. Y al final irá a la tumba desnudo, tal como vino al mundo. ¿Qué placer tendrá entonces de todas las ganancias por las que trabajó? Ni la plata, ni el oro, ni las joyas, ni las perlas acompañan al hombre a la tumba (Avot 6).

Sólo la Torá y sus buenas acciones irán con él. No importa el camino que la persona haya seguido durante su vida, nada podrá ayudarla. Pero cuando la meta de la persona se centra en el objetivo final, entonces no importa qué camino tome, todo será siempre para bien. Como dicen los sabios: "Así uno haga mucho o poco, lo que cuenta es que el corazón esté dirigido hacia el Cielo" (Berajot 17a). Al unir este mundo creado con el ámbito de más allá de la Creación, es posible encontrar la guía proveniente de la fuente de todos los consejos. Pues la esencia de todas las guías es llevarnos hacia el objetivo final. Este objetivo final es por tanto la fuente y raíz de todas las guías verdaderas. Cada uno de los 613 mandamientos de la Torá es llamado "consejo". Moisés se unió tan completamente con el Creador, que fue digno de aprehender el objetivo último. Con esto pudo recibir toda la Torá, sus 613 reglas de consejo santo. Pero está dicho con respecto a las naciones paganas, que no fueron dignas de recibir la Torá: "Tomen consejo, más será frustrado" (Isaías 8.10); "El Señor anula el consejo de las naciones" (Salmos 33:10). Carecen de guía y de dirección pues están unidas a este mundo y no consideran el objetivo final.

Es por esto que están atrapadas en la locura de la superstición y de la adivinación. Aferradas a este mundo tratan de encontrar una guía en los signos y señales de los objetos materiales. "¡Se me cruzó un ciervo en mi camino!"; "¡Se me cayó de la boca un pedazo de pan!"; "¡Acaso sea una mala señal, mejor no seguir con este negocio!"; "¿Acaso sea este día propicio para comenzar?". Confían en cosas limitadas por el espacio, el tiempo y la materia, pues están absorbidas en los deseos materiales de este mundo. Han separado este mundo de diversidad y duda del ámbito trascendente que es el único que otorga sentido.

Por tanto deben buscar su consejo en los ídolos. Esto fue precisamente lo que sugirió la astuta serpiente en el Jardín del Edén. Engañó al hombre para que comiese del Arbol del Conocimiento pues "El árbol era bueno para comer… Y deseable para adquirir sabiduría" (Génesis 3:6). Ella les dijo: "Coman de este árbol y creen el mundo" (Bereshit Rabah loc. cit.). De esta manera puso las cosas del revés. La verdadera tarea es unir este mundo creado con el ámbito más allá de la Creación, a través de la fe, que es el fundamento de toda la Torá. Al tener fe en que el Creador crea todo lo que existe, unimos toda la Creación con aquello que está antes de la Creación, con Di-s. Pero con el consejo de la serpiente que dijo "Coman de este árbol y creen el mundo", las naciones paganas han vuelto del revés todas las cosas. Han hecho del mundo material y creado el fundamento de todo. Los hechiceros y los adivinos tratan de encontrar una guía utilizando objetos materiales. Pero la verdad es que no existe guía alguna que pueda encontrarse en este mundo físico si no se lo une al objetivo final, que está más allá de la Creación.

Esto explica por qué la Torá concluye su advertencia contra la hechicería y la adivinación con estas palabras: "Sed íntegros con el Señor, vuestro Di-s". Si no se unifica el mundo creado con el ámbito que trasciende a la Creación, nunca se podrá alcanzar plenitud ni perfección. La única perfección está con Di-s. Sin Él, todo está incompleto. Cuando se une todo con el Creador, entonces uno es "completo con el Señor". Debes unir todo con Di-s – a ti mismo y a toda la creación. Entonces serás pleno y perfecto y encontrarás el consejo perfecto.

Es por esto que la guía verdadera y el genuino consejo sólo provienen del Tzadik. La gente común está muy lejos del objetivo final y por tanto no puede ofrecer una verdadera guía. Pero los Tzadikim pueden percibir la luz radiante del objetivo final que les permite darle a cada individuo un consejo perfecto, pues el objetivo que ellos perciben es la fuente de todo el verdadero consejo.

(Likutey Halajót, Iore Dea, Hiljot M´onen U´Menajesh 3)

– Extraído de Likutey Etzot [de las enseñanzas del Rebe Najman de Breslev] Escrito por Rabi Natan y traducido al castellano por Guillermo Beilinson –

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