Mi Tisha B’Av noájida
Puede ser un reto conectarnos emocionalmente con algo que nunca hemos visto, algo que sucedió hace tanto tiempo, pero quiero explicar que es posible.
Las lágrimas me caían por las mejillas sin parar. Era vagamente consciente de que estaba sentada en mi coche, esatcionado en un parking público, y de que mis lágrimas estaban a la vista de cualquiera que me mirara. Pero esos pensamientos eran secundarios en importancia a mi emoción. No estaba llorando… bueno, técnicamente sí, pero no de tristeza ni de alegría. En realidad, me estaba contagiando de las emociones de otra persona al leer su artículo. La mujer que escribió el artículo había sufrido una pérdida profunda y, al leer sus palabras, la emoción que había detrás de ellas me llenó el corazón y se derramó por mis mejillas. Lloré por su pérdida y lloré por la pérdida que experimenté a través de ella.
Tal vez te preguntes qué tiene que ver esta experiencia con Tishá BeAv y las Tres Semanas. La respuesta a eso es sencillamente nada; y, al mismo tiempo, todo. Una de las más bellas bendiciones que Hashem le ha otorgado a la humanidad es la capacidad de sentir profundamente. De conectar emocionalmente a través del tiempo y el espacio. Conocer y comprender lo que no hemos experimentado de primera mano. Es esta capacidad la que nos permite llorar por la destrucción del Templo Sagrado Y nos permite anhelar la reconstrucción y la llegada del Mashiaj, que ese día llegue pronto.
Si enfrentamos la vida con la conciencia de que todos estamos conectados, entretejidos en un intrincado patrón del Creador, podremos entender y ser sensibles al hecho de que cuando una persona que nunca hemos conocido tiene una experiencia, es posible que las emociones resultantes de esa persona ondulen a través del tejido de la creación y nos impacten también a nosotros. Cuánto más sentiremos esto cuando toda una comunidad, una nación, tiene una experiencia colectiva.
Imagina el intenso efecto que dominó toda la humanidad que se produjo cuando el Templo Sagrado, la Casa de Dios, fue destruido. Y esta onda masiva que emana del vacío ha continuado todo este tiempo que el Templo aún no ha sido reconstruido. Como en la mayoría de los aniversarios, la energía alcanza su punto álgido en estos días, ya que recordamos profundamente lo que hemos perdido y anhelamos con gran expectariva el porvenir.
Gran parte de la vida noájida gira a menudo en torno a la pregunta “¿puedo / debo hacer eso?”. Ya que tenemos muchos recursos maravillosos, incluyendo el libro del Rabino Arush: El Jardín Universal de Emuna, para explicar las minucias de la observancia noájida de este y otros eventos, no ahondaré en esos detalles en este artículo. En cambio, me gustaría que me acompañen en mi viaje emocional mientras todos nosotros – realmente el mundo entero – navegamos por esta época tan especial que nos ha tocado vivir.
Puede resultar difícil conectarnos emocionalmente con algo que nunca hemos visto, algo que ocurrió hace tanto tiempo, pero es posible. También es importante recordar que la pérdida del Templo Sagrado no es una pérdida que afecte sólo a los judíos. La Guemará dice que si las naciones del mundo supieran cuánta generosidad recibían cuando su ofrenda era entregada en el Templo durante la festividad de Sucot, habrían enviado guardias para asegurarse de que su ofrenda fuera entregada sin obstáculos. El mundo entero se beneficiaba de la generosidad física y espiritual que llegaba al mundo a través del Templo. Desde su destrucción, el mundo entero se ha sumido en una oscuridad espiritual que nos afecta a todos por igual.
Lo que sigue es mi proceso para conectarme no sólo con la pérdida del Templo Sagrado, sino también con el deseo de reconstruirlo. Te invito a tomar para ti de todo esto lo que te resulte relevante, añadir tus propias ideas, y llegar a Tisha B’Av listo y abierto a conectarte.
Yo trato de meditar sobre la interconexión de toda la humanidad. Hashem nos creó a todos y, por lo tanto, todos emanamos de la misma Fuente. Recuerdo que aunque la destrucción ocurrió hace mucho tiempo, en realidad continúa hasta el día de hoy. Todavía estamos experimentando el vacío en el mundo… en este mismo minuto, el Templo no ha sido reconstruido y por lo tanto estoy experimentando actualmente su destrucción, con todas sus ramificaciones.
Rezo para que Hashem me abra el corazón y la mente para experimentar la emoción del luto. Que pueda unirme a todos los que lloran la destrucción. Que no tenga miedo de sentir estas emociones. Y, lo que es más importante, que abrace mi emuná si llego a este día y no me siento conectado ni que estoy realmente de luto. Tengo que saber que mi deseo de llorar la destrucción ya es suficiente.
Doy caridad y rezo para que esta acción positiva cree una onda en el mundo inclinando la balanza más cerca de la reconstrucción del Templo y la venida del Mashíaj, que ese día llegue pronto.
Con mucho amor para todos y muchas plegarias para que todos seamos testigos de la reconstrucción del Templo, ¡pronto en nuestros días!
Amén
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