“Escucha, Hijo Mío…”

Adquiere el hábito de hablar siempre calmadamente a todo hombre y a toda hora. Y con esto te salvarás de la ira, un serio defecto de carácter que hace pecar a los hombres...

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Rabi Moshé ben Najmán (El Rambán)

Posteado en 05.04.21

Adquiere el hábito de hablar siempre calmadamente a todo hombre y a toda hora. Y con esto te salvarás de la ira, un serio defecto de carácter que hace pecar a los hombres…

La Carta del Ramban (Igueret HaRamban)

“Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no descuides la Torá de tu madre” (Proverbios 1:8).

Adquiere el hábito de hablar siempre calmadamente a todo hombre y a toda hora. Y con esto te salvarás de la ira, un serio defecto de carácter que hace pecar a los hombres. Como dijeron nuestros Rabinos (tratado Nedarim 22a): Quienquiera que estalla en ira, todo tipo de infiernos lo dominan, como está escrito (Eclesiastés 12:10), “Destierra la ira de tu corazón y aparta el mal de tu carne”. “Mal” significa aquí Infierno, como leemos (Proverbios 16:4): “…y los malvados están destinados al día del mal”.

Una vez que te hayas salvado de la ira, la cualidad de la humildad entrará en tu corazón. Esta cualidad es la mejor de todos los rasgos admirables (ver Avodá Zará 20b), porque (Proverbios 22:4), “Siguiendo a la humildad llega el temor a Di-s”. A través de la humildad también llegará a tu corazón la cualidad del temor a Di-s. Hará que siempre pienses acerca de tu proveniencia y de tu destinación, y que mientras estás vivo eres siempre como un gusano, y lo mismo después de tu muerte.

También te recordará ante Quién has de ser juzgado, ante el Rey de la Gloria, y está escrito (Reyes I 8:27; Proverbios 15:11), “Ni siquiera el cielo ni los cielos del cielo pueden Contenerte” – “¡Cuánto menos el corazón de los hombres!” También está escrito (Jeremías 23:24), “¿Acaso no lleno Yo cielo y tierra? Dice Di-s”.

Y cuando pienses en todas estas cosas temerás de tu Creador y te protegerás del pecado y con estas cualidades serás feliz con tu porción. Y cuando actúes humildemente y te avergüences de todo hombre y les temas, y te cuides del pecado, la Presencia Divina y el resplandor de Su Gloria y la vida del Mundo Venidero descansarán sobre ti.

Y ahora, hijo mío, entiende y observa que el que se enorgullece en su corazón sobre las criaturas, se está rebelando contra la Realeza de Di-s, porque se está adorando a sí mismo con las vestiduras del Reino de los Cielos, como está escrito (Salmos 93:1), “HaShem reina, Él viste ropas de orgullo”. ¿Y con qué habría uno de sentirse orgulloso? ¿A causa de la riqueza? Di-s lo hace a uno pobre o rico (Samuel I 2:7). ¿Es a causa del honor? Pertenece a Di-s, como leemos (Crónicas I 29:12), “Riqueza y honor vienen de Ti”. ¿Así que, cómo podría uno adornarse con el honor de Di-s? ¡Y alguien que está orgulloso de su sabiduría seguramente debe saber que Di-s “aparta el habla de hombres locuaces y quita el razonamiento de los sabios” (Job 12:20)!

De modo que vemos que todo el mundo es igual ante Di-s, ya que con Su ira El rebaja a los orgullosos y cuando El lo desea El levanta a los que están abajo. ¡Así que rebájate y Di-s te elevará! Por consiguiente, ahora te explicaré cómo comportarte siempre humildemente.

Todas tus palabras serán amables, con tu cabeza inclinada, tus ojos viendo hacia el piso y tu corazón enfocado hacia arriba. No mires al rostro de la persona con quien estás hablando. Considera a todo el mundo como mayor que tú . Si él es sabio o rico, debes darle respeto. Si él es pobre y tú eres más rico –o más sabio- que él, considera que eres más culpable que él, y que el es más meritorio que tú, dado que cuando él peca lo hace por error, ¡mientras que tú lo haces deliberadamente!

En todas tus acciones, palabras y pensamientos y en toda hora, considera en tu corazón como si estás parado ante Di-s, con Su Presencia Divina encima de ti, porque Su gloria llena el mundo entero. Y tus palabras serán con temor y espanto, como un esclavo de pie ante su amo. Avergüénzate ante todo el mundo.

Cuando alguien te llama, no contestes en voz alta, sino gentil y suavemente, como alguien parado ante su amo.

Cuida de estudiar siempre la Torá diligentemente, de modo que seas capaz de cumplir sus mandamientos. Cuando te levantes de tu aprendizaje reflexiona cuidadosamente acerca de lo que has estudiado, a fin de ver qué hay en ello que puedas poner en práctica.

Examina tus acciones todas las mañanas y todas las noches, y de esta manera en todos tus días habrá Teshuvá (arrepentimiento). Concéntrate en tus plegarias removiendo todas las preocupaciones mundanas de tu corazón. Prepara tu corazón ante Di-s, purifica tus pensamientos y piensa en lo que vas a decir antes de sacarlo de tu boca.

Y así harás todos los días de tu vana vida y no pecarás. De esta manera, todos tus palabras, acciones y pensamientos rectos y tu plegaria será pura, clara, limpia, devota y aceptable a Di-s, pues como está escrito (Salmos 10:17), “Cuando su corazón está dirigido a Ti, escúchales”.

Lee esta carta al menos una vez por semana y no descuides ningún aspecto de ella. Cumple con su contenido y, al hacerlo, camina con ella para siempre por los senderos de Di-s, Bendito sea, de modo que tengas éxito en todos tus caminos.

Así tendrás éxito en todos tus caminos y merecerás el Mundo por Venir que se encuentra escondido para los Justos. Y cada día que leas esta carta el cielo responderá siempre conforme a los deseos de tu corazón. ¡Amén, Sela!

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