Con las Manos Vacías

En la pescadería, más de diez mujeres están haciendo cola, cada una tratando de comprar un carpión fresco para Shabat…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

En la pescadería, más de diez mujeres están haciendo cola, cada una tratando de comprar un carpión fresco para Shabat…

Rabi Najman cuenta la historia de un mercado muy bullicioso en un pueblito judío europeo un viernes a la mañana, cuando todos van de acá para allá culminando los últimos preparativos antes de que empiece el Shabat.

En la pescadería, más de diez mujeres están haciendo cola, cada una tratando de comprar un carpión fresco para Shabat. El pescadero y su ayudante apenas si dan abasto mientras tratan de limpiar y quitarle las escamas al pescado fresco mientras atienden a todas las clientas que gritan con insistencia. De pronto, en medio del caos del viernes a media mañana, un extraño pasa corriendo junto al puesto del pescadero y mientras ondula el puño bien cerrado, como su tuviera guardado en él el Diamante de la Esperanza, el extraño les grita a todos: “¡Ey! ¡A que nadie sabe lo que tengo guardado en la mano! ¡Y nadie lo va a saber, porque no se lo voy a mostrar! ¡Ja, ja, ja!”. Y entonces el extraño se va corriendo.

El ayudante del pescadero arrojó el cuchillo y salió corriendo afuera, persiguiendo al desconocido. “¡Eh, señor! ¡Espere un segundo! ¡Tiene que mostrarme lo que tiene en la mano!”. Las mujeres también tenían curiosidad y empezaron a correr tras el ayudante del pescadero. El pobre pescadero, desesperado, empezó a correr tras su ayudante y sus clientas. ¡Qué loquero! Ya se olvidó de quién había pagado y quién no; y de quién era el pescado que estaba limpiando. Y Shabat empieza dentro de unas cuantas horas….

El desconocido entró corriendo a la carnicería. Allí, unas veinte señoras estaban haciendo cola mientras el shojet (sacrificador ritual) sacrificaba los pollos que chillaban y el ayudante del carnicero los desplumaba. ¡Qué escena! Los pollos chillando, las plumas volando, y veintipico de señoras discutiendo de quién es el turno ahora. El carnicero trata valientemente de complacer a todas y les corta los pollos como pidió cada una. Su cuchillo es mucho más veloz que lo que pueden seguir los ojos. Ahora, en medio de todo este pandemonio en la carnicería el viernes a la mañana, el desconocido les grita a todos: “¡Ey! ¡A que no saben lo que tengo en la mano! ¡Y nadie lo sabe, porque no se lo voy a mostrar! ¡Ja, ja, ja!”. Y entonces sale corriendo de la carnicería rumbo a la calle principal del mercado.

¡Qué lío! El extraño, que ahora era perseguido por el ayudante del pescadero, el ayudante del carnicero y alrededor de cincuenta mujeres gritando como locas, además de varios perros y gatos que se habían unido a la multitud, miró por encima de sus hombros y se burló de la gente con una cínica risotada: “¡Nunca van a descubrir lo que tengo en la mano!”.

Al rato, los verduleros y sus clientes, los almaceneros y sus clientes, los vendedores ambulantes, los panaderos, los fabricantes de velas y casi todas las otras personas que había en el vecindario se pusieron a perseguir al desconocido. El pueblo entero, más de mil personas, se habían quedado sin aliento tratando de alcanzar al extraño de pies ligeros.

Al mirar por encima de sus hombros por segunda verz, el desconocido sonrió una sonrisa dentuda y sadista. Todos se habían olvidado ya de los preparativos del Shabat. Ni una sola mujer se acordó de que le quedaban solamente cinco breves horas para hornear las jalot, preparar el guefilte fish y cocinar el pollo. El mercado se había quedado vacío y desatendido. Todo el pueblo estaba hecho un revuelo.

El desconocido se detuvo, se dio vuelta y le dio la cara a la multitud. “¡Ahora por fin les voy a mostrar lo que tengo en la mano!”. El hombre abrió el puño y les mostró una mano vacía. “¡¡Ja, ja!! ¡Se la creyeron como unos papanatas! ¡Ja, ja, ja!”. Y más que satisfecho por un trabajo bien hecho, se esfumó en el aire….
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Estoy seguro de que ya se habrán dado cuenta de que el desconocido en el cuento de Rabi Najman que causó todo el caos era la Mala Inclinación, la cual sigue estando en medio de nosotros, convenciéndonos de que tiene algo muy valioso en la mano. Todavía está tratando de hacernos olvidar cuál es nuestra principal misión en la vida y de hacernos perder tiempo en cosas que no valen nada…

Hoy en día, la Mala Inclinación anda vueltas disfrazada de periódicos, noticieros, sitios de noticias y los blogs de columnas de opinión. Ponte a pensar cuánto tiempo te pasas al día escuchando y mirando las noticias, que son 87 % conjetura, especulación y opinión en el mejor de los casos y muchas veces absolutas falsedades y puras pavadas. ¿Una hora? ¿45 minutos? ¿Todavía más?

Uno puede estudiar el Talmud con Rashi durante esos 45 minutos al día. Al cabo de siete años escuchando las noticias, te quedaste como un tonto con las manos vacías, repleto de preocupaciones y ansiedad absolutamente innecesarias. Hashem es el que hace las noticias, entonces ¿de qué te preocupas?

Pero al cabo de siete años el Talmud -y en especial el Daf Iomi, que es el estudio diario de la Guemará- resulta que terminaste todo el Talmud y recibiste un pasaje para el Jardín del Edén….

Dejemos de una vez por todas de correr tras ese tonto que tiene las manos vacías. Si queremos, podremos y no hay duda de que Hashem va a tener mucho gusto de ayudarnos.

 

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