Vivir en paz
Cuando uno vive con emuná, empieza a ver las cosas desde una perspectiva completamente diferente!
Cuenta el Rabino Shalom Arush:
Un discípulo mío estaba esperando a que lo atendieran en la farmacia y se puso a conversar con otro cliente, quien le contó que se estaba a punto de divorciar y que su esposa le había hecho una orden de alejamiento y estaba desesperado. Mi alumno le recomendó que leyera el libro En el jardín de la paz y le explicó brevemente varios conceptos fundamentales del libro. También le dijo que Le diera las gracias a Hashem por la situación en la que se encontraba y le aseguró que, en virtud del agradecimiento, iba a ver grandes milagros. Al cabo de un tiempo, este hombre llegó a la yeshivá a buscar a mi alumno y cuando se encontraron, le dio las gracias de todo corazón y le contó que, gracias a Dios, la situación con su mujer estaba mucho mejor, pero también le contó cuando se habían encontrado en la farmacia, él había ido a comprar pastillas para irse a dormir y no despertarse más. Sus palabras literalmente le habían salvado la vida y también le habían salvado el matrimonio.
Otro de mis alumnos llegó a un barrio de Jerusalem llevando un montón de libros y les dijo a los vecinos: “Vine a vender los libros del Rabino Shalom Arush. ¿Ustedes conocen al Rabino?”. Un joven le respondió: “Permíteme que te cuente mi historia”. Y esto fue lo que le contó:
“Yo estaba haciendo el servicio militar y me sumí en un pozo depresivo muy grande hasta tal punto que pensé en suicidarme. Un día, dando vueltas como un zombie por la base militar, de repente me encaminé a la sinagoga. Entré y allí vi encima de una mesa, un librito llamado “Deja de lloriquear y verás milagros”. Me senté a leerlo y de inmediato mi vida se dio vuelta. No sólo que sentí unas ganas tremendas de vivir, sino que recibí el más grande regalo que existe: volví en teshuvá, retorné a Hashem”.
Por supuesto que todas estas historias son apenas la punta del iceberg de las centenas de historias similares que llegan a nuestra redacción continuamente. La gratitud nos da fuerza para enfrentar los desafíos de la vida y fuerza para sobrevivir, para superar las pruebas más terribles y no sucumbir en el intento. Nos llegan a la redacción decenas de testimonios de parte de presos que cuentan que estos libros los hacen sentir libres incluso estando dentro de la cárcel, porque en vez de ver todo el santo día las rejas que tienen enfrente, ven a Hashem. Los testimonios revelan que, por medio de la emuná y la gratitud, los presos logran mantener la alegría a pesar de las duras condiciones de vida y además les permiten ver grandes salvaciones en los juicios.
Los presos cuentan que, durante el juicio, simplemente se quedan sentados y Le dan gracias a Hashem y Le dicen: “Tú eres el Juez Verdadero. Lo que Tú decretes para mí, lo aceptaré con amor y Te daré las gracias”. Y ven grandes milagros con sus propios ojos e incluso, si el juicio parece estar yendo en su contra, ellos no se confunden ni pierden la esperanza, sino que siguen dando las gracias dentro de su corazón, y finalmente el juez dictamina a su favor. Los abogados les dicen que lo que el juez dictaminó es lo mejor que podrían haber esperado y de hecho reciben castigos muchísimo más leves de lo que deberían y en ciertos casos, son declarados completamente inocentes.
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