El Décimo Hombre

La unidad del Ejército Israelí en la que yo serví era una unidad de combate élite… Muchos de los kitbutzniks de nuestra unidad venían de los kibutzim de HaShomer HaTzeir...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

La unidad del Ejército Israelí en la que yo serví era una unidad de combate élite…

La unidad del Ejército Israelí en la que yo serví era una unidad de combate élite. Durante los años en que estuve en servicio activo, las unidades élite contenían una cantidad desproporcionada de jóvenes provenientes de kibutzim y moshavim. La versión israelí de muchachos granjeros.

Muchos de los kitbutzniks de nuestra unidad venían de los kibutzim de HaShomer HaTzeir, que es la organización de kibutzim que fue fundada por el partido socialista Mapam, que era el último punto sionista en el lado izquierdo del espectro político israelí. A diferencia de los judíos no religiosos de Occidente, que simplemente se criaron en hogares no religiosos, los jóvenes de HaShomer HaTzeir eran vehementemente no religiosos. Para ellos, la religión y los rabinos eran algo completamente arcaico y coercivo y la Torá no era más que una guía de antigua historia y folklore judíos. Y además veían a los religiosos como sus rivales.

Socialmente hablando, yo me llevaba lo más bien con los kibutzniks de mi unidad, porque yo mismo era un granjero que vivía en un kibutz, si bien con un pesado acento norteamericano que les causaba mucha gracia. Si bien yo no era para nada religioso, sentía una afinidad por el judaísmo, ya que tenía muy lindos recuerdos de la sinagoga conservadora a la que pertenecían mis padres en Silver Spring, Maryland.

Shuki era un soldado grandote y fornido de nuestra unidad, el único que venía de Jerusalén. Si bien su pasatiempo favorito cuando salía de licencia era asistir a los juegos del equipo de fútbol Beitar Yerusahalaim, los sábados a la tarde, cada vez que iba a su casa se ponía kipa por respeto a su padre, que era religioso. Pero Shuki comía lo que se le antojaba y salía con quien se le antojaba y hacía lo que se le antojaba, porque los límites de la Torá no eran algo a lo cual él se adhería. Shuki y los kibutzniks todo el tiempo discutían temas de política (cada vez que tenían algunos momentos libres para respirar un poco…), dado que el punto de vista de él era de extrema derecha. De cualquier modo, todos los querían mucho, porque él era el cómico de la unidad, que nos hacía matar de risa con sus bromas y su fantástico sentido del humor.
En cierta ocasión, acabábamos de regresar de una misión muy peligrosa. En nuestra unidad teníamos una reacción muy extraña – teníamos más miedo y más tensión al regresar de una misión que antes de emprenderla. Después de la misión, nos volvía a pasar por la mente todo por lo que habíamos pasado y todo lo que podría haber ocurrido. Antes de la misión, por mejor que fuera el Inteligencia, la verdad es que no sabíamos qué esperar. Esta vez, gracias a Di-s nadie fue herido, pero hubo algunos momentos muy precarios, por no decir más. Después de hacer todo lo que teníamos que hacer, retornamos a nuestra base de inicio, todos aún tensos y duros como piedras. Nos recibió el comandante de nuestra unidad, que era el comandante de regimiento de esa área y el Jefe del Comando del Norte junto con su jefe de Inteligencia. Junto a ellos se encontraba la oficial Rina, que era el oficial de bienestar de nuestra unidad, quien se encargaba de todos los problemas de los soldados de la unidad. Estábamos a punto de dar parte de nuestra misión después de una misión de alta sensibilidad. ¿Qué demonios estaba haciendo acá la oficial Rina?

Ella se dirigió directamente a Shuki. Le informó que su padre había fallecido el día anterior y que ya había sido enterrado en Jerusalén. Dado que pasamos 36 horas antes de la misión en una “base de cuarentena”, realizando los últimos ejercicios y completamente aislados del mundo exterior, no se le informó a Shuki que su padre había sufrido un infarto y que se había ido de este mundo en un santiamén. Ahroa él no podía a poder asistir al funeral. Por más suavidad que la oficial Rina puso en sus palabras, para Shuki la noticia fue como una tonelada de ladrillos que le cayeron encima. El pobre se puso a llorar con tanta fuerza que nos desgarró el corazón.

Shuki sacó un trapo verde oliva del bolsillo y se secó los ojos y se sonó la nariz. Después se dijo a sí mismo con convicción: “Voy a decir Kadish. Necesito diez hombres”.

Los capos eran cuatro y nosotros éramos otros seis, incluyendo a Shuki. Pero había un problema: Uri era el décimo hombre. Su madre era una de las principales líderes de movimiento de Shomer HaTzeir. Su padre era un ateísta acérrimo que le echaba la culpa a la religión de todos los problemas del mundo, incluyendo los suyos propios. Para Uri, rezar era como hacerse aliado de Siria… Sin él, íbamos a tener solamente nueve hombres. A las dos de la madrugada, simplemente no había otras personas despiertas.

Shuki no vaciló. Él era una persona que siempre hacía lo que tenía que hacer, y esto no fue ninguna excepción. Así fue como empezó a decir la plegaria del doliente, el Kadish, con un tono que era una mezcla de dolor y de convicción… Itgadal Veitkadash Shemé Rabá…

Uri se puso la mano sobre la cabeza. Cuando todos los demás dijeron “Amén”, él hizo lo mismo. El amor de un hermano de armas era muchísimo más fuerte que cualquier ideología anti-religiosa que pudiera haber aprendido cuando era chico. Él fue el décimo hombre, y como todo lo demás que hacía, jamás decepcionó a nadie.

***

El verdadero Israel, el Israel que yo conozco, es el Israel de los Shukis y los Uris, un Israel en el que todos tiran para el lado de la unidad. Es por eso que a mí no me gustan las elecciones y los partidos políticos, que solamente sirven para separar a la gente. En hebreo, la palabra que significa “partido político” es miflagá, que deriva de la raíz lefaleg, que significa “separar”. Lo que nuestro país necesita no es un partido u otro; lo que necesitamos es menos discusiones y más unión. Igualmente, Hashem es el que decide todo. Toda conexión entre los políticos y sus plataformas es puramente coincidencial , tal como hemos visto una vez tras otra en las décadas recientes.
Es verdad: cumplir con la Torá es muy importante, pero el Sagrado Templo fue destruido a causa del muro interno. Para reconstruir el Templo, debemos tirar todos en una misma dirección. ¿Para qué esperar a que nuestros enemigos nos obliguen por la fuerza a unirnos?
No tengan dudas: Shuki y Uri van a estar brazo con brazo en la coronación del Mashíaj.

 

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1. Emanuel Galindo

3/12/2020

Shalom… Shuki y Uri, son la imagen del mundo actual solo que al mundo actual le hace falta hermandad… diversidad de ideologías, ateísmo y religiosidad. y al igual en algunas ocasiones nos unimos en la desgracia hace falta hacerlo siempre….

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