Corazón de Oro: Shlomo Katz

Una bella melodía sin palabras puede acercarte a Hashem más que mil sermones… Esa es la misión musical tan especial de Shlomo Katz

3 Tiempo de lectura

Howard Morton

Posteado en 05.04.21

En una ventosa tarde durante su último concierto de su gira por USA, el cantautor Shlomo Katz, sentado en un Nissan Altima prestado, habla del poder de la música. Habla apasionadamente pero con calma, y suena más como un rabino que como un músico reconocido mundialmente. De hecho, sí es un rabino, así como autor de una serie de libros basados en las enseñanzas de otro rabino-cantante-compositor, Shlomo Carlebaj.

 

Inspirado espiritualmente por Shlomo Carlebaj y bajo la influencia musical de Neil Young, Shlomo Katz percibe la música como una forma de llegar hasta el alma a un nivel profundo. Para él, la música no es un entretenimiento, sino una forma de comunicación. Una forma de conectar a la gente con Dios y con la plegaria.

 

Shlomo Katz se crió en Los Angeles y ahora vive y enseña en Israel y hasta el momento ha grabado cuatro álbumes como solista (incluyendo su recientemente publicado Likrat Shabat, que es una colección de canciones de Shlomo Carlebaj que aún no habían salido a la luz), así como también otros tantos álbumes con su hermano Eitan, Aaron Razel, Jaim David y otros.

 

Y prácticamente en cada disco que graba incluye por lo menos un nigún (melodía) sin letra, una melodía judía con vocales pero sin letras.

 

“Una de las cosas más difíciles para mí”, dice Shlomo, “es ponerles palabras a los nigunim (melodías) que me vienen”.

 

Pero no es esa la razón por la que Shlomo Katz compone y canta melodías sin palabras. Es porque siente que son vitales para el judaísmo

 

Y en especial en la época que vivimos.

 

Los desafíos que afligen a nuestra generación  -yendo desde las elevadas tasadas de divorcio, la epidemia de la depresión, y las rampantes adicciones y llegando hasta un cada vez más mayor antisemitismo-  son pasmosos. Y para Shlomo Katz, el poder de un nigún sin palabras que atraviesa las barreras del corazón y nos ayudar a acercarnos a Dios y a nuestra propia misión en la vida, ya sea en la plegaria personal o en una sala de conciertos, es algo que necesitamos hoy más que nunca.

 

Shlomo menciona que fue el Baal Shem Tov, fundador del jasidismo, quien reveló que “un nigún sin palabras es uno de los principios básicos en la experiencia de un judío en este mundo”.

 

“¿Por qué?”, pregunta Shlomo Katz. “Por qué un nigún sin palabras es una práctica tan crucial en el judaísmo de hoy más que nunca antes?”.

 

Shlomo hace una pausa, dejando la pregunta pendiendo en el aire unos instantes, y luego responde: “Porque cuando canto un nigún sin palabras, puedo estar en una sala con 500 personas y estamos todos entonando las mismas notas; cada uno puede estar pensando en algo diferente. Pero como no estamos limitados por lo que estamos expresando a través del significado de las palabras, hay una unión en la sala que se basa en el poder de la tefilá, la plegaria, y entonces las notas salen a través de la plegaria”.

 

“Este poder de la música”, prosigue Shlomo, “es crucial debido a que la gente sufre más que nada en estos días por la congestión espiritual. Hay algo atascado, algo que está efervescente dentro de nosotros, algo que no está saliendo afuera. Pero cuando llega el poder del nigún y entonces los ríos de la expresión, los ríos de la gratitud, del llanto, de las lágrimas, del ansia y del anhelo, se expresan a través de un buen y dulce nigún de santidad”.

 

 

Shlomo Katz, quien recibió su ordinación rabínica en el año 2006 (apenas un año después de su primer álbum solista), cambia de giro levemente y explora otro aspecto más de la importancia de las melodías sin palabras. Citando el Zohar, él señala que el uso de las palabras es una forma muy limitada y hasta ineficiente de comunicarse.

 

Con una sonrisa en la voz, Shlomo dice que “El Zohar sagrado dice que cuando uno habla, básicamente solamente está expresando un diez por ciento de lo que realmente está sucediendo dentro de él”.

 

“Pero no sólo eso, sino que el que escucha hablar a ese hombre solamente logra recibir e incorporar un diez por ciento de lo que dijo el otro; esa es la clase de falta de comunicación con la que vivimos en este mundo. Jamás nos aproximamos a expresar lo que realmente estamos tratando de decir y apenas si podemos incorporamos lo que querríamos incorporar,  a causa de las diferentes limitaciones. El mundo de las palabras es finito, porque la palabra significa lo que significa.

 

Esto también implica que, en cierta forma extraña, el nivel de comunicación que tiene la gente es apenas un uno por ciento. Porque si yo estoy diciendo solamente un diez por ciento de lo que realmente estoy queriendo decir y tú estas oyendo un diez por ciento de eso, entonces estamos hablando de apenas un uno por ciento”.

 

Pero con el nigún sin palabras, la comunicación es completa. Hay una pura conexión. Esa es la misión musical de Shlomo Katz: destapar el corazón judío y el alma judía a través del poder de un nigún y ayudar a las personas a construir una conexión más fuerte con Dios y los unos con los otros.

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario