Sacar al preso del pozo

Cuando una persona está presa en la cárcel, aunque esté encadenada, igualmente puede cumplir toda la Torá, ya que su voluntad sigue siendo libre, y con su pensamiento puede anhelar y querer cumplir toda la Torá, y de esa manera está eligiendo hacer el bien. Y entonces se considera como si estuviera cumpliendo la Torá y las mitzvot a la perfección, en la medida de sus posibilidades. Incluso en estas circunstancias tan difíciles, en las que se ve impedido de cumplir la voluntad de Hashem, su voluntad sigue estando en libertad. Por eso, debes ser consciente de cuál es realmente tu voluntad y no descorazonarte si no puedes cumplir la voluntad de Hashem en la práctica. Tu trabajo consiste en hacer lo que puedas y en querer.

Lo mismo se aplica a cada dificultad que uno tiene en la vida, porque, en términos prácticos, cada persona está presa. Cada uno está preso en la cárcel de sus pasiones físicas y sus malos hábitos. Tal como lo expresa el Ramjal (Rabí Moshe Jaim Luzzatto – Mesilat Yesharim, capítulo 3): “El ser humano está preso en la cárcel de su mala inclinación”. Una persona está presa por su gula; otra, por la ira; otra, por la pereza, etc. Y cuántas personas están presas por culpa de las adicciones: del cigarrillo, de las drogas, de las apuestas, del internet. Y hay personas cuya cárcel consiste de la presión que sienten en la vida a causa de su familia, de su trabajo, etc. Dentro de los parámetros de cada clase de limitación, lo que se espera de ti es tu voluntad, y eso siempre lo tienes a tu disposición.

Cuando una persona no sabe que el factor principal es el ejercicio de su voluntad y que su voluntad siempre es libre, esa persona sufre el exilio y el encarcelamiento. Y como resultado, está muy lejos de invertir esfuerzo en querer y anhelar. Y entonces su voluntad misma está presa. Tal como lo expresa en forma tan elocuente el Ramjal: “La persona que está habituada a dichos comportamientos no es dueña de sí misma y no logra hacer lo contrario a ellos cada vez que lo desea, porque su voluntad ha sido encarcelada en la cárcel de la costumbre, que se ha transformado en su segunda naturaleza”. Por lo tanto, el encarcelamiento de la voluntad es la única cárcel que existe en este mundo, porque cuando tu voluntad está presa, entonces estás preso con todas las formas de cárcel y no logras liberarte. Pero cuando tu voluntad es libre, entonces eres completamente libre, porque por medio de tu voluntad puedes salir de cada forma de encarcelamiento, y en especial, de la cárcel de las pasiones físicas y las adicciones. Por eso, el hecho de ser consciente de que tu voluntad siempre es libre… ¡constituye en sí mismo tu liberación de la cárcel! Cuando tu voluntad es libre, tú eres libre.

En conformidad con lo dicho, podemos entender la sagrada Mishná en Pirkey Avot (2:4) que dice: “Haz que Su voluntad sea la tuya. Haz que tu voluntad sea la Suya. Anula tu voluntad frente a la Suya, y Él anulará la voluntad de los demás frente a la tuya”. ¿De qué manera el ser humano sirve a Hashem? En primer lugar, debe saber qué es lo que Hashem quiere, y quererlo él mismo. Además, tiene que saber lo que Hashem no quiere, y no quererlo él mismo. Dado que el individuo tiene deseos personales que no están de acuerdo con la voluntad del Creador, debe entender muy bien qué es lo que el Creador espera de él y anular sus deseos personales ante la voluntad del Creador, y querer únicamente lo que quiere el Creador. La Mishná no dice “Realiza tus acciones en conformidad con Su voluntad” ni tampoco dice “No transgredas Su voluntad”, porque las acciones no son algo que estén en manos del individuo. En esta Mishná, nuestros Sabios nos enseñan el concepto que ya habíamos tratado: que el libre albedrío radica únicamente en la voluntad del ser humano, ya que lo único que siempre es libre en la persona es su voluntad.